Análisis
Cambio climático: frente a una nueva cumbre
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La próxima cumbre del clima en la Amazonia llega en un momento de inflexión para la humanidad. Con el reconocimiento de la ONU de que el objetivo del Acuerdo de París ya no podrá cumplirse, el desafío será evitar un colapso ambiental irreversible. Entre la inacción política y la urgencia científica, el encuentro en Belén se perfila como una oportunidad decisiva para redefinir el rumbo del planeta.
La 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima se celebrará del 6 al 21 de noviembre de 2025 en Belén, capital del Estado brasileño de Pará, en la región de la Amazonia. Se trata de una nueva cumbre de líderes mundiales, científicos, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil para debatir las medidas que deben adoptarse para combatir el cambio climático.
Ante la inminencia de esta reunión, el secretario general de las Naciones Unides, Antonio Guterres reconoció que ahora es “inevitable” que la humanidad supere el objetivo del acuerdo climático de París, con “consecuencias devastadoras” para el mundo. Pidió a los líderes políticos que se sumen al reconocimiento del fracaso de los intentos por frenar el calentamiento global: “Lo cierto es que no hemos logrado evitar un sobrecalentamiento por encima de 1,5 °C en los próximos años. Y superarlo tiene consecuencias devastadoras. Algunas de estas consecuencias devastadoras son puntos de inflexión, ya sea en la Amazonia, en Groenlandia, en la Antártida occidental o en los arrecifes de coral”, sentenció.
Por ello, instó a cambiar el rumbo “para asegurar que el sobrepaso sea lo más breve y de menor intensidad posible para evitar puntos de inflexión como el de la Amazonia. No queremos que la Amazonia se convierta en una sabana. Pero ese es un riesgo real si no cambiamos y si no logramos una reducción drástica de las emisiones lo antes posible”.
En verdad, la última década no ha mostrado avances significativos en la lucha contra el cambio climático, pese a que se ha tornado evidente que estamos viviendo los años más calurosos de la historia del planeta. Las alarmas científicas que se emiten por el aumento de la temperatura global provocada por la quema de combustibles fósiles no parecen haber sido atendidas por muchos gobernantes. Algunos de ellos, incluso, niegan el fenómeno y descreen de sus consecuencias.
Los datos son concluyentes al respecto: Menos de un tercio de las naciones del mundo (62 de 197) presentaron sus planes de acción establecidos por el Acuerdo de París. Estados Unidos, bajo el gobierno de Donald Trump, abandonó el proceso. Europa ha prometido, pero hasta ahora no ha cumplido. China, el mayor emisor del mundo, tampoco hizo lo suyo.
En este contexto, la cumbre sobre el tema que se desarrollará en breve en la Amazonia no alberga demasiadas expectativas de éxito. Porque la conciencia sobre el problema parece irse desvaneciendo. No obstante, sigue siendo imperioso insistir en que de las medidas que se adopten en este tiempo dependerá la situación climática de la segunda mitad del siglo XXI.
Por ello, el efectivo cuidado del medio ambiente y la reducción drástica de las emisiones son condiciones necesarias para alcanzar un futuro sustentable. Es un compromiso que debe asumirse sin medias tintas más allá de los exacerbados líderes mundiales que no visualizan la dimensión del problema.
