Clide Azan: "Cuando veo una mujer, ya me imagino su vestido"
La modista y diseñadora de modas cumplió 70 años. Sus diseños y vestidos fueron la fuente de trabajo pero además el motivo para seguir adelante ante los duros golpes de la vida.
En el primer piso de una casona en bulevar 25 de Mayo al 1800, se dejan ver vestidos de ensueño. Son de Alta Costura, poco vistos en nuestra ciudad y que pronto lucirán madrinas, quinceañeras y novias.
Esas obras de arte pertenecen a Clide Alassia de Azan, la modista que desde hace más de 50 años se dedica a crear y confeccionar vestidos a medida.
Con 70 años de vida recién cumplidos, esta artífice que vistió a muchas mujeres de San Francisco y la región hizo un balance de sus décadas de carrera y destacó el rol de esta vocación que la ayudó, junto a su conversión al culto evangélico, a superar la enfermedad de una hija y el fallecimiento inesperado de su único hijo varón. Hoy con sus cuatro nietos y su hija menor también diseñadora, transitó un cambio vida y sigue planificando su futuro. En un encuentro íntimo con Voz Mujer, la mujer se confiesa lejos de la fama y más cerca de lo que ama: la moda.
- Setenta años recién cumplidos y toda una vida entre hilos y agujas...
La marca tiene 30 años y hace quince que estoy en este local de bulevar 25 de Mayo. Tuve una vida muy dura y difícil. Si miro para atrás, volvería a hacer todo para poder llegar donde llegué hoy.
- De remera negra y pantalón blanco, muy sencilla entre tanta moda
Siempre fui así. De hecho, cuando mi hija menor María Florencia se iba a casar, las clientas bromeaban con el vestido que me iba a hacer y fue más sencillo de lo que cualquiera puede imaginar. Me hice un vestido largo de seda natural pero sin pedrería.
- En estos años, ¿sufriste críticas por tu trabajo?
La persona que hace, recibe críticas. Pero también elogios. En mi trayecto como modista tuve un solo conflicto importante pero fue por ir con la verdad.
- La mirada, con tantos años de carrera, ya más que aguda...
Apenas llega la mujer, lo primero que hago es ver lo que traen pero por sobre eso, observo su cuerpo. Las escucho mucho, comparto con ellas la intimidad de lo que buscan pero sutilmente voy aconsejándolas. Me pasó muchas veces con chicas con cuerpos reales que las convencí de hacer cambios a sus vestidos ideales para que les quede bien. A veces pido disculpas por ser tan directa. Cuando veo a una mujer, ya me imagino su vestido.
- ¿La tecnología atentó contra la exclusividad?
Las chicas llegan al atelier con muchas fotos en su teléfono celular mientras que antes solo teníamos revistas y hacíamos el diseño a mano mientras charlábamos. Más allá de la tecnología, hay que conocer de telas, sus cortes y qué queda bien.
- ¿Se perdió la Alta Costura?
En los años que tengo en esto, la gente siempre busca lo bonito y lo que calce bien.
- ¿Cómo se lidia con los precios?
No es fácil. Y entiendo a la gente que le cuesta o que no puede gastar más de lo que tiene porque a veces, hay otras prioridades. A mis clientes les doy diferentes opciones, con distintas telas. En algunas ocasiones, mi mano de obra casi no la cobro con tal que se cumplan los deseos.
- ¿Cómo te definirías?
Soy diseñadora de modas de Alta Costura, porque hasta allí llegó mi formación.
Toda mi vida me dediqué a estudiar, desde que era muy chiquita y cuando jugaba con mis amigas en la zona rural de El Tío, era la costurera. De hecho, admiraba la modista que nos hacía la ropa y siempre decía que iba ser como ella.
A las 14, mis padres me llevaban dos veces por semana para aprender costura. De ahí, seguí estudiando ya con mis niños chiquitos pero en la ciudad de Buenos Aires.
- La vida te dio y te quitó a la vez...
Perdí a mi hijo Juan José hace cinco años en un accidente de tránsito en Villa María. Juan José falleció a principios de noviembre de 2014, en la época de trabajo más fuerte para mí porque tenía todo tipo de fiestas y muchas entregas que hacer. A mi hijo lo sepulté un domingo y el martes siguiente volví al taller para seguir y fue allí donde me aferré más a mi profesión. En aquel momento, la gente fue muy cálida conmigo, algunos que no conocía. De todos modos, sé que fue Dios el que me ayudó a salir adelante y me dio la fortaleza para seguir.
- ¿Sos una mujer espiritual?
Ya había vivido una fea experiencia, mi hija mayor Myriam (50) había atravesado un cáncer a los 19 años. Ella, sanó gracias a su espiritualidad y que los médicos indicaron que fue un milagro. Ella se paró firme en el Evangelio y luego de su conversión, yo también acepté el culto Evangélico.
- Todo el mundo conoce a Clide Azan
Mi hija me dijo que la gente nos conoce más de lo que imaginamos y cuando algunos me dicen que soy famosa, a mí no me gusta ese término. Siempre fui perfil bajo, trato de hacer lo mejor que puedo con toda la fuerza y el espíritu. Lo peor que me podía pasar en los desfiles, que ya casi no hago, es salir a lo último y que todo el mundo me vea.
- Tu hija María Florencia también es diseñadora de modas... ¿Quisiera que herede el imperio que creaste?
Florencia tiene su propia marca (Flor Azan). Con sus 36 años tiene el mismo conocimiento que yo tuve a los 50. Ella se anima más a los desafíos que le proponen que yo. Florencia vive en Buenos Aires con su familia, pero constantemente estamos en comunicación y nos ayudamos una con otra.
Clide, junto a su hija Maria Florencia (Foto: Marcelo Suppo / LVSJ)
- ¿Tenés ganas de seguir o ya querés dedicarte a tus nietos?
Voy a trabajar hasta que el cuerpo me dé. Vestí a muchas generaciones y eso me da mucha satisfacción. A lo mejor Flor sigue con esto pero ella ya está haciendo su camino.