Ángel, el papá que nunca bajó los brazos
El remisero conocido por todos crió a sus hijos Joaquín y Francisco solo, con mucho esfuerzo pero siempre con el objetivo de formar verdaderos hombres de bien.
Hace un tiempo atrás, era común verlo con sus dos niños en moto. Para muchos parecía una locura que se traslade de esa manera pero el mismo lo decía: "Estoy solo con ellos. No tengo otra forma de llevarlos a la escuela".
Hoy esos niños son adolescentes. Joaquín (14) y Francisco (13) ya se mueven de manera independiente, pero su papá sigue estando presente como el primer día en que los tres se quedaron solos.
Esta es la historia de Ángel Degrandis, el remisero sanfrancisqueño conocido por todos que desde que sus hijos tienen apenas 2 y 1 año se hizo cargo de la crianza de ellos sin dejar de trabajar y dándoles todo el amor, protección y educación que merecen.
"No sé si soy un súper papá, tampoco soy mamá y papá, soy papá y listo", dice Ángel a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Los hermanos parecen casi mellizos y superan en altura a Ángel. Están viviendo la preadolescencia. "Creo que es más difícil ahora que en los tiempos que eran chiquitos porque están buscando su independencia, son más rebeldes y solamente quiero protegerlos".
"Siempre les digo que por suerte tienen un papá remisero que trabaja de noche y la conoce muy bien, que ve todo lo que pasa, lo que ocurre, y sé que no es para que ellos estén en la calle", aseguró.
"Ellos se enojan cuando los reto o les digo algo pero tengo miedo que les pase algo. Solamente quiero que sean buenos tipos, personas de bien".
"No sé si soy un súper papá, tampoco soy mamá y papá, soy papá y listo", dice Ángel a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Con ayuda y esfuerzo
La historia de esta familia se remonta cuando los varones eran muy pequeños. "Hace más de 14 años que vivimos solos. Los chicos nacieron en Devoto fruto de una pareja que no resultó con su mamá y por ciertas cuestiones, obtuve la tenencia de los chicos y nos vinimos a San Francisco".
Joaquín tenía dos años y Francisco, uno. "Él - por Francisco- todavía usaba pañales y tomaba la mamadera", recordó Ángel.
Ángel no podía dejar de trabajar porque el remis siempre fue el sustento. "Trabajaba de día, de seis de la mañana a diez de la noche. Cuando me levantaba, iba a buscar a la niñera para que se quede con los chicos, ella almorzaba y cenaba con ellos y después la llevaba a su casa".
"En esos tiempos tampoco tenía para pagar un sueldo alto a la niñera. Las cuidadoras eran todas buenas amigas que me ayudaron, pero son incontables la cantidad que tuvimos", recordó el remisero.
Claro que cuando no estaban las niñeras, todo recaía sobre Ángel. "Yo hacía todo en casa como ahora. Llegaba de trabajar, hacía la comida o les daba leche, los bañaba, los cambiaba pero si una mamá puede hacerlo, ¿Por qué yo no podría?".
Para Ángel, nunca sintió el peso de estar solo. "No sé cómo hubiera sido si estábamos con su mamá y tal vez, hubiera delegado responsabilidades pero pudimos salir adelante".
Cuando los hijos empezaron el jardín de infantes las cosas empezaron a acomodarse. "En ese momento fue un poco más fácil y eso me permitió empezar a trabajar de noche".
Una oportunidad
Los muchachos siempre vivieron en una casa alquilada cerca de la cancha de Sportivo Belgrano pero su suerte cambió en la Navidad del año pasado. "Puedo decirte que tuvimos suerte. Una de las niñeras de los chicos falleció y su casa en barrio San Martín quedó abandonada. En el mismo momento que la estaban despidiendo, le desvalijaron la casa", relató el papá.
"Un día la casa ya estaba sin aberturas y la madre de nuestra amiga, nos dio la llave y nos pidió que la cuidemos".
Con ayuda de amigos que les hicieron donaciones de pinturas, material y otras cosas; los tres Degrandis acondicionaron la vivienda. "Con mucho esfuerzo dejamos la casita impecable y hoy es nuestro hogar, la casa de la familia que somos".
Ángel le dio sus primeros cuidados, se esforzó para que vayan a la escuela y logró un techo para cobijarlos. En este día tan especial, este papá reflexionó y pidió un deseo para sus hijos: "Solamente quiero que sean buenas personas, respetables, laburantes y que no los señalen con el dedo", concluyó.