Sociedad
Arroyito: cuando la fotografía integra y transforma

La fotógrafa Yanina Guibert impulsó el taller “Reflejo de Nosotros”, una propuesta de autorretrato pensada para personas con discapacidad. La actividad tuvo una muestra final y generó una nueva edición que arranca en junio. Más que una experiencia recreativa, el proyecto promueve la inclusión social y busca ser una salida laboral concreta: “Ellos no vienen a pasar el rato, vienen porque quieren ser fotógrafos”, afirmó.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
“Reflejo de Nosotros” no es solo un título poético. Es, también, la síntesis perfecta de un taller fotográfico que busca dar lugar a nuevas miradas. En Arroyito, la fotógrafa Yanina Guibert llevó adelante esta propuesta orientada a personas con discapacidad, en la que el autorretrato se transformó en herramienta de expresión, vínculo y, sobre todo, integración.
El taller nació en 2024 a partir de una inquietud directa. “Fue un pedido de Fede Bonetto, un joven con discapacidad, al intendente Gustavo Benedetti. Quería hacer algo. Yo estaba presente y Gustavo me dijo: ‘¿Por qué no le das un taller de fotografía?’ Así empezó todo”, relató Yanina, quien es fotógrafa desde hace más de una década y trabaja en el área de Prensa del municipio.
Desde ese encuentro casual se gestó un proyecto que involucró a la Secretaría de Cultura y al área de Discapacidad. Cada sábado, durante cuatro meses, un grupo de jóvenes —la mayoría con celulares y muchísimas ganas— participó del taller “Reflejo de Nosotros”, donde exploraron la técnica del autorretrato con herramientas simples pero creativas: lupas, frascos con agua, luces, reflejos, espejos. También salieron al balneario local a practicar fotografía de paisaje.

“Lo más valioso fue su libertad de expresión. Aunque les enseñaba sobre composición o luz, ellos elegían cómo hacer la foto. Yo decía ‘vamos a hacerla así’, pero ellos proponían otra cosa. Son súper desestructurados, y eso es lo que hace únicas sus imágenes”, destacó Guibert.
Fotografiar para vivir mejor
Lejos de tratarse de una actividad recreativa o meramente social, para muchos de los participantes este taller fue una puerta. “Algunos lo hicieron para distraerse, claro, pero la mayoría quiere trabajar de fotógrafos. No vienen a pasar el rato. Ellos quieren ser eso”, aseguró Yanina.
Durante el proceso, los alumnos no solo aprendieron sobre encuadres, luz y edición con el celular: también seleccionaron sus propias imágenes para una muestra que tuvo lugar en mayo, donde se exhibieron más de veinte fotos tomadas, editadas y elegidas por ellos mismos.
“El nivel de respuesta fue altísimo. Fue mucha gente adulta, fotógrafos de la ciudad también se acercaron. Les interesó mucho lo que estábamos haciendo y propusieron sumarse”, contó la fotógrafa. Esta recepción derivó en una articulación con el Fotoclub local, con quienes planean salidas conjuntas para la nueva edición del taller.

Una segunda edición con nuevos desafíos
La nueva edición del taller comenzará el 14 de junio, con clases cada quince días y novedades que incluyen la construcción artesanal de una cámara estenopeica —la tradicional “caja negra”— y experiencias de revelado en cuarto oscuro. “Vamos a armar cada cámara con los chicos, y luego van a aprender a revelar sus propias fotos. Es un paso más en esta aventura que nos emociona a todos”, anticipó Guibert.
También realizarán fotos en cianotipia, una técnica alternativa con tonos azules que amplía la exploración visual. Y, como en la primera edición, el autorretrato seguirá siendo el eje: “Es lo que me identifica a mí como fotógrafa, y es una forma de invitar a cada persona a mirarse, reconocerse y mostrar lo que siente”.

Una sociedad con el obturador más abierto
“Los alumnos pueden hacer todo. No hay límites. Solo falta que la sociedad lo entienda y les dé oportunidades reales”, reflexionó Yanina. Cree que la fotografía, en este caso, no solo es arte ni herramienta técnica: es también una forma de reivindicación.
“Hay muchos fotógrafos con síndrome de Down en redes sociales que trabajan de esto. Mis alumnos quieren lo mismo: quieren cubrir eventos, bodas, cumpleaños. Quieren trabajar. No lo hacen como un hobby, lo hacen con sueños”, enfatizó.
En ese sentido, la tallerista insiste en que la inclusión no puede quedarse en el discurso. “Necesitamos que la sociedad sea más abierta, que los contraten, que no piensen que esto es solo terapia o pasatiempo. Es una profesión. Y ellos están más que preparados para ejercerla”.
Cómo sumarse
El taller está destinado a jóvenes a partir de los 14 años y no requiere cámaras profesionales. “Cualquier celular con cámara es suficiente”, destacó la profesora. Las clases comienzan el 14 de junio y se dictarán en la Casa de la Cultura de Arroyito cada quince días.
Para inscripciones o más información, los interesados pueden dirigirse o comunicarse con el área de Cultura de la Municipalidad de Arroyito. Porque como enseñó este taller, lo que verdaderamente importa no es la herramienta, sino la mirada. Y en Arroyito, hay muchas miradas esperando ser compartidas.