Cooperativa cartonera: convertir la necesidad en trabajo digno
En 2019, unas 25 nuevas familias hallaron en la recolección de este tipo de residuos un oficio que las dignifica. Ahora tienen un salario, monotributo y hasta una cuenta bancaria. Forman parte de un proyecto creado por Cáritas San Francisco.
El oficio de cartonero para muchas familias se ha convertido en los últimos meses en un instrumento que puede ayudar a paliar la crisis.
En San Francisco, desde principios de este año, 25 personas se sumaron a esta actividad una alternativa que les permite reunir fondos de manera digna. Esta posibilidad surgió gracias a la Cooperativa de Trabajo La Virgencita Lda., ubicada en Lamadrid 822, en el corazón de barrio Parque, desde donde salen a diario a recorrer la ciudad y buscar cartones que luego venden para obtener un ingreso que les permita afrontar la crisis con dignidad.
De lunes a viernes, de 15 a 19, ese espacio recibe a los recicladores que avanzan cada con un carro, unas cuantas bolsas, un gancho, una trincheta o algo con qué cortar los cartones que recolectaron en la calle.
Del rebusque, al trabajo
Las recicladoras de La Virgencita comenzaron tibiamente su actividad en 2011 con el apoyo de Cáritas Diocesana a la tarea que realizaban Eva y Gisella Ferreyra. El éxito de esta actividad fue tal que en 2014 este grupo fue la imagen de la colecta de Cáritas Argentina, pasando de esta manera a tener gran notoriedad social. Al año siguiente, gracias a esa exposición pública, obtuvieron una prensa hidráulica que les permite realizar el trabajo como cooperativa.
Sin embargo, recién a principios de 2019, el grupo pudo constituirse legalmente como una cooperativa. Allí iniciaron la actividad estas 25 personas, de las cuales una decena de recicladores realizan esta tarea por primera vez.
El "cartoneo" les permitió a estas personas contar con su monotributo, recibir el beneficio de la obra social y hasta tener su propia cuenta bancaria, algo impensado para ellos hasta hace unos meses. El grupo de cartoneros es muy heterogéneo ya que está compuesto por jóvenes desde 18 años hasta personas mayores de 50.
Para la tarea de reciclaje, sumaron una
prensa
Voluntad y superación
El director de Cáritas Diocesana, Emilio Amé, rescató el deseo de superación de estas personas que se sumaron por primera vez al espacio de recicladores al indicar que "han demostrado una gran fuerza de voluntad, queriendo superarse de una problemática muy sensible como es el tema de las adicciones".
"Estas personas venían a nuestro espacio con algún problema de consumo, buscando apoyo. En ese proceso vieron en el cartoneo una fuente de ingreso y por sobre todas las cosas, una forma digna de ganarse la vida", explicó.
De esta manera, los cartoneros "se sienten útiles, respetados y valorados porque están haciendo algo que es muy valioso para ellos como es ganarse la vida de un modo muy digno".
Del cirujeo a una cooperativa que recicla
Con el paso del tiempo la actividad que comenzaron tibiamente Eva y Gisella, recogiendo cartón, botellas, papeles, que luego vendían para generar una entrada, fue cambiando. Actualmente, con el funcionamiento a pleno de esta cooperativa, la misma se convirtió en un espacio donde se acopia papel y cartón que luego se vende. Esto permite que los recursos que se generan se distribuyan entre los miembros de la cooperativa.
En un buen día de acopio, con unos 60
kilos de cartón, una persona puede ganar unos 250 pesos, aproximadamente.
"Con esta tarea se contiene a personas que son del mismo barrio Parque. De esta manera logramos que tengan sus beneficios y con eso se van incorporando al sistema del cual hasta el año pasado se sentían totalmente extraños", indicó Amé.
Dentro de este mismo grupo cooperativo, las restantes 15 personas ya tienen su experiencia en del cirujeo.
Encuentran en la Cooperativa de Trabajo La Virgencita un lugar donde vender sus cartones y papeles mientras que además se van incorporando al resto de las actividades que tiene Cáritas Diocesana en este espacio como el Hogar de Día para acompañar a jóvenes con problemas de adicciones, el Espacio Educativo "Emaús", el merendero y talleres de pintura, arte y música.