Análisis
Baja de impuestos que no llega

La carga tributaria sigue siendo tan pesada como antes. Será complicado lograr el crecimiento económico mientras subsista un sistema que, en la práctica, opera como una camisa de fuerza.
Desde el comienzo de su gestión, el presidente Javier Milei se expresó sobre la necesidad de reducir la presión impositiva. Esta ha sido una de las banderas más repetidas. "El Estado les roba a los privados a través de los impuestos", ha afirmado en más de una ocasión, en línea con su ideario libertario. En otras ocasiones, ha sostenido que, con una macroeconomía estabilizada, podrían tomarse decisiones en este punto.
Sin embargo, la distancia entre las palabras y los hechos es grande. Así lo indica un reciente informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Ese texto ofrece una radiografía de la estructura tributaria vigente en el país y permite evaluar con datos concretos el avance -o retroceso- en esta materia. Según el documento, entre 2024 y 2025 solo se eliminó un tributo a nivel nacional: el impuesto Para una Argentina Inclusiva y Solidaria (País). La cantidad de impuestos nacionales se redujo así de 46 a 45. Sin embargo, los tributos provinciales se mantuvieron estables en 25, y los municipales aumentaron de 84 a 85, con la incorporación de una nueva tasa al transporte por plataformas electrónicas. El total consolidado de impuestos en Argentina permanece en 155.
En otras palabras, la carga tributaria sigue siendo tan pesada como antes. No hubo una simplificación significativa ni una rebaja estructural que alivie al sector productivo. Lo que hay es una promesa persistente, pero incumplida. Y no solo en la Nación. Otros niveles del Estado continúan cobrando impuestos y tasas de variada índole sin que existan ni siquiera promesas de reducción.
Son evidentes las consecuencias negativas que esta presión fiscal genera sobre la competitividad de la economía argentina. Como han advertido entidades como la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), el entramado tributario nacional -complejo, ineficiente y superpuesto entre jurisdicciones- representa un obstáculo directo para la inversión, la creación de empleo y el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas. Porque desincentiva la formalización y promueve la evasión. En este sentido, promover el crecimiento sostenible implica reducir las cargas tributarias distorsivas y mejorar la eficiencia recaudatoria.
La situación se agrava si se observa la concentración de la recaudación. El informe del Iaraf estima que en 2025 se proyecta una recaudación tributaria consolidada equivalente al 29,2% del PBI. Además, el 94% de esa recaudación se concentra en solo diez tributos, de los cuales ocho son nacionales. Aún más revelador: según datos del Ministerio de Economía, apenas 1.000 Cuits —es decir, grandes contribuyentes— aportan el 50% de la recaudación nacional, y 11.000 Cuits, el 70%. Este nivel de concentración, reconocido incluso por el propio ministro de Economía de la Nación, refleja una estructura que perpetúa la informalidad y desalienta el crecimiento.
Por ello, se hace necesario que los avances en la consolidación fiscal se acompañen de una política activa de reducción y eliminación de tributos en todos los niveles. Será complicado lograr el crecimiento económico mientras subsista un sistema tributario que, en la práctica, opera como una camisa de fuerza.