Análisis
Bullying: reconocer es el primer paso
La violencia escolar, como el bullying, afecta gravemente la convivencia y el aprendizaje. La familia y la escuela tienen un rol clave en reconocer el problema y buscar soluciones para proteger a las víctimas.
Esta semana se reanuda la actividad en todos los niveles del sistema educativo provincial. Con el inicio del ciclo lectivo, se renuevan las expectativas, se ponen en marcha las planificaciones y se retoman los temas más urgentes de la vida escolar, con el objetivo de analizarlos en profundidad dentro de cada comunidad educativa.
Es sabido que a las actividades propias de la enseñanza y el aprendizaje se suman factores adicionales que influyen en el rendimiento académico de los estudiantes de todos los niveles. También impactan en el clima institucional, entendido como el conjunto de condiciones que favorecen la adquisición de conocimientos, el desarrollo de capacidades y el adecuado funcionamiento de toda la comunidad escolar.
En este marco, se hace necesario reconocer, en este tiempo en especial, que el bullying y al ciberbullying, son formas de violencia entre los estudiantes que obstaculizan el desarrollo del clima escolar. La importancia de visibilizar estas situaciones de hostigamiento se desprende de datos que difundió el colectivo Argentinos por la Educación, los cuales reflejan diferencias en la percepción del problema entre estudiantes y directivos de instituciones educativas.
El informe, elaborado con datos de los cuestionarios complementarios del operativo Aprender 2019, destaca que un 75,4% de los estudiantes presenció episodios de discriminación por aspecto físico, y un 67,7%, por características personales o familiares, tales como religión, nacionalidad, género o discapacidad. Asimismo, un 54,5% de los estudiantes percibió amenazas o agresiones físicas entre compañeros.
No obstante, cuando fueron consultados sobre los conflictos de convivencia entre los alumnos, solo el 2,8% de los directores consideró que el bullying constituye “un problema serio”. En el mismo sentido, un 17% lo catalogó como un “problema moderado” y un 41,2% lo clasificó como “un problema menor”. En tanto, el 39% afirmó que la convivencia escolar “no es un problema”.
Esta diferencia de percepción entre estudiantes y directivos respecto de los conflictos y la violencia escolar es un dato preocupante. Porque para resolver un problema, el primer paso es reconocerlo. Si no se lo coloca sobre la mesa, se lo discute y analiza, poco se podrá hacer. Cuando las instituciones educativas tienden a minimizarlo, las intervenciones necesarias se postergan o se dificultan, lo que puede agravar sus consecuencias y hacer que el abordaje del problema se vuelva aún más complejo.
Es innegable que vivimos en una sociedad donde la violencia parece haberse generalizado. Para revertir el panorama, la familia y la escuela tienen una función central. Si el bullying no se reconoce como grave, si no se escucha la percepción de quienes lo padecen o son testigos, complicado será encontrar soluciones efectivas. Con ello, la convivencia escolar y el aprendizaje se verán seriamente afectados, además de los perjuicios físicos y emocionales que sufren las víctimas del acoso.