Salud
Arroyito desarrolla el primer drone médico argentino que promete salvar vidas
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Santiago Bernardi y su equipo de Drones Argentina lograron lo que parecía imposible: un dispositivo capaz de llevar medicamentos de urgencia donde las ambulancias tardan demasiado.
Lo que hasta hace unos meses sonaba a ciencia ficción hoy es una realidad concreta en Arroyito. Santiago Bernardi, ingeniero mecánico aeronáutico, lidera el desarrollo de Salvus, el primer drone médico argentino que puede marcar un antes y un después en cómo se atienden las emergencias sanitarias en el país.
Su empresa, Drones Argentina, lleva más de 12 años fabricando drones para el campo y la industria. Pero este proyecto es diferente. Con un equipo de apenas cinco personas, Bernardi logró algo que parecía prohibido: crear un sistema que puede transportar medicamentos, plasma, vacunas y hasta muestras de laboratorio que necesitan frío constante. Y hacerlo en minutos, no en horas.
Salvus no es un drone común. Es lo que es conocidos como Vtol: despega vertical como un helicóptero, pero después vuela como avión. Eso significa que puede salir de cualquier patio, plaza o descampado sin necesitar pista. Mide metro y medio de punta a punta, puede cargar un kilo y medio y llegar hasta 30 kilómetros de distancia. Viaja a unos 100 kilómetros por hora. Con esos números, puede cubrir toda la zona rural alrededor de cualquier ciudad chica en menos de un cuarto de hora.
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La idea es simple pero poderosa. "Salvus es un dron portátil que la intención que tiene es viajar con las ambulancias", cuenta Bernardi. No se trata de reemplazar a los móviles de emergencia, aclara enseguida, sino de darles un aliado que vuele cuando ellos no pueden avanzar. El drone "puede salir desde el centro médico local, dirigirse y aterrizar directamente en pequeño espacio cerca de la ambulancia sin necesidades de instalaciones".
Pensalo así: una ambulancia atiende un accidente en una zona rural a 25 kilómetros del pueblo. Necesitan un medicamento que quedó en el hospital. Con Salvus, ese fármaco llega en 15 minutos. O al revés: la ambulancia tiene que llevar una muestra de sangre urgente al laboratorio pero hay un embotellamiento terrible. El drone sale, esquiva el tráfico volando y entrega la muestra cuando todavía sirve.
El proyecto tiene un eslogan directo: "Actúa rápido, salva vidas". Bernardi lo repite convencido: "Cada minuto ganado en el transporte de material médico de urgencia es probabilidad de vida que se suma".
Por qué recién ahora
Hasta agosto pasado, hacer algo como Salvus en Argentina estaba directamente prohibido. La Administración Nacional de Aviación Civil no permitía que los drones volaran de forma autónoma y lejos del operador. Pero la normativa cambió este año. Ahora las reglas argentinas se parecen más a las de Estados Unidos o Europa, donde estos drones ya funcionan hace rato.
Para Bernardi, ese cambio fue la señal que esperaba. Su empresa venía trabajando principalmente del agro y la industria, pero siempre había querido hacer algo con impacto social más directo. Cuando se abrió la puerta legal, no dudó.
Diseñar el drone en sí no fue lo más complicado. Bernardi y su equipo ya sabían hacer volar aparatos. El verdadero desafío fue la cápsula que lleva adentro. Algunas vacunas, ciertos medicamentos y las muestras de laboratorio se arruinan si cambia la temperatura. Había que “hacer una cápsula que lleve esos productos y que los mantenga en todo el viaje de manera estable, para que la entrega de estos productos sea rápida, ágil, en un equipo portátil y chico, pero que mantenga las cualidades de seguridad”, lo que finalmente se logró.
Pero más importante que resolver el problema técnico fue validar que el problema existía. Para eso, Bernardi buscó el aval de gente pesada del sistema de salud. Consiguió el respaldo del doctor Alberto Crescenti, que dirige el Same de Buenos Aires y es probablemente la cara más conocida de las emergencias médicas en el país. También lo apoyan Guillermo Capuya del Sanatorio Finochietto, Gustavo Jankilevich que dirige el hospital de oncología Marie Curie, y Javier Indart, que preside la Sociedad Argentina de Pediatría.
Ninguno de ellos lo hace por figurar. Lo hacen porque ven que el proyecto resuelve algo real: las demoras en el traslado de material médico que hoy cuestan vidas.
Un reconocimiento que pesa
Hace poco, Salvus quedó entre los 12 finalistas del Concurso de Soluciones Innovadoras del Banco Nación y la Fundación Empretec. Se presentaron más de 1.500 proyectos de todo el país. Que un desarrollo de Arroyito haya llegado tan lejos dice mucho.
También hubo apoyo cerca. El intendente Gustavo Benedetti declaró el proyecto de Interés Municipal. Es más que una placa: es la ciudad apostando a que esto funcione, reconociendo que acá hay gente haciendo cosas que importan.
El drone ya voló. Anda. Pero falta lo legal. Bernardi está tramitando la patente y preparando toda la documentación para certificar ante la Anac. El plan es empezar a hacer pruebas con el Hospital de Arroyito en la primera mitad del año que viene, en zonas rurales donde hay menos restricciones. Después, durante todo 2026, viene el proceso de certificación para poder operar sobre poblaciones.
Si todo sale bien, Salvus estaría listo para salir al mercado a principios de 2027. Arroyito sería la primera ciudad argentina donde funcione un sistema así. Después el objetivo es expandir a Córdoba capital, donde ya hay empresas de emergencias médicas interesadas, y de ahí al resto del país.
Bernardi está buscando inversión o socios que le permitan acelerar el proceso. La certificación es cara y lleva tiempo. Pero está seguro de que van a llegar. No es solo un proyecto tecnológico. Es la prueba de que desde acá se puede hacer innovación de la que importa. Lo de Salvus demuestra algo: que cuando hay talento, ganas y las condiciones mínimas, las cosas pasan. Arroyito tiene razones para estar orgulloso. Y la región también.
El sueño de volar
Mientras Salvus avanza hacia su certificación, en el taller de Drones Argentina hay otro proyecto que suena a ciencia ficción: Banet, un drone que lleva una persona.
Santiago Bernardi cuenta que "es un dron tripulado, que lleva una persona. De momento es solo para hobby, pero es un dron para trasladar a una persona". La idea no es tan descabellada como parece. En otras partes del mundo estos vehículos ya existen. Bernardi y su equipo quieren replicar esa tecnología adaptándola a las necesidades y posibilidades argentinas. Lo están haciendo con fondos propios, sin apuro, pero con convicción.
"En algún momento parecía una cosa muy loca y muy distante, pero hoy ya existen en otras partes del mundo y nosotros simplemente lo que queremos es replicar un poco eso", dice. La intención es tenerlo terminado en los próximos años.
Por ahora es un proyecto paralelo, algo en lo que trabajan cuando el tiempo lo permite. Pero después de ver cómo Salvus pasó de ser una idea a un prototipo funcional, nadie en Arroyito se anima a descartar que algún día vean a Bernardi volando sobre la ciudad en su propio drone.
