Análisis
Alerta por coqueluche
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El aumento de casos reavivó la alarma sanitaria y vacunarse sigue siendo esencial para prevenir el coqueluche. En un contexto marcado por mensajes que siembran dudas sobre la inmunización, acceder a información confiable resulta clave para proteger a la población.
Allá por los años 40 del siglo pasado, LA VOZ DE SAN JUSTO publicaba en sus páginas la noticia de que habían comenzado a tratar a los niños afectados por la tos convulsa con una rara estrategia: los subían a aviones para que respiraran aire puro en las alturas y, de este modo, se alivien los efectos de esta patología.
Debieron transcurrir muchos años para que la vacunación se hiciera obligatoria para lactantes. Esto ocurrió en la década del 60 y en 1985 se agregó una dosis de refuerzo para el ingreso escolar. Hoy, el calendario de vacunación incluye la aplicación a niños, adolescentes, embarazadas y personal de salud en contacto con bebés.
Sin embargo, a la luz de las estadísticas que difunden los organismos sanitarios, el retroceso es tan evidente como preocupante. Seguro no volverán aquellas extrañas “recetas” para curar el coqueluche, pero la retracción en la vacunación abrió un panorama que obliga a adoptar decisiones urgentes.
En efecto, se publicó hace pocos días que el número de casos de tos convulsa o coqueluche en el país se duplicó en las últimas seis semanas y sigue creciendo con una mayor dispersión en el territorio que el año pasado. Más grave todavía: siete menores de 2 años, entre los que había tres recién nacidos, murieron por la enfermedad.
A mediados de octubre, un brote en Tierra del Fuego disparó la alerta. Se confirmaron 333 casos de esta infección respiratoria en varios distritos. Entrado noviembre, esa cifra creció a 688, con afectados en Córdoba, Buenos Aires, Salta, Mendoza, Santa Fe y Ciudad de Buenos Aires, donde reportaron estadísticas de aumento considerable de personas enfermas.
El dato más doloroso es que cuatro de los siete fallecidos por coqueluche este año menos de 6 meses, uno tenía menos de 11 meses y dos no llegaban a los 2 años. “Ninguno de los cuatro casos en edad de vacunación posee dosis en el Registro Federal de Inmunización Nominalizado, mientras que los otros tres casos son menores de dos meses y tampoco se registra la vacunación materna”, indicó el Ministerio de Salud de la Nación.
Mientras la tos convulsa amenaza otra vez, en el Congreso se hace un acto antivacunas, lo que revela la circunstancia de que la muerte de niños contrasta con el disparate de un “hombre imán” y discursos vacíos de evidencias científicas pronunciados en el Congreso de la Nación, que no solo generan incertidumbre sino que directamente se transforman en un escándalo inadmisible.
Por eso, se impone fija con claridad extrema que la prevención del coqueluche tiene en la inmunización a su principal estrategia. Es un mal que perfectamente puede ser evitado si se aplican las dosis que corresponden en los momentos oportunos. Para ello es imprescindible que la información correcta llegue a todos los sectores de la población, hoy bombardeada el mensaje nefasto que niega los beneficios notables de la vacunación.
