San Francisco
Almacenes: entre subas de precio y el esfuerzo por mantener la “cercanía” con los clientes

Los almacenes de barrio se encuentran sumergidos en un espiral casi caótico entre remarcaciones, falta de stock y sostener a su clientela.
Como ocurre con muchos sectores, la situación se está volviendo incontenible. Los comercios minoristas, los almacenes de barrio, se encuentran dentro de un espiral difícil de salir ante los constante aumentos y la falta de productos por la ausencia de proveedores que exigen los pagos de contado en el día. Del otro lado del mostrador, la clientela que no puede afrontar los gastos y pide que le “anote” esa pequeña compra diaria. Con estos desfasajes y la poca venta, los comerciantes de este rubro que están atravesando una situación muy compleja.
En barrio Vélez Sarsfield, el almacén de Carlos es uno de los más concurridos del sector pero señala que ese movimiento es dispar y se nota en el mostrador. “El comercio minorista se lo rebusca como puede, busca opciones y tenés que estar actualizado momento a momento”, expresó.
“Las ventas son inestables. Hay faltantes de golosinas y productos de primera marca, y todo aumentó un 15 % en general”, expresó el comerciante.
En palabras de Nelder Boetto, gerente del Centro de Unión de Comerciantes Minoristas de San Francisco, “la situación es compleja, todos los minoristas están así pero los que más lo sienten son los almacenes”.
Con respecto a los proveedores, “prefieren no vender o restringir las ventas; a veces pasan, te dejan los productos y no te dan precios. Los aumentos de los proveedores se hacen cada más cercanos, hasta cada 48 horas”.
“El problema del comerciante minorista es que tiene que pagar de contado y en el momento, pero el dinero no lo recupera de inmediato, porque las ventas no se concretan al instante y peor aún, cuando va a reponer la mercadería, la plata no alcanza y no se cubre ni la tercera parte de lo que falta”, expresó Boetto.
Sobre el cobro de contado, “antes se pagaba a 30 días pero ahora, por la gran inflación, ellos también temen no poder recomponer el stock porque si cobran diez días después, pierden plata”.
En cuanto a la escasez de productos, Boetto aseguro que los comestibles son difíciles de consiguir y cuando se accede es en proporciones muy pequeñas. Antes podías comprar todo lo que querías y hoy te dejan lo justo, lo del día a día”.
“Los bolsillos de los consumidores se ajustaron a la situación. Mucha mercadería se dejó de comprar porque no pueden solventarlos y solo llevan lo esencial. Un ejemplo son los enlatados, que si bien se venden, son los que más aumentaron sus precios”.
Esto repercute en la variedad por la consecuente faltante de proveedores. “Los que venían de Córdoba, Rosario o Santa Fe traían comestibles, azúcar y otros productos de distintas marcas que permitían tener una variedad. Hoy se acepta lo que se trae o te quedás sin nada”, sostuvo el almacenero.
La realidad de los clientes
La situación del bolsillo del vecino también atenta contra el consumo. “El consumidor cuando tiene el dinero va al supermercado, pero cuando no tiene va al comercio minorista”, reflexionó el entrevistado.
Con esta realidad, aparece el “anotar” alguna que otra cosa que se compra en el comercio pero que no se paga en el momento. Este es un tipo de “fiado” o “libreta” que difiere mucho a la de años atrás. “Aquella libreta que usábamos antes ya no existe y el fiado, menos; pero sí la gente anota algunas cositas por uno o dos días hasta que cobre. No es con la misma formalidad o la mensualidad porque los precios no son estables”, contó el referente del Centro de Unión de Comerciantes Minoristas de San Francisco .
Con años en el sector minorista, Boetto aseguró que nunca se vio una situación de esta manera. “Hubo momentos que no fueron fáciles, pero nunca al extremo. Hoy se van descapitalizando”, concluyó.