Claroscuros de la ganadería
La exportación de carne vacuna viene de un 2019 récord, pero el consumo interno sigue en caída, lo que produce un notable contraste.
El 2019 cerró con un récord histórico de exportaciones de carne vacuna. Durante el año se vendieron al exterior 830.000 toneladas, superando largamente el techo anterior que había sido en 2005 con 771.000 toneladas. Este dato ciertamente positivo debe contrastarse con el que establece una merma también significativa en el consumo interno. Según la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, la demanda se quedó en el piso de 51 kilos por habitante/año, con una baja sensible respecto de los períodos anteriores.
Entonces, la pérdida del poder adquisitivo de la población motivó esta baja que llegaría al 5% en el consumo de todas las carnes rojas este año respecto del anterior. Por fortuna para la producción ganadera y la industria frigorífica, las ventas al mundo mostraron cifras que triplican a las de 2016. De lo contrario, existiría una sobreoferta y muchas plantas faenadoras tendrían exceso de capacidad ociosa y sucumbirían ante la falta de rentabilidad.
Estos claroscuros son una constante de la producción de carne en el país durante, al menos, la última década. Mientras crece notablemente la exportación, el consumo por habitante se desploma. Esta última circunstancia, observada desde el punto de vista de la salud pública es positiva. Aunque es preciso aclarar que si bien el registro de consumo interno es el más bajo de los últimos años (109 kilogramos por habitante), la Argentina sigue teniendo uno de los índices más elevados a nivel mundial.
En este contexto desparejo y singular se mueve hoy una actividad que aguarda precisiones acerca de cómo se desenvolverán las variables macroeconómicas en el futuro cercano, luego de las primeras medidas del gobierno nacional. La discusión sobre retenciones a las exportaciones vacunas, entre otros factores, será una instancia crucial para determinar hacia dónde caminará el sector en los meses venideros.
De todos modos, el crecimiento de la producción y la exportación abren perspectivas promisorias. El stock ganadero todavía no se ha recuperado de la depresión de hace una década cuando el gobierno de entonces lanzó un programa para "defender la mesa de los argentinos" que terminó despoblando de vacas los campos más propicios para esta producción. En el 2007, el país contaba con 60 millones de cabezas, mientras que en la actualidad se estima que son unos 53 millones.
Con la aplicación de las políticas de estímulo llevadas a cabo en los últimos años y apelando a un manejo más eficiente de los rodeos, las perspectivas que se abrirían serían inmejorables. La Argentina podría aumentar sus exportaciones de carne vacuna a 2 millones de toneladas y generar unos 10.000 millones de dólares. Este número es mayor al que hoy ingresa por las exportaciones de soja.
Si bien se ha revertido la tendencia negativa que se verificó hace una década producto de aquella nefasta política ganadera aplicada por la mano de hierro de la entonces gestión de la Secretaría de Comercio, es necesario consolidarla. Si no vuelven los claroscuros, ya no tendrán sentido aquellos lamentos que daban cuenta de que, por ejemplo, Paraguay y Uruguay habían sacado ventajas y tenían más cantidad de cabezas en extensiones de tierra mucho menores que las de nuestro país.