Análisis
Aprender exige sentirse parte
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Sentirse parte de la escuela es tan importante como aprender en ella. Un informe de Argentinos por la Educación revela que, aunque la mayoría de los alumnos dice sentirse bien en el aula, las agresiones, la discriminación y el bullying siguen marcando la convivencia.
Un reciente informe de Argentinos por la Educación señala que, aunque 9 de cada 10 chicos dicen sentirse bien en la escuela, sus testimonios también revelan un fenómeno preocupante: 6 de cada 10 alumnos de 6° grado han sufrido agresiones de sus compañeros de manera presencial o virtual, y 1 de cada 3 se ha sentido discriminado.
Más de la mitad de los estudiantes reconocen que en la escuela suceden episodios de discriminación por aspecto físico (75,4%), discriminación por características personales o familiares –religión, nacionalidad, género, discapacidad– (67,7%), y amenazas o agresiones entre compañeros (54,5%). Sin embargo, menos del 10% de los estudiantes considera que estos episodios suceden “siempre”.
Los datos surgen del informe “¿Cómo perciben la convivencia escolar los alumnos y directores de secundaria?”. El documento utiliza la información relevada en los cuestionarios complementarios que respondieron estudiantes y directores de secundaria de todo el país en el operativo Aprender 2019 (el último disponible para ese nivel). Esos cuestionarios indagaron en las percepciones de estudiantes y directores acerca de los problemas en la convivencia escolar.
Según la percepción de los directores, la frecuencia de los episodios de discriminación y amenazas en la escuela es menor que la percibida por los estudiantes. Pero a diferencia de los alumnos, los directores perciben que las amenazas o agresiones entre estudiantes en redes sociales suceden con más frecuencia que el resto de las situaciones mencionadas.
Los datos y las opiniones de quienes conviven en las aulas muestran una realidad que debe se abordada para que la escuela vuelva a ser sinónimo de refugio, encuentro y aprendizaje. La agresividad y la violencia están presentes en la vida cotidiana y no sorprende que también se traslade al ámbito escolar. Sin embargo, este escenario no debe ser naturalizado y merece una atención prioritaria. Porque la sana convivencia es uno de los pilares sobre los que se asienta cualquier proceso educativo. Es una condición necesaria para que se produzca el aprendizaje genuino.
En este contexto, no hace falta abundar en consideraciones para tomar nota de que el bullying afecta negativamente el rendimiento académico. En la Argentina, los estudiantes que no se sienten parte de su escuela rindieron 67 puntos menos en matemáticas en la prueba PISA 2018 que aquellos que sí experimentan un fuerte sentido de pertenencia. Argentinos por la Educación afirma que esta brecha equivale a 1,7 años escolares perdidos. Quienes son víctimas frecuentes de agresión física o verbal también rinden significativamente por debajo del promedio. La conclusión es contundente: sin un clima escolar saludable, aprender se vuelve una hazaña casi imposible.
La contención y el acompañamiento de los estudiantes es esencial. Docentes, familiares y la comunidad toda deben involucrarse para erradicar las conductas hostiles. No se trata solo de intervenir cuando el hecho está consumado, sino de construir una nueva cultura que destierre la agresión y no tolere la violencia en ninguna de sus formas.
Quienes conocen el mundo de las escuelas tienen en claro la importancia de un clima institucional correcto para que se afiancen y garanticen los aprendizajes. Esto exige que cada estudiante se sienta seguro y aceptado. Porque sentirse parte de una comunidad educativa es una condición imprescindible para que se cumpla el derecho básico de aprender.