Como volar: a los 66 años José hace gimnasia con telas
Flotando en el aire. Trabaja en una fundición y todos los días toma clases de acrobacias en telas. Aseguró que desarrollar esta disciplina deportiva le permitió sentirse libre y desafiar sus propios límites. Por su habilidad en las alturas, cosechó varios premios y venció muchos prejuicios.
"Tan cerca, no importa lo lejos que estemos, no puede haber mucha distancia desde el corazón. La vida es nuestra, la vivimos a nuestra manera", dice Metallica en su canción Nothing Else Matters.
Esa letra, que moviliza hasta a los mayores detractores del heavy metal, se escucha en un gimnasio de barrio Roca de nuestra ciudad, en la esquina de Castelli y España y es inspiradora para José Mansilla que a los 66 años, después de trabajar en una fundición familiar todos los días, reserva una hora y media de su tiempo para tomar su clase de acrobacia en telas, una actividad que hace desde 2016 y que se volvió muy popular en San Francisco.
José tararea la canción mientras entra en calor supervisado por la profesora Cristina Anchino. Ansioso, mira de reojo los largos retazos de acetato deportivo de jersey que cuelgan desde el techo para empezar la actividad.
Las telas están allí, a más de dos metros de altura, pero José no le tiene miedo sino respeto y ganas de tomarse de ellas para comenzar a disfrutar de lo más parecido a volar, a la libertad, sin prejuicios.
La edad, que claramente no hace juicio con su físico, es solamente un número y no impide que arme y desarme figuras en altura, soltándose sin temor.
"Cuando llego a clases, no veo las horas de que la profesora nos diga: 'Cada uno a su tela'. Y una vez que estás ahí, es como si estuvieras flotando. La sensación es muy bonita, es hermosa".
El sanfrancisqueño dibuja acrobacias en el aire. Más que un pasatiempo. Contra todo prejuicio, su habilidad lo llevó a competir y obtener los primeros premios.
"No debe haber viejo más loco que yo"
Al lado de la tela donde José arma las figuras, está Cristina, quien lo guía en cada paso. Su instructora, que siempre lo estimula a superarse, enseguida lo invitó a mostrar sus habilidades en un show y con el tiempo, empezó a participar de competencias.
En los certámenes que participó en su categoría máster masculino (por tener más de 40 años) lo pusieron en lo más alto, obteniendo primeros puestos y menciones especiales. "Yo me considero `categoría Pami´. Creo que no debe haber viejo más loco que yo", bromeó José.
Con el pecho inflado de orgullo, José muestra su medallero
Este hombre, divorciado, con cuatro hijos, abuelo y bisabuelo, cuenta con el apoyo incondicional de su familia pero muchas personas que lo ven en sus presentaciones o se enteran que practica telas, suelen hacerle comentarios desafortunados, pero José los deja pasar, siempre con ganas de seguir aprendiendo. "Muchos me dijeron que esta actividad es de mujeres o de gays, o que estaba viejo para esto. Yo no respondo", reflexionó.
En lo alto, derriba prejuicios y da una lección de superación
De la chapa a las telas
José vive en San Francisco, pero de chico trabaja en una planta de fundición de su familia, en Frontera, y aunque está jubilado, lo sigue haciendo. Un ámbito tradicionalmente masculino como el de la metalmecánica y la metalúrgica parece estar muy lejos de ese otro submundo para José, el de las telas, donde la mayoría son mujeres. Sin embargo, no le impide hacerlo.
Para llegar, José tuvo que derribar una montaña prejuicios. "Cuando empecé, lo primero que pensé fue que hacer tela era cosa de nenas pero empecé a investigar en Internet y me encontré con que muchos hombres también practican esta disciplina. En ese momento, me dije a mí mismo: `Si hay boxeo femenino, fútbol femenino, ¿por qué no puedo hacer telas? Y acá estoy".
Flotando en el aire
El acróbata es tímido, pero alienta a aquellos que ponen la edad como excusa y no son felices. "Si sirve de algo mi experiencia, espero que estimule a otros de mi edad a hacer lo que les gusta y a ser felices. El primer paso es animarse", reflexionó.
José vuelve a mirar las telas, las toma y comienza a elevarse lentamente. Para él no está lejos el inicio de los retazos de jersey porque como dice la canción de Metallica, no hay distancia desde el corazón y ese es el músculo que lo eleva a este hombre de 66 años que da una lección de vida.
"Cuando llego a clases, no veo las horas de que la profesora (Cristina) nos diga: 'Cada uno a su tela'. Y una vez que estás ahí, es como si estuvieras flotando. La sensación es hermosa".