Beatriz y Adolfo los que mantienen vivo al idish en San Francisco
Tras el éxito de la serie de Netflix "Poco ortodoxa", surgió la curiosidad sobre este dialecto de los judíos. En nuestra ciudad, Beatriz Stilman y Adolfo Kuznitzky son los que aún conservan esta lengua que supo hablarse hace 60 años por estas tierras y ya desapareció como la colectividad.
En tiempos de cuarentena, la industria cinematográfica descubre temas que no le prestaríamos atención y pasarían desapercibidos.
La serie de Netflix "Poco ortodoxa" (2020) basada libremente en la autobiografía de Deborah Feldman, una escritora norteamericana que decidió dejar la comunidad religiosa judía en la que vivía para descubrir un nuevo mundo. Ya instalada en Berlín, ella corrió el velo de la lucha de la liberación de una mujer judía de las costumbres sionistas, pero además, deja al descubierto el idish-también se escribe "Yiddish"-, la lengua que tiene una base de alemán y cruza otros idiomas y se habla toda la miniserie.
En nuestra ciudad, Adolfo Kuznitzky y Beatriz Dikenstein de Stilman son unos de los pocos que atesoran el idish como la lengua que hablaban sus padres y abuelos, aunque ahora eso se fue perdiendo y no tienen con quién compartirlo en su familia.
Lo que representa el dialecto "piamontés" para los italianos, es el idish para ellos con algunas "malas" palabra que resiste a morir.
"En esta ciudad prácticamente no hay familias judías así son contadísimos los que puedan hablar y entender; además, desde que falleció mi madre no tengo con quien hablarlo, salvo las malas palabras. Por esa razón, para muchos es un recuerdo hermoso, pero nada más que eso", dijo Adolfo Kuznitzky a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Para Beatriz Dikenstein de Stilman, la sensación es la misma. "Al fallecer mi querida amiga Dora Segall, no tuve con quien hablar nuevamente idish. De hecho, mi esposo Héctor, tampoco entendía el dialecto porque sus padres no lo habían aprendido asique siempre fuimos pocos los que nos expresamos con esta lengua".
Ambos entrevistados contaron a este diario que con ellos muere esta lengua en esta ciudad porque ningunos de los hijos de ambos continuaron con el dilecto, aunque conocen algunas palabras.
De entrecasa
Las familias judías que habitaron nuestra ciudad llegaron desde otras localidades del país y el dialecto siempre fue hablado puertas adentro o con algún judío amigo. "En San Francisco hubo alrededor de cincuenta familias judías que hablaban idish en sus casas, pero nunca en la calle. También hay que excluir a las familias sefarditas que tampoco lo hablaban y tenían otro dialecto que sería lo que se conoce como ladino que proviene del español antiguo", contó Kuznitzky.
"Tan fue mi primer idioma que cuando ingresé a primer grado tenía serios problemas de pronunciación", agregó.
La historia de Beatriz acompaña el testimonio de Adolfo. "Con la única que hablaba era con mi amiga Dora Segall, quien era oriunda de Moises Ville donde se hablaba el dialecto, y en alguna oportunidad con otros vecinos, pero siempre fue con ella", manifestó la entrevistada.
"Hace 50 o 60 años atrás había una gran colectividad de judíos en San Francisco pero poco a poco fueron emigrando hacia otras ciudades como Córdoba y Buenos Aires porque aquí no había templos, aunque recuerdo que en mi antigua casa quinta en barrio El Prado solíamos hacer reuniones de oración entre los representantes de la comunidad".
Beatriz recordó sus años de aprendizaje del idish en su casa paterna en Villa Clara, en la provincia de Entre Ríos, donde conoció a su esposo Héctor. "Mi padre llegó escapando de la Guerra junto a su familia desde Rusia a una colonia de judíos en Entre Ríos. En ese lugar, todos hablaban idish y mi padre tuvo que aprender el dialecto y el idioma español para poder pertenecer a la comunidad que los recibía. Mi mamá, judía pero nacida en Argentina sí hablaba idish, y ambos me inculcaron el dialecto".
Beatriz aprendió este idioma en casa al igual que Adolfo. "Mis hermanos y yo entendíamos el idish pero muy poco. Por la mañana, asistíamos a la escuela laica y por la tarde, a la hebrea para aprender hebreo", agregó la mujer. Y recordó: De hecho, cuando éramos chicos y no querían que nos enteráramos de algo, hablaban fluido el dialecto para despistarnos", dijo la mujer.
Historia
La Diáspora judía hizo que los judíos hablaran las lenguas de los países en los que se instalaban, así como algo de sus costumbres, sobre todo las culinarias. "Los judíos italianos hablaron los dialectos de cada región, como por ejemplo el judeo piamontés adaptado a algunas particularidades, sobre todo religiosas", detalló Kuznitzky.
"El Idish nació en ambas riberas del Rhin por que se puede decir que es el Judeoaleman, o sea el alemán medieval.
La concentración judía de esa geografía se volvió a dispersar por muchos países del este europeo como Rusia, Polonia, entre otro. Allí donde fueron, esas personas volvieron a adaptarlo con otras costumbres. Al final, fue por lejos el dialecto judío más hablado y el único que tiene un premio nobel en Literatura que fue Isac Bashebis Singer", explicó el escritor.
En la Argentina, "cuando este dialecto era floreciente en Buenos Aires había dos periódicos y se realizaban espectáculos como obras de teatro y comedias musicales al estilo Broadaway con tap y todo. El que se lucía en ese ámbito era el padre de Adrián Suar que como apodo artístico era Leibele Shwartz (Luisito Negro)".
Legado
Kuznitzky señaló que en la actualidad los únicos que lo hablan son las comunidades religiosas ortodoxas que son una fuerte minoría y variada. "En Córdoba, por ejemplo, hay un coro que canta en idish", precisó el escritor como señal del legado que dejaron sus antepasados.
Para el investigador, la comunidad global judía es cada vez menos importante por la asimilación, conversiones, y matrimonios religiosos mixtos. "El idish subsistirá, aunque con menos importancia, en las ciudades grandes Nueva York, Buenos Aires y Córdoba. Se convertirá como el piamontés, en un buen recuerdo de los antepasados", opinó Kuznitzky.
El escritor es consiente que esta lengua se irá perdiendo con el tiempo en comunidades más pequeñas como nuestra ciudad, pero indicó que realizará todo el esfuerzo para preservarlo.
En sintonía, Beatriz siente nostalgia por no poder ya practicarlo y que se pierda con el tiempo. "El idish tiene una carga sentimental y simbólica muy importante para mí. A pesar que no lo puedo practicar, es un orgullo mantener vivo parte de la historia de mi pueblo", concluyó la mujer.