Análisis
Compromiso que no puede detenerse

Es un error asociar la donación de órganos con la muerte de una persona. Donar es un acto de amor. Es un modo de prolongar nuestra existencia más allá del tiempo físico.
Cada 30 de mayo, la Argentina celebra el Día Nacional de la Donación de Órganos. La fecha recuerda el nacimiento del hijo de la primera mujer trasplantada hepática en un hospital público, un hito que simboliza que donar órganos no es un acto asociado a la muerte, sino a la posibilidad de prolongar la vida de otros.
Gracias al trabajo de instituciones como el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) y al compromiso de miles de profesionales, pacientes y familias, el país ha logrado importantes avances en materia de donación y trasplante. La sanción de la Ley Justina en 2018 (Ley 27.447), que establece el consentimiento presunto para mayores de 18 años, marcó un antes y un después. Sin embargo, a pesar de los logros, la necesidad de seguir generando conciencia es urgente.
Más de 7.000 personas en el país esperan un trasplante para seguir viviendo o mejorar su calidad de vida. Un solo donante puede salvar hasta siete vidas. Detrás de cada trasplante exitoso hay una historia de generosidad: la de una familia que, en medio del dolor, transforma la pérdida en esperanza para otros.
No obstante, no se trata de un proceso sencillo. Aun sin barreras legales ni médicas, los obstáculos culturales aparecen como elemento que debe ser esclarecido, más allá del compromiso creciente de la sociedad en torno a esta problemática. Mantener una sociedad convencida de donar órganos requiere educación sostenida, campañas públicas, formación de equipos médicos y visibilidad de historias reales.
Mejorar las técnicas de trasplante, los tratamientos postoperatorios y la calidad de vida de los pacientes trasplantados es parte del mismo desafío. Y en esa tarea, los recursos son limitados, por lo que la eficiencia, la planificación y el compromiso estatal y social son indispensables.
Pero, fundamentalmente, la responsabilidad también es individual. Aunque la ley presuma el consentimiento, expresar la voluntad de donar es la expresión de un compromiso que debe ser constante. Por ello, por más fechas conmemorativas que se dispongan, la tarea de difusión de los beneficios de la donación no puede encuadrarse solo en las efemérides.
Este 30 de mayo habrá conmemoraciones y se esparcirán numerosos artículos periodísticos como esta nota editorial. Bienvenidos sean para acentuar la toma de conciencia. Pero no alcanza con conmemorar, hay que actuar. La tarea no puede detenerse. Asumir este compromiso es la mejor manera de establecer las bases para que la toma de conciencia sea permanente.
Es un error asociar la donación de órganos con la muerte de una persona. Donar es un acto de amor. Es un modo de prolongar nuestra existencia más allá del tiempo físico. Es el gesto más formidable para celebrar la vida.