Análisis
Barómetro de la libertad

El ejercicio responsable del periodismo se desenvuelve en este embravecido contexto en el que la tolerancia hacia la crítica es cada vez menor, en el que los ataques verbales se suceden y en el que las maniobras de manipulación son cada vez más sutiles.
“Me he visto obligado a dejar mi trabajo porque la inclusión en la lista negra me impide realizar mi trabajo. Mi familia se enfrenta a la posibilidad de la ruina financiera debido a los costos legales. Nos han llegado amenazas, incluso de acosadores que nos han hostigado y divulgado información personal. Nuestros amigos se han distanciado por miedo a represalias. Un funcionario del DHS incluso fue despedido después de que circularan fotos que mostraban que en 2019 asistió a mi boda”.
El periodista y ex funcionario del primer gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, Miles Taylor, relató en la revista Time las peripecias que debe vivir luego de que el gobierno norteamericano emitiera un memorando presidencial que ordenaba investigarlo, “por el solo hecho de criticar aspectos de su gestión”. Este proceso se inició luego de que la Casa Blanca aprobase un documento que actualiza la política sobre “la obtención de información o registros de los miembros de los medios de comunicación”. Por esta disposición, el departamento de Justicia del país del norte “no tolerará divulgaciones no autorizadas que socaven las políticas del presidente Trump, perjudiquen a las agencias gubernamentales y perjudiquen al pueblo estadounidense”.
Se trata de un caso testigo de lo que viven hoy periodistas de todo el mundo, no solo en los países en los que gobiernan regímenes autoritarios, sino también en los que siguen proclamándose paladines de la libertad y la democracia. Por ello, en la celebración del Día del Periodista, creemos pertinente ensayar reflexiones sobre la realidad del oficio de informar también en nuestro país.
Una orden de tono similar a la que se conoció en Estados Unidos figura en el texto del Plan Nacional de Inteligencia, que la prensa difundió hace pocos días. Allí se puede leer que la Side está autorizada a “recabar información” sobre quienes puedan “erosionar” la confianza pública en los funcionarios. Socavar y erosionar no son verbos sinónimos, pero se parecen mucho cuando aparecen escritos en el contexto de normativas que pretenden, aunque lo nieguen con énfasis, coartar la libertad de prensa.
El ejercicio responsable del periodismo se desenvuelve en este embravecido contexto en el que la tolerancia hacia la crítica es cada vez menor, en el que los ataques verbales se suceden y en el que las maniobras de manipulación son cada vez más sutiles. Un ambiente inquietante en el que los hechos son interpretados como opiniones o pasan a formar parte de teorías conspirativas. Varias décadas antes de que se acuñara el término “posverdad”, Hannah Arendt ya advertía el peligro de que la distinción entre mentira y verdad se vuelva insignificante.
Por ello, sin la pretensión de hacer una defensa corporativa, el Día del Periodista es un buen momento para reflexionar sobre la labor de la prensa en este tiempo. Así, podemos tomar prestada una sentencia de Mario Vargas Llosa: “El periodismo es un barómetro fundamental del grado de libertad que hay en una sociedad: necesitamos ese derecho de crítica, esa libertad de expresión que da el verdadero periodismo para que una sociedad sea realmente democrática”.