Análisis
Caballos sueltos: problema irresuelto
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¿Hasta cuándo deberá arriesgarse la vida humana para que se actúe con el rigor necesario? ¿Cuántos nuevos casos se necesitarán para que se entienda que no es un asunto anecdótico, sino una problemática que afecta la seguridad de las personas?
Otra vez accidentes, otra vez colisiones con caballos sueltos, otra vez una historia que pudo ser trágica y, por fortuna, no lo fue. Ocurrió días atrás en jurisdicción de Frontera, sobre la ruta 19, a la altura de los moteles y de la planta de CBSé. El vehículo, ocupado por un padre y su hija, impactó contra un animal que irrumpió de manera repentina en la calzada. No hubo heridos, pero los daños materiales fueron importantes. También, esta madrugada otro siniestro vial sobre la Autovía 19, a la altura del kilómetro 124, por la misma causa.
Estos episodios reabren un problema que sigue sin resolverse: la habitual peligrosa presencia de caballos sueltos en las rutas y calles de ingreso a la ciudad. Un asunto que ha sido advertido en más de una ocasión, que ha motivado amplia discusión en todos los estamentos. Sin embargo, nada de eso ha sido suficiente. Y los accidentes siguen repitiéndose.
No se trata de una exageración ni de una alarma infundada. Basta con recordar el caso de Matías Olivieri, joven deportista sanfrancisqueño que en noviembre de 2024 estuvo al borde de la muerte tras chocar con un caballo suelto sobre la misma ruta 19. Este diario publicó recientemente el relato de su recuperación -lenta, dolorosa, aún inconclusa- y el testimonio de su compañera, Micaela. Sus palabras conmueven por su honestidad, pero también interpelan. Porque, como bien señalaron, nada cambió después de aquel accidente. Ni el de Matías, ni los que lo precedieron, ni los que vinieron después alcanzaron para que se tomen medidas efectivas.
¿Hasta cuándo deberá arriesgarse la vida humana para que se actúe con el rigor necesario? ¿Cuántos nuevos casos se necesitarán para que se entienda que no es un asunto anecdótico, sino una problemática que afecta la seguridad de las personas? La tenencia irresponsable, el abandono, la negligencia en el manejo de estos animales no puede seguir siendo tolerada con liviandad.
Está claro que no se trata de culpabilizar a los caballos. Ellos, como cualquier otro ser vivo, son víctimas del desamparo, del maltrato o del descuido de sus propietarios. Pero también es claro que, en zonas densamente transitadas, como las rutas nacionales, provinciales y accesos urbanos, la circulación de equinos sueltos representa un riesgo inaceptable.
En cada accidente está la evidencia de una responsabilidad no asumida en plenitud. Porque permitir que los equinos sigan deambulando sin control es una forma inadmisible de negligencia. Y es también una manera silenciosa, pero muy real, de violencia: contra los animales, contra las personas que circulan por los caminos, contra las familias que deben atravesar el trauma de una tragedia que pudo evitarse.
El margen ya casi no existe. Se debe actuar a fondo. Cada caballo suelto en la ruta o en las calles no es solo un animal en riesgo: es una advertencia palpable de lo que puede suceder si las cosas continúan de este modo.