Sociedad
“Chu Chu Ua”, la perrita comunitaria que se ganó el corazón de los comerciantes del centro
El kiosquero Daniel Varrone fue el primero que le dio un refugio a la perrita y desde allí forjaron una hermosa amistad. Lamentablemente, Daniel falleció este año, pero Chu Chu Ua sigue visitando el lugar en el que siempre le dieron un techo y un plato de comida.
En el corazón de San Francisco, entre los negocios del centro y el bullicio diario, hay una perrita comunitaria llamada “Chu Chu Ua”, la cual se ha ganado un lugar especial en los corazones de comerciantes y vecinos.
Chu Chu Ua llegó al centro hace algunos años, pequeña y desprotegida. En aquel entonces, el Kiosco Alicia, ubicado junto a la fuente de la Plaza Cívica, ya era hogar de “Tita”, otra perrita comunitaria. Sin embargo, el dueño del comercio, Daniel Varrone, la recibió igualmente con los brazos abiertos para que pueda tener un refugio.
Alejandra, esposa de Daniel, recordó cómo fue esa llegada y señaló: “Cuando Chu Chu Ua llegó, era muy chiquita y empezó a quedarse afuera. Nosotros comenzamos a darle de comer y, con el tiempo, se hizo amiga de Tita”.
Durante los inviernos más fríos, Daniel y Alejandra decidieron abrir las puertas del kiosco para que las dos perritas pudieran dormir adentro. “Dormían juntas cuando Daniel cerraba a la noche. A la madrugada, él volvía para salir a repartir los diarios y ellas salían”, relató Alejandra.
Cuando Daniel falleció en julio de este año luego de una dura enfermedad, su ausencia dejó una huella profunda en Chu Chu Ua. “Me imagino que la perrita lo sintió porque era muy compañera de Daniel, cuando él llegaba al kiosco, ella le hacía una fiesta tremenda. A su vez, intentamos que no sufriera la muerte de Daniel. Hoy sigue teniendo nuestro afecto y el de toda la ciudad”, comentó Alejandra.
Actualmente, Chu Chu Ua reparte sus días entre diferentes rincones del centro. De vez en cuando, visita el kiosco donde vivió tantas experiencias junto a Daniel y Alejandra. Aunque sus visitas son menos frecuentes, su espíritu simpático sigue siendo el mismo.
“No pasa tan seguido por el kiosco como antes, creo que es una manera de demostrar que le duele la ausencia de Daniel”, destacó Alejandra.
Pero Chu Chu Ua no está sola, debido a que los comerciantes del centro cuidan de ella como si fuera suya. El carnicero, Juan Pablo Blanco, es uno de ellos. “Siempre viene a la noche a buscar algo. Se para en la puerta, ladra un poco y le doy algo para comer”, relató Juan Pablo.
La relación de la comunidad con Chu Chu Ua es un ejemplo de cómo el cariño a un ser vivo puede unir a las personas. En cada esquina, hay alguien dispuesto a ofrecerle comida, refugio o una caricia. Y aunque la ausencia de Daniel se siente, su legado de amor y cuidado hacia las perritas comunitarias sigue vivo en el centro de San Francisco.