Aplicación aérea, una aliada estratégica en la empresa agrícola
"Las aeroaplicaciones son complementarias a las terrestres y necesarias para lograr una buena productividad", destacaron prestadores del servicio en nuestra ciudad y la región. Además dieron a conocer los secretos de la actividad que ha tomado auge en los últimos años.
La aviación agrícola ha tenido una significativa evolución en los últimos años, tal es así que la mayor parte de los cultivos comerciales de la actualidad serían económicamente inviables sin el uso de esta herramienta vital, que se utiliza como complemento de las aplicaciones terrestres.
"Para lograr una buena productividad, el avión es fundamental", aseguró a LA VOZ DE SAN JUSTO Walter Núñez, titular de la empresa local Fumigaciones Núñez, que brinda servicios de aplicaciones aéreas en la ciudad y la región.
El empresario sanfrancisqueño explicó que las aplicaciones aéreas fueron pioneras siendo que las máquinas agrícolas terrestres para este fin surgieron recién en los años '90 y por cuestiones de costos y mecanización, fueron desplazando a las aplicaciones por aire".
No obstante, destacó que "en los últimos años, han tomado mayor auge teniendo en cuenta que las aeroaplicaciones son complementarias a las terrestres".
En este sentido, Núñez explicó que "la máquina aplica el producto hasta que el cultivo alcanza cierta altura, y luego se requiere la del avión, ya que al ingresar la máquina sobre ese cultivo genera una pérdida mínima del 3% (dependiendo el cultivo) por el pisamiento que ejerce sobre el mismo".
Las ventajas
Consultado sobre los beneficios de las aplicaciones aéreas, Núñez mencionó: la rapidez, mejor penetración del producto en el cultivo y sustentabilidad del ambiente (ya que se utiliza menos agua y se maneja mucho mejor la deriva del producto).
En tanto, remarcó que "aplicaciones por tierra y por aire van de la mano, la combinación es necesaria para lograr óptimos resultados".
Por otro lado, el empresario local manifestó que "en campañas agrícolas como las de los últimos años, donde las precipitaciones fueron abundantes, el avión es fundamental ya que la máquina no pudo entrar a los lotes por el exceso del agua que presentaban".
"Sin el avión, sería imposible lograr los niveles de productividad ante estos impedimentos naturales", añadió.
"Ante la presencia de una plaga- como fue hace poco tiempo la invasión de langostas- las aplicaciones aéreas fueron imprescindibles para su control", recordó.
Walter Núñez, empresario local
Relación costo-beneficio
En materia económica y de costos, el servicio de aeroaplicaciones duplica al de aplicaciones terrestres, "pero si relacionamos el valor con los beneficios nos damos cuenta de que en realidad no es un costo sino una inversión", sostuvo Núñez.
La siembra también es posible desde el aire
La siembra de cultivos también se puede realizar desde el aire con este tipo de aviones. "Los aviones que se utilizan son específicos para fumigaciones, todos equipados con la última tecnología para garantizar resultados óptimos y a su vez brindar seguridad al piloto", indicó Núñez.
Al respecto, añadió que "mediante un dispositivo especial, se adapta al avión un dispersor de sólido que permite aplicar herbicidas, fertilizantes y hasta semillas".
"La siembra aérea es una práctica poco utilizada en nuestra zona, pero muy recomendada para establecimientos de doble propósito (que combinan agricultura con ganadería o tambo). Es ideal para la siembra de pasturas, sobre un cultivo de maíz o soja", comentó.
Los secretos de la aviación agrícola, según un especialista
La empresa familiar cuenta con dos
aviones propios destinados a las aplicaciones, uno de ellos conducido por Néstor
Núñez, el padre de Walter, quien a sus 73 años sigue desempeñando esta
actividad en la que suma más de 40 años de experiencia. "Empecé a volar en el año 1968, aunque
como aeroaplicador comencé en 1977", manifestó Néstor en declaraciones a LA VOZ
DE SAN JUSTO. Explicó el proceso que debe seguir un
piloto para convertirse en aeroaplicador, el cual requiere de al menos 3 a 4 años.
"Todos los pilotos que manejamos este
tipo de aviones somos profesionales. El primer paso es hacer el curso de piloto
privado de avión en un aeroclub o escuela de vuelo- como cualquier piloto.
Luego, se saca la licencia de piloto comercial de avión lo que demanda de la
acumulación de cierta cantidad de horas
de vuelo que luego te habilitan para rendir y ya dar el último paso para
convertirse en aeroaplicador". "El curso de piloto privado es teórico práctico
y luego se deben realizar cursos para acumular horas de vuelo. Por ejemplo,
para el aeroaplicador se deben acreditar
400 horas de vuelo como piloto al mando", precisó. "Los aviones deben estar habilitados a
nivel nacional en el Registro Nacional de Aeronaves (Anac) con su seguro
correspondiente. Siendo que los pilotos se habilitan anualmente por su psicofísico,
lo que luego nos permite obtener la habilitación a nivel provincial", puntualizó
el aeroaplicador. "Se respetan las exigencias del productor, siempre cumplimentando la ley provincial y las exigencias propias de cada municipio o comuna".
Características de los aviones
Consultado sobre las características de estos aviones, Néstor contó que "son específicos para fumigación, la mayoría de ellos de una sola plaza, equipados con la última tecnología (banderillero satelital, GPS, controladores en los picos) se usa distinta cantidad de caudal para cada trabajo".
Y que "se pueden aplicar hasta tres productos a la vez, como por ejemplo insecticida, fertilizante y fungicida (en el caso de la soja). Todo eso se mezcla en una bacha preparada para tal fin, lo cual se envía al avión y luego se envía agua para que se homogenicé bien", continuó.
"Los tamaños son muy variados, y van de 200 a 1.000 CV de potencia. El ancho de trabajo depende de la velocidad del avión y del tipo de aplicación que se realice, la cual está estipulada por el ingeniero agrónomo, además de las condiciones climáticas propias del día", señaló.
Las condiciones óptimas para volar
Acerca de las condiciones climáticas ideales para realizar las aplicaciones, el piloto dijo que "no hay un criterio unificado en este sentido, ya que dependerá de las recomendaciones del ingeniero agrónomo y las exigencias del productor. No obstante, lo ideal es no hacerlo en horas del mediodía con temperaturas elevadas y mucho viento".
"Generalmente, las aplicaciones se realizan a una velocidad de 12 a 13 kilómetros por hora, siendo que la altura de vuelo dependerá de las condiciones del viento, a lo que se suman temperatura, humedad relativa del ambiente, evaporación, entre otras".
En este sentido aseguró que "se respetan las exigencias del productor, siempre cumplimentando la ley provincial y las exigencias propias de cada municipio o comuna".
"Se estudia muy bien la zona y los lotes lindantes, ya que se respeta a rajatabla las leyes de aeroaplicaciones", concluyó.