Entrevista
Valentina Peralta: construir comunidad desde lo colectivo

Valentina Peralta tiene 23 años, estudia Ingeniería Química en la UTN San Francisco y es la nueva presidenta del CEUT. Segunda mujer en 55 años en ocupar el cargo, habla de su recorrido personal, los valores que la impulsan y el legado que quiere dejar.
Recorrer su historia es entender cómo la universidad puede transformarse en mucho más que un espacio académico. Desde sus primeros pasos en la UTN, llenos de incertidumbre, hasta asumir la presidencia del Centro de Estudiantes, Valentina Peralta construyó un camino basado en el trabajo en equipo, la contención y el compromiso con los demás. En esta entrevista comparte su visión sobre el rol estudiantil, su forma de liderar y el deseo de dejar huella desde lo humano y colectivo.
Luego de que Micaela Sanmartino dejara su huella al convertirse en la primera mujer en llegar a la presidencia del centro en los 55 años de historia de la UTN, Valentina toma la posta con orgullo y si bien asegura que en sus inicios como estudiante de ingeniería nunca se imaginó en este puesto, asume el desafío con ganas

“Cuando entré a la UTN estaba llena de expectativas, pero también de un montón de dudas. No conocía a nadie, no sabía si iba a poder con la carrera… y sinceramente, nunca me imaginé que algún día iba a estar al frente del Ceut. Al principio me costó un montón adaptarme: entender cómo organizarme, cómo estudiar, cómo rendir una materia. Pero con el tiempo fui encontrando mi lugar, haciendo amistades que hoy son parte fundamental de mi vida y cruzándome con personas que me impulsaron a animarme, a participar y a involucrarme más allá de lo académico. Siento que crecí muchísimo, que me formé en lo académico, pero también como persona”, cuenta la flamante presidenta.
“Mis primeros referentes fueron mis papás: me enseñaron que con esfuerzo, constancia y compromiso todo se puede lograr.”
Desde el mismo momento en que ganó –con más del 71% de los votos- una elección que generó mucha expectativa en el ámbito universitario, Valentina habló de la UTN de una manera muy afectuosa: “Siento que la UTN es mi hogar porque no es solo el lugar donde estudio, sino donde encontré contención, vínculos genuinos y un sentido de pertenencia muy profundo. Acá atravesé momentos difíciles y también celebré logros importantes, siempre acompañada. Lo que más valoro es que, desde el primer día, no me sentí un número más: el trato con los profesores y profesoras también es parte de eso, porque reconocen nuestras trayectorias y están dispuestos a acompañarnos más allá de lo académico”.
Y va más allá: “Además, la facultad brinda espacios que hacen más cómodo y completo nuestro paso por la universidad: desde instalaciones deportivas y espacios recreativos, hasta lugares para estudiar. Por todo eso, más que una institución, la UTN para mí es una comunidad, una casa que elegí y elijo cada día”.

Una forma de construir
Valentina hace mucho énfasis en el trabajo colectivo, y asegura que es algo que se transmite generacionalmente dentro de la casa de estudios. Considera que se trata de una característica identitaria.
“El trabajo en equipo y el sentido de pertenencia son valores que siempre estuvieron presentes en el recorrido del Ceut y que se fueron transmitiendo de una generación a otra. Son parte de una forma de construir que viene desde hace tiempo. Yo aprendí ahí que no hay forma de sostener un proyecto si no es con otros, que nadie puede llevar adelante algo solo, por más voluntad que tenga. Desde la organización de un viaje hasta una actividad simple, todo requiere de coordinación, escucha y compromiso grupal”, cuenta.
En ese sentido agrega: “Ese aprendizaje no se queda solo en lo estudiantil: también nos prepara para el futuro profesional. El día de mañana, como ingenieras e ingenieros, vamos a estar rodeados de personas con las que vamos a tener que trabajar, tomar decisiones, resolver problemas. Saber trabajar en equipo, confiar en el otro, construir desde las diferencias, es una de las herramientas más valiosas que nos deja esta etapa”.

Liderar desde la cercanía
En un plano más personal, Valentina cuenta que no relegó su manera de ser para asumir el rol que hoy le toca: “Aprendí a no dejarme de lado. Mi forma de ser cercana, empática y comprometida es también lo que me permite liderar. No se trata de adaptarme a una estructura, sino de aportar mi visión y mis valores a esa estructura. El equilibrio lo encuentro en rodearme de un equipo que me complementa, que me contiene y que también me desafía a crecer”.
“Ser la segunda mujer en 55 años en ocupar este cargo es tanto un orgullo como una gran responsabilidad. A nivel institucional, significa abrir nuevas posibilidades, generar espacios donde más compañeras puedan verse reflejadas y sentirse parte. En lo personal, representa el desafío de confiar en mí misma, de sostener la seguridad incluso cuando aparecen las dudas, y de aprender a poner límites frente a la autoexigencia. Pero me siento acompañada, respaldada por un gran grupo que me impulsan y me recuerdan que este proceso no es individual, sino profundamente colectivo”, reflexiona.
“El trabajo compartido siempre deja huella. Gracias a quienes me formaron, hoy estoy donde estoy.”
También pondera el rol estudiantil fuera del aula: “Creo que los estudiantes deben tener un rol activo y comprometido fuera del aula, participando en espacios donde puedan expresar sus inquietudes, intereses y propuestas. Su voz es clave para transformar la universidad y vincularla con las realidades sociales que la rodea. Me gustaría fomentar esa participación a través de actividades dentro de la comunidad universitaria”.
Proyectar
La futura ingeniera química se anima a mirar más allá del horizonte: “Mirando hacia el futuro, me gustaría que el legado de mi paso por la presidencia del Ceut no se mida solo por proyectos concretos o gestiones puntuales, sino por haber fortalecido un espacio humano, donde ser buena persona, tener compromiso social y trabajar por el otro sea lo que nos defina. Quiero dejar un centro de estudiantes que escuche, que acompañe, que inspire a involucrarse sin miedo, y que construya comunidad desde lo colectivo. Un equipo que sepa sostenerse, cuidarse y crecer juntos.
En unos años me imagino recibida, ejerciendo la profesión que elegí con pasión, pero sin alejarme de la Universidad ni de su comunidad. Me gustaría seguir colaborando en espacios que fortalezcan el acceso, la permanencia y el bienestar estudiantil, porque estoy convencida de que la formación técnica y el compromiso social no son caminos separados. Quiero seguir aportando desde el rol que me toque en unos años más adelante”.