Con “Corazón de Carpintero” construyen su proyecto de vida
Un espacio de contención y aprendizaje en la Residencia Infanto Juvenil de varones. "Trabajar en la carpintería me despeja la mente, además de ganar mi plata sé que en el fututo voy a tener algo para defenderme", es uno de los testimonios de los protagonistas de esta historia.
Por Isabel Fernández | LVSJ
Desde macetas, estanterías, posa tortas, juguetes didácticos, hasta armarios, camas, cunas y todo lo que surja de la creatividad y el pedido de la comunidad sale del taller "Corazón de Carpintero" que funciona en la Residencia Infanto Juvenil de varones, ubicada en Avellaneda 674 de nuestra ciudad.
En este espacio de trabajo y diálogo -que nació en 2013-, los jóvenes que llegan a la residencia en situación de riesgo, no solo logran fabricar y arreglar muebles sino también construir su propio proyecto de vida con herramientas que le permitirán su inserción laboral a futuro.
En el taller de carpintería cada uno desarrolla y profundiza su talento, ya sea para tallar, armar muebles, reparar e incluso responder los requerimientos de la sociedad que colabora acercándoles trabajo. Lo recaudado por la tarea se distribuye entre los jóvenes que trabajan en el lugar y la compra de insumos para mantener el funcionamiento del espacio que en pandemia aumentó su ritmo de trabajo de la mano de los pedidos que llegan diariamente a través de sus redes sociales.
A La carpintería se suma el lavadero de autos que también funciona en la residencia y forma parte de un combo que brinda oportunidades a los adolescentes que trabajan que tienen entre 14 y 17 años.
"Trabajar en la carpintería me despeja la mente, además de ganar mi plata se que en el fututo voy a tener algo para defenderme", aseguró a LA VOZ DE SAN JUSTO Elías Carrizo de 16 años.
El joven comentó que es muy importante "aprender a construir muebles, a tallar, a arreglarlos, se aprende mucho y eso me hace sentir bien".
Corazón de carpintero, el espacio de trabajo y diálogo de la "resi". | Fotos: Marcelo Suppo | LVSJ
Para su compañero Rubén Goyenechea de 17 años el taller es "una gran oportunidad para aprender muchas cosas que me van a servir cuando egrese. Además de trabajar en la carpintería, el lavadero, también estoy haciendo un curso de chef". Actualmente trabajan tres jóvenes en el lugar junto al educador y encargado, Luis Copes quien fue impulsor del proyecto junto a la directora María José Apendino.
Un espacio de contención y aprendizaje
Copes aseguró que el objetivo es que sea un "espacio de contención, recreativo, en el que también conversamos, nos reímos y todos los días hacemos trabajos nuevos. Los chicos aprenden día a día un oficio que les puede servir para defenderse en la vida y la confianza que tenemos en ellos es muy grande".
"La cantidad de chicos que trabajan varía según la población de la residencia que va rotando, también tenemos una población más chica que aunque no está contemplada en el proyecto pero vienen a ver cómo trabajamos y comparten con nosotros", dijo.
Con las redes sociales y la pandemia aumentaron los pedidos y hay bastante demanda. "Gracias a Dios siempre tuvimos trabajo, en la cuarentena la gente se preocupaba un poco más por la casa y ahora seguimos teniendo pedidos", manifestó Copes.
Aclaró que el fin del espacio "no pasa por el lucro sino por la enseñanza y que sea un espacio de recreación. Se valora el trabajo y una parte de lo recaudado va para los chicos y el resto se destina a la compra de materiales, insumos, herramientas y el mantenimiento del taller".
"Corazón de Carpintero" funciona en Avellaneda 674.
"La gente colabora mucho, se entera de lo que hacemos y no solamente nos traen trabajos sino que nos acercan materiales. Estamos muy agradecidos por el apoyo de toda la comunidad", afirmó.
Hace ocho años comenzaron el taller haciendo juegos didácticos y hoy ya arreglan y fabrican muebles. "Hicimos muebles para oficina, también ayudamos a los jardines de infantes, guarderías arreglando los juguetes que tienen -contó el educador-. Mucho tiempo participamos de las ferias de artesanos pero ahora con la demanda de trabajo se nos hace difícil".
María José Apendino, directora de la residencia destacó que los chicos "armaron un buen equipo, funcionan como una cooperativa de trabajo. Salen con el conocimiento del oficio, también sabiendo lo que significa la responsabilidad, la relación con la gente, etc.".
Agregó que en el lugar los jóvenes hacen vida normal con el acompañamiento de los "tíos de corazón" como nombran a los educadores que los acompañan. "Además de participar en el taller los chicos están cursando el secundario, tienen compañeros, pueden hacer otras actividades como boxeo, yudo, gimnasio, guitarra, chef, natación, equinoterapia, baile, entre otras, y se van abriendo a la sociedad", dijo Apendino.
Remarcó: "Es importante que sepan que ellos también pueden hacer algo, sentirse parte de algo. Siempre les decimos que aprovechen lo que les brinda la residencia para poder aprender, creo que es lo mejor que les pudo haber pasado porque se van con algo".
A la carpintería se suma el lavadero de autos que también funciona en la residencia.
Siempre cerca, como una familia
Con los chicos más grandes los educadores o "tíos" van preparando el egreso a los 18 años para que puedan salir a la sociedad e insertarse, pero aunque se vayan como lo establece la ley, siempre están cerca, como una familia.
"Tratamos de brindar lo mejor de nosotros para que ellos puedan ser. Pasaron muchos chicos por la "resi" y es muy lindo cuando nos encontramos en la calle y nos cuentan cómo están, si fueron papás, si necesitan ayuda con un trabajo. Nos dicen 'tíos' y que podamos ser referentes en la vida de ellos nos llena de satisfacción", finalizó la directora.
La residencia infanto juvenil de varones funciona junto a la de mujeres desde 1982 y 1992 respectivamente y ambas dependen del orden provincial. Comparten el edificio- propiedad de la provincia- de la Casa del Niño, que nació en 1936 y que desde 1997 funciona como una guardería de orden municipal.
Más información en Facebook e Instagram: Corazón de Carpintero.