Análisis
Congreso que debuta…
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La nueva conformación del Parlamento comienza su trabajo en un clima de negociaciones intensas, búsqueda de mayorías y anuncios de reformas de alto impacto. Luego de la “folklórica” sesión en la que juraron los nuevos diputados, comienza un período en el que el gobierno tiene una oportunidad histórica de avanzar con reformas necesarias. Pero su éxito dependerá tanto de los consensos legislativos como de la evolución económica y el humor social.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
La frase futbolera “técnico que debuta gana” condensa la ilusión de que todo estreno trae aparejado un éxito inmediato. El hincha se aferra a esa expectativa porque cada comienzo renueva la esperanza de revertir una realidad adversa. Sin embargo, esa confianza -comprensible cuando aplica a la pasión deportiva- difícilmente pueda evaluarse por el resultado del primer partido, sino que la verdadera medida está en la capacidad de sostener proyectos que permitan atravesar con éxito toda la competencia.
El pasado miércoles, el Congreso de la Nación debutó con una nueva conformación. Las primeras jugadas se tiñeron de estética futbolera. A la, en principio, plausible presencia del presidente de la Nación en el acto de jura de los nuevos diputados, le siguieron episodios más cercanos al espectáculo futbolístico que a la institucionalidad democrática.
Así, el paralelismo inicial cobra allí más sentido. Los lugares comunes del lenguaje facilitan la comprensión, pero no abarcan la complejidad de los procesos reales. En política, la gobernabilidad exige procesos prolongados, eficacia sostenida y capacidad para convertir expectativas en resultados concretos.
El nuevo período legislativo encuentra a La Libertad Avanza como primera minoría en Diputados, una novedad en un país acostumbrado a que el kirchnerismo maneje los tiempos del Congreso. Las crónicas periodísticas exhiben retazos de negociaciones, febriles algunas, con otras fuerzas, así como intentos de cooptación desde el oficialismo, varios de ellos exitosos. Y también exponen la realidad dispersa de la oposición. Este factor convierte al gobierno en un actor capaz de conseguir mayorías circunstanciales. El desafío será consolidarlas.
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Los partidos que vienen
El nuevo escenario del Congreso abre distintos capítulos para el análisis de los “partidos” que se jugarán en los próximos meses. Serán disputas dominadas por la palabra reforma. Laboral, tributaria, del Código Penal y otras “modernizaciones” necesarias asoman en el horizonte cercano. Una primera conclusión sugiere que Milei está más cerca que cualquier presidente no peronista de las últimas cuatro décadas de avanzar sobre áreas históricamente sensibles. La fatiga social, la decadencia económica, el fracaso del populismo kirchnerista, la debilidad sindical son, entre otros, signos que no pueden ignorarse y que hoy habilitan ese avance.
El éxito del gobierno dependerá de su capacidad para construir mayorías, temporales o estables. Además, está en manos de dos variables decisivas que suelen caminar juntas: el humor social y la actualidad económica. Mientras el panorama legislativo ofrece condiciones para fructificar, algunos indicadores económicos todavía exhiben fragilidad. Así, la naturaleza “líquida” de la producción, el empleo y el consumo puede alterar tanto los apoyos legislativos como y el acompañamiento social a las reformas anunciadas.
En este contexto, los “técnicos” oficialistas que debutan en el Poder Legislativo disponen de una oportunidad inédita, pero también enfrentan riesgos conocidos. Se abre una ventana histórica para actualizar normas y estructuras de otro tiempo -varias de ellas obsoletas- aunque el éxito dependerá también de factores socioeconómicos que podrían alterar el terreno.
La primera imagen del nuevo Congreso estuvo marcada por juras insólitas, cánticos futboleros, cruces verbales y gestualidad propia de otros ámbitos. Superado este “folklore” al que la ciudadanía parece ya habituada, para que el Congreso que debuta gane, el poder político deberá alinear a las fuerzas dialoguistas y construir mayorías con rasgos sólidos. Ese objetivo es hoy alcanzable. Pero la necesidad de robustecer la recuperación económica participa del juego. Sobran antecedentes para recordar que la economía puede definir el resultado y determinar si las reformas en discusión ingresarán en la historia o se sumarán a la larga lista de intentos fallidos.
