Fútbol femenino
Alegra Risso, de Freyre a la élite del fútbol femenino argentino
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Con apenas 19 años, la mediocampista formada en 9 de Julio de Freyre vive su mejor momento: ascendió con Unión de Santa Fe a la Primera División A de AFA y combina los entrenamientos con sus estudios universitarios. Su historia refleja la transformación del fútbol femenino en el país.
“En el club me dicen Alegrita”, cuenta sonriendo, aunque enseguida aclara que no lo considera un apodo, sino algo que “sale solo”. Así, con la naturalidad de quien se abre paso sin estridencias, Alegra Risso repasa un camino que empezó cuando tenía apenas siete años y jugaba con los varones en el club 9 de Julio de Freyre, porque por entonces el fútbol femenino todavía no existía en su pueblo.
“Entrenaba con ellos, hacía amistosos, pero no podía jugar torneos por puntos”, recuerda. A los once años llegó el salto: Unión de Santa Fe la vio en un torneo regional y la invitó a probarse. “Me vio Pololo, un profe que es de Freyre, me recomendó y quedé”, dice. En 2018 se sumó al club y, desde entonces, su carrera creció junto con el desarrollo de la disciplina.
Los primeros años no fueron fáciles. Viajaba desde Freyre para entrenar y jugar, sin pensión ni beca, y recién en 2023 se mudó a Santa Fe capital. “Al principio vivíamos entre jugadoras, pagando todo nosotras. Ahora comparto un departamento con una compañera, también a nuestro cargo. No es lo mismo que los varones, todavía hay diferencias”, reconoce.
Ese 2023 marcó un antes y un después: Unión ingresó por primera vez a los torneos de AFA, y fue titular durante toda la temporada.
El esfuerzo tuvo premio: el 11 de octubre de este año se consagraron campeonas de la Primera B y lograron el ascenso histórico a la máxima categoría del fútbol femenino. “Fue increíble. Después de tantos años, ver al club llegar a Primera es algo que soñábamos todas”, resume.
La niña que jugaba con los árboles como arcos
Antes de ser campeona, fue una niña con una pelota gastada y una plaza como estadio. En Freyre, donde los días se mueven al ritmo de las campanas de la iglesia y las bicicletas cruzan la siesta, Alegra aprendió a jugar imaginando. Transformaba los árboles en arcos, los bancos en tribunas y el patio de su casa en cancha.
Su madre, Mariela, la acompañaba en cada viaje, cargando bolsos y esperas de colectivo. Aquella rutina de kilómetros forjó su disciplina: cuando el cuerpo se cansaba, la motivación seguía intacta.
Un talento precoz
A los 12 años debutó en Primera con Unión, cuando todavía debía pedir permiso para faltar al colegio. Su juego elegante, de pausa y lectura, empezó a ser reconocido más allá del club. Algunos la comparan con Riquelme, otros con Banini, pero quienes la conocen aseguran que tiene un estilo propio: serenidad en la mirada y precisión en el pase.
En 2018 integró la selección de la liga santafesina que participó del Torneo Desarrollo organizado por AFA y Conmebol, y poco después fue convocada a entrenar con las selecciones juveniles argentinas sub-15 y sub-17 en Ezeiza.
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Un camino que inspira
Lo que distingue a Alegra no es solo su talento, sino su actitud. Nunca pidió privilegios ni atajos. Cuando se rompió los ligamentos en 2021, el golpe fue duro: meses de rehabilitación y la incertidumbre del regreso.
Hoy es referente para muchas nenas del pueblo. Cada vez que vuelve a Freyre, el club se llena de chicas que quieren una foto, una charla, un consejo.
Su historia también habla del cambio cultural que atraviesa el fútbol femenino argentino: clubes que empiezan a profesionalizarse, medios que cubren más, y chicas del interior que ya pueden soñar sin pedir permiso.
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Presente y futuro
Volante central —una cinco de manual—, Risso combina firmeza y criterio. Empezó jugando de ocho, pero un entrenador la corrió al medio y encontró su lugar natural. “Nunca más cambié”, asegura. En el campo es silenciosa y constante, una de esas jugadoras que hacen fácil lo difícil, con una madurez que desarma cualquier estereotipo de edad.
Fuera de la cancha, el desafío es otro: combinar entrenamientos, viajes y estudios universitarios. “Estoy en primer año de Kinesiología. A veces me vuelvo loca, pero me organizo. Si quiero seguir jugando, tengo que hacerlo así”, dice entre risas.
En 2026 vivirá un doble estreno: debutará en la Primera División A de AFA y firmará su primer contrato profesional. “Hace ocho años que estoy en Unión. No me voy a ir ahora, que estamos en el momento más lindo”, afirma.
Entre libros, entrenamientos y sueños, Alegra Risso encarna una generación que creció sin espejos y aprendió a reflejarse en sí misma. Una camada de futbolistas que transformaron la excepción en camino posible. En cada pase suyo late un pedazo del futuro del fútbol femenino argentino.
