Análisis
Alguien tendrá que hacerlo

Viajar a Córdoba por la ruta nacional 19 continúa siendo, para muchos, una experiencia preocupante. La histórica demanda para que toda su extensión sea de doble mano sigue vigente, pero ahora se suma un reclamo más urgente: que desaparezcan los cráteres y baches que afectan incluso los tramos ya habilitados como autopista.
Desde hace varios años esta columna ha sido el espacio en el que la prédica periodística recogió las experiencias y los reclamos de toda la región por la situación de la ruta que une San Francisco con la capital provincial. El colapso de la nacional 19 es tan evidente como peligroso, incluso en la actualidad cuando se fueron inaugurando varios tramos de doble circulación.
Pero el beneficio que tiene circular entre la cañada de Jeanmaire hasta Arroyito y desde Santiago Temple a Córdoba no invalida la percepción de que los habitantes del este y noreste de la provincia todavía experimentan perjuicios a la hora de tener que transitar por esta ruta. Cuando se angosta, la circulación es tan pesada como riesgosa. Y a ello se le ha sumado el deterioro sorpresivo del pavimento en muchos tramos de la autopista.
En efecto, los pozos, baches, desniveles y socavones son hoy el paisaje frecuente de una ruta que se habilitó hace poco menos de un lustro. Esto demuestra dos realidades: por un lado, bajísima calidad de la construcción que terminó degradándose al poco tiempo; por el otro, la irresponsabilidad manifiesta de gobernantes que llegaron a esta región solo para acaparar el “beneficio” político de la inauguración de una carretera mal construida y la incapacidad de los organismos competentes para controlar una obra pública.
El resultado no es otro que el incremento de la preocupación de los viajeros cada vez que deben recorrer la autopista entre Jeanmaire y Arroyito. La misma que desde hace décadas se manifiesta en cada uno de los habitantes de esta región frente a la postergación interminable que supone no tener, a esta altura de los tiempos, una vía de comunicación adecuada con la capital de la provincia.
Para peor, las últimas decisiones de la Nación en torno a Vialidad Nacional acrecientan la incertidumbre en la ruta 19 como en todas las carreteras nacionales hoy tremendamente deterioradas. Cierto es que aquel ente nacional poco hacía porque desde hace décadas que la degradación existe. Pero en este caso, ya no se puede saber quién tiene que hacerse cargo del desastre en el que se ha convertido la autopista, especialmente en la mano que va hacia Córdoba.
La empresa concesionaria del peaje de la ruta 19 parece desentenderse del problema, puesto que interpretaría que no le corresponde. La Nación ya lo hizo. Y nadie se hace cargo. La única posibilidad es que la provincia asuma este trabajo. La decisión del Panal de licitar los tramos faltantes es un signo alentador. Pero los accidentes, los tropiezos, los sustos y las roturas de vehículos se suceden en el mientras tanto.
La región toda sigue aguardando que viajar a Córdoba no se convierta en una triste experiencia. La insistencia para que la ruta nacional 19 sea de doble circulación en toda su extensión va de la mano, ahora, con el reclamo para que desaparezcan los cráteres surgidos en los tramos de autopista. Alguien tendrá que hacerlo.