Cartas que no se escriben, letras que mueren
Provoca añoranza pensar en una misiva con letras sobre un papel amarillento. Hojas que daban cuenta de sueños y sentimientos. Internet cambió todo y aunque el correo se reinventó para poder sobrevivir, no pudieron hacerlo estas esquelas que lentamente mueren con el tiempo.
Por Ivana Acosta
Hubo una época donde las personas elegían un tipo de papel especial, un sobre y estampilla acorde a la ocasión y se sentaban a escribir. El motivo podía ser cualquiera: una salutación por la Navidad, un cumpleaños, el amor y hasta una notificación formal.
El procedimiento era sencillo, si se tenía la estampilla podía pasarse por un buzón de los tantos que había en la ciudad y dejar la carta para que la busque y reparta el cartero. O la otra opción era ir y completar el procedimiento en el edificio del Correo.
Ahora casi nada de eso existe y el correo debió reconvertirse para seguir existiendo como tal.
Las cartas que nos llegan no son perfumadas, ni hacen mención a alguna fecha en especial; sino que en su mayoría provienen de alguna entidad y cumplen el rol de notificar un hecho en particular.
"En un tiempo había tres o cuatro repartos por día, a la mañana y a la tarde. El servicio era muy bueno, las empresas, incluso los domingos, podían mandar personal a buscar correspondencia para entregar, no había reparto pero sí se podía buscar", comentó el titular de la Fundación Archivo Gráfico y Museo Histórico (AGM), Arturo Bienedell a LA VOZ DE SAN JUSTO.
El sistema estaba aceitado, tanto así que si llegaba la carta y se la podía responder en el mismo día, al siguiente el destinatario tenía el sobre en su buzón. Esta forma de comunicación era la más eficiente en aquel momento, dado que servía como prueba escrita en caso de una notificación, pero también porque era rápido y eficaz para aquellos tiempos donde la instantaneidad todavía no era parte de nuestras vidas.
Trenes y buzones
Las trenes y los buzones para cartas ubicados en múltiples puntos populares de la ciudad fueron dos aliados importantes para los vecinos que necesitaban dejar una carta para ser enviada, o en su caso que se la llevara a lugares distantes de la ciudad.
"Los trenes tenían vagones especiales con bolsas de lona para trasladar las cartas.
En el buzón, la gente para no ir al Correo podía dejar la carta depositada con la estampilla y el cartero la buscaba", rememoró Bienedell, y agregó que de esos espacios hoy solo queda uno en frente del Banco de la Nación Argentina como "testimonio histórico de aquella época".
¿Qué se enviaba?
Las cartas siempre provocan nostalgia entre quienes crecieron en épocas donde tener teléfono era sinónimo de lujo. Aprender a escribir bien y poder expresar con exactitud las ideas en el papel no era tarea sencilla.
La gente elegía el papel específico, un sobre que acompañara la motivación de la carta y una estampilla acorde. Adentro podía ir un papel o muchas páginas que contaran anécdotas de viajes, salutaciones por un cumpleaños o las tradicionales fiestas.
El titular del AGM resaltó un detalle de importancia que marca un quiebre de aquella época con esta donde la inmediatez tiene más vigencia que nunca. "Este sistema de correspondencia postal permitió que tengamos testimonios de aquel momento, pero ahora con todo lo que existe por internet eso se va a perder porque todo lo electrónico se puede borrar y es difícil que se conserve", comentó.
Ícono de una vieja época donde se dejaba la carta para que la busque el cartero, el buzón en frente del Banco Nación se convirtió en un elemento más de la ciudad
¿Y hoy?
Enviar una carta personal es un recuerdo que las nuevas generaciones no tienen presente. De hecho, el servicio de correo es poco utilizado para estos fines. Los carteros en la actualidad tienen sus bolsos llenos de sobres enviados por empresas, que indican una factura, un vencimiento o una promoción.
El distribuidor de correspondencia de Correo Andreani, Maximiliano Santillán, explicó que "hoy no se usan más las tarjetas personales" y el sistema "es más comercial y está bancarizado".
Los repartidores de cartas dijeron que la costumbre de personalizarlas se perdió, hoy lo que más se llevan son notificaciones, facturas y compras derivadas del e - commerce
Es más común recibir un producto en una caja fría y estandarizada que indica que adentro hay un pedido de algún distribuidor lejano a quien le compramos por internet. Ya no hay esquelas perfumadas, tampoco se tienen estampillas en casa. Las cartas se pierden, pocos se sientan a escribir y con ellas lentamente todo aquello manuscrito se pierde en el tiempo.