Ataques que deben ser esclarecidos
El panorama es el mismo que hace años. En el campo, la preocupación campea. Los perjuicios son enormes y no se observa otro interés que el de provocar daño en muchos casos. Por ello, es imprescindible insistir en que se investigue a fondo.
La noticia sacudió al agro regional en las últimas semanas. Unas 300 toneladas de soja quedaron casi destruidas hace pocos días tras un ataque contra silobolsas ocurrido en la localidad santafesina de Esmeralda, según confirmaron autoridades locales. La pérdida económica fue estimada en unos 10 millones de pesos.
El relato del propietario del campo es elocuente: "Abrieron de punta a punta un silobolsa y medio de soja. No tenemos datos, ni la más mínima idea de quién puede haber sido el autor. Se nota el filo del cuchillo de punta a punta de la bolsa: es un acto de inseguridad más y esta vez nos tocó a nosotros, pero ya hubo otros casos en la zona lamentablemente".
El episodio no es novedoso. Se enmarca en un fenómeno que desde hace tiempo tiene a maltraer a los hombres de campo y a los investigadores. Y que no es resuelto en la mayoría de las ocasiones. Las roturas a los silobolsas continúan siendo una amenaza constante, las sospechas de intereses ideológicos o políticos aguzados por la grieta se mantienen y los responsables de estos ataques no son identificados en la mayoría de los casos.
Vale señalar que se calculan más de 200 hechos de este tipo en el año pasado. Mientras tanto, en lo que va de 2021 se contabilizan 48. Y los motivos siguen sin estar claros. Porque no se trata de robos. En contadas ocasiones se han llevado los granos. En la mayoría de los casos solo se ha producido el daño vandálico que hace suponer intereses distintos a los que podría esgrimir un delincuente que se dedica a robar, por ejemplo.
En este marco, primero la parálisis y el desinterés de las autoridades. Luego, explicaciones ridículas como las que atribuían la rotura de los silobolsas a algunos animales o bien a la fermentación de los granos. Más tarde, alguna reacción crítica tibia. Posteriormente, ante la presión que significa la repetición de los hechos sin esclarecimiento, la presentación de iniciativas legislativas que pretenderían endurecer las penas para quienes cometan este tipo de delitos. Por cierto, ninguna de ellas aún ha logrado salir del cajón para ser debatida en el Congreso. Al mismo tiempo, es frecuente que haya muy pocos avances en las investigaciones.
Entonces, el panorama es el mismo que hace años. En el campo, la preocupación campea. Porque los perjuicios son enormes y no se observa otro interés que el de provocar daño en muchos casos. Por ello, es imprescindible insistir en que se investigue a fondo el suceso ocurrido en el campo de Esmeralda y los demás que vienen aconteciendo en esta región y otros sitios del país. Porque, además, la rotura de silobolsas aumenta la sospecha de que se trata de un método de apriete para poner freno a los reclamos del sector agropecuario.