Corazón valiente
Ana Belén Bertello aludió a la Selección Argentina de vóley sentado con la que disputará los V Juegos Parapanamericanos Juveniles en Bogotá, y a su historia de vida, un ejemplo de superación.
Se trata de otra historia de superación, esos espejos donde vale la pena mirarse. Siendo muy pequeña sufrió la amputación de su pierna izquierda a raíz de una trombosis producido por la picadura de una araña, y desde allí comenzó una tenaz lucha por sobreponerse a la desgraciada situación.
Hoy disfruta a pleno su adolescencia, cumple con sus estudios terciarios - cursa el primer año de psicología- y vive el sueño de cualquier deportista, integra la Selección Argentina, en este caso de la disciplina vóley sentado, que participará por primera vez en los V Juegos Parapanamericanos Juveniles se realizarán del 2 al 12 de junio, en Bogotá, Colombia.
Ana Belén Bertello recibió a LA VOZ DE SAN JUSTO en su domicilio de Bv. 9 de Septiembre, acompañada por sus papis, Mariela y Marcelo, junto a los abuelos Sebastián y Teresita, que ocasionalmente habían llegado de visita desde la localidad de La Para.
En la intimidad de su hogar, y pese a la fresca tarde elegida para el encuentro, el clima de la charla con la popular "Anita" fue cálido y cautivante.
Locuaz y extrovertida, se refirió a su gran momento deportivo que la tiene feliz, pero también con notable madurez habló de su discapacidad en la que pudo encontrarle un sentido profundo a la vida, sin dudas una inspiración para aquellos que claudican ante la menor adversidad.
Con la
"albiceleste"
"Estoy muy feliz, muy emocionada, es un sueño hecho realidad porque nunca fui a un evento internacional, tan importante como lo son los Juegos Parapanamericanos" dijo entusiasmada.
"Es una emoción muy grande saber que voy a ponerme la camiseta de Argentina, poder jugar dentro de una cancha representando a mi país, como lo hace Leo (Messi) o Julián (Alvarez), pero en un deporte que me representa en todos los aspectos", destacó.
Una designación que fue premio a una larga preparación que incluyó viajes y concentraciones.
"Fue todo un proceso para llegar a donde estamos ahora con mis compañeros de selección. Fuimos poco a poco creciendo porque el deporte no era muy conocido, el paravoley no es un deporte que se escuche usualmente como el vóley convencional".
"Tuve muchas concentraciones, empecé yendo al Cenadi en Buenos Aires, después fuimos a San Luis, Salta, Córdoba en el Kempes, a diferentes lugares del país, más que todo de donde son los chicos".
El contacto con dicho deporte surgió en 2019, aunque anteriormente había demostrado su talento en el vóley convencional. "Empecé a jugar en el 2019 al vóley sentado, anteriormente hacía vóley convencional con Mario Comes en El Ceibo, empezamos con mis compañeras de secundario a los 12 años y cuando estaba a punto de cumplir los 15, en el 2019 me llamaron para jugar el paravóley".
"Dije que sí, que iba a probar, no eran muchos los chicos en ese momento, tres mujeres, dos de Córdoba y una de Rosario, después habías tres varones, uno de Rosario y dos de Buenos Aires".
"Mario me enseñó toda la técnica del vóley, no sabía que mi destino iba ser el paravoley, creía que iba a jugar en El Ceibo toda mi vida con el vóley convencional".
"Por eso cuando me llamaron ya tenía una base porque tuve varios partidos integrando el equipo como titular también. Después fui mejorando la técnica de sentada en el piso, donde tenes que aprender el golpe de manos bajas porque no tenes las piernas que te impulsan, no te podés levantar, tenes que estar sentada".
Haciendo
historia
Consultada sobre sus aspiraciones en la competencia que harán historia al participar por primera vez, señaló: "Con el hecho estar en los Juegos ya estoy feliz, pero también tener un buen desarrollo en Colombia sería un honor, no sé si conseguir una medalla porque hay muchos países que hace años que practican el deporte, participan en campeonatos y para nosotras será nuestra primera vez competir a nivel internacional".
"Pero sin dudas es un orgullo enorme de ser las primeras en competir en esta competencia, entraremos en la historia. Espero que nos vaya bien en Colombia, lo que será una gran experiencia", aclarando que por esos días extrañará a su familia y al puré de coreanito, huevo y crema que hace mamá acompañado de una hamburguesa.
Lugar para
el estudio
El estudio también ocupa un lugar en su vida pero el deporte es su preferencia, por lo que trata de mantener en equilibrio sus actividades.
"Estoy estudiando psicología en la Uces pero mi sueño mayor es ser deportista, me encanta el deporte, vivo por el deporte, entonces es difícil mantener un nivel de estudio y una carrera deportiva por los tiempos que tenes que disponerles y los compromisos que te generan".
"Mi familia y el deporte son pilares importantes en mi vida, pero también el estudio es mi futuro así que intento equilibrar los tres para que esté todo en armonía", destacó.
Superando
los límites
Dejando de lado su auspiciosa actualidad deportiva, Anita junto a su mamá recordaron aquel trágico episodio que sacudió sus vidas y el largo proceso de recuperación tras la amputación.
"Cuando tenía un año y medio la picó una araña en el pie, hice una trombosis, lo que llevó a la amputación de su pierna izquierda, era salvarle la vida según nos explicaron los médicos en Córdoba. En ese 2006, arrancamos con fisiatras, kinesiólogos que la pudieran tratar, el primero que nos recibió y nos orientó fue Cristian Dipiaza".
"De ahí en más son muchos los profesionales que asistieron a Anita, como los kinesiólogos Marilí Vignolo, Javier Conti , Viviana Butignol y Soledad Borello y la fisiatra Milena Komoroski".
"A los que sumó el equipo de acompañamiento de la Selección Argentina, con su directora, Laura Cometto, los profesores Daniel Díaz y Soledad D'drea, kinesiólogos Leandro Felix y Emiliano Rava y la nutricionista Luciana Lind", completó.
"Pepi", su
mejor amiga
Dedicada atención profesional a la que acompañaron sus papás con su contención, ingenio y estrategia para ayudarla a caminar con su prótesis.
"Al principio no quería usar la prótesis, como me negaba, mis papás le ponían lentes, peluca, la hacían como un personaje de juegos para que la pudiera probar. Le puse el nombre de "Popi" y entonces desde ahí nació mi interés por ella porque era como una amiga que quería ayudarme a caminar".
"La tarea de los profesionales fue importante por el lado psicológico y físico, para aprender a caminar y con el apoyo emocional que requería lo mío, pero mi familia fue el pilar mayor".
"Ellos siempre estuvieron para decirme levántate de la cama, hace algo, corre, anda al gimnasio si sos igual que todos, porque te vas a tirar a la cama sin hacer nada si podes, no lo vas a hacer que igual que otros pero adaptándolo a vos, tener el acompañamiento de mis padres es esencial", remarcó.
Con actitud y
buena onda
En este desafío que implica su desarrollo personal, no solo por los años de rehabilitación que lleva y que seguirá transitando -la prótesis se cambia acorde a su crecimiento-, sino que también enfrenta a una sociedad que muchas veces señala al distinto, aunque confiesa que nunca se sintió discriminada.
"Hice jardín, primario, secundario y ninguna vez sentí que me hicieran bullying, es natural que la gente me mira por la forma que camino porque tengo una pierna más bronceada que la otra porque uso media de can can".
"Incluso hay niños que me preguntan y uno les explica de manera comprensiva y aniñada de lo que pasó, pero nunca sufrí bullying. Siempre sentí que el otro se preocupó y nunca del lado maligno", contó.
"En la adolescencia veía que algunas chicas tenían las piernas muy hegemónicas, bonitas y decía yo tengo una menos, no me queda el pantalón de la misma forma, ojo que les pasa a todos, porque a algunos le queda mejor que a otros. Pero fue un momento pasajero, si lo importante es que estoy viva gracias Dios".
Un mensaje
de vida
Haber quedado con una discapacidad le permitió ver la vida desde otra perspectiva y se encarga de transmitir un mensaje de optimismo, esperanzador.
"Tengo una mirada diferente de la vida, muchas personas se hacen problemas por cosas que en definitiva no son tan preocupantes, a mi toman como ejemplo de que la vida no es una complicación sino es una oportunidad que te da para vivirla al máximo bajo las leyes de la comunidad claramente".
"Pero si la podes vivir al máximo con lo que te gusta hacelo, no te reprimas, porque la vida es corta, no se sabe lo que puede pasar, así que cuantas más cosas puedas hacer mejor".
"Nunca se sabe las cosas inesperadas que te presenta la vida, fíjate que tenía 1 año y medio y no seguía y acá estoy gracias a Dios y haciendo una gran vida que me encanta, con el estudio, el deporte, mi familia, una vida soñada", resaltó quien también tiene su costado artístico tocando la guitarra y el órgano eléctrico.
"Tengo el carácter de mi papá, soy jodona, hago chistes negros respecto a mi prótesis, aprendí a reirme de mí misma, por ahí la gente dice pero que está diciendo esta chica, pero yo lo tomo con humor, hay que vivir la vida con alegría, la vida no está para tristezas", cerró.
Lo que en su momento amenazó con ser el final, al revés, se convirtió en el principio de muchas cosas. Durísima batalla que el destino le presentó pero resistió y logró sobreponerse con el acompañamiento de los suyos. Una verdadera "guerrera" de estos tiempos, un corazón valiente que le dicen.