Alberto Curutchet: “La poesía es libertad y un poco de anarquía”
El poeta local participó de la segunda jornada de la Feria del Libro presentando sus creaciones "Vehículo fundido" y "Forma". "La poesía es básicamente una especie de laboratorio o de patio de recreos, donde se experimenta y se juega con las palabras", afirma el autor sanfrancisqueño, que estuvo acompañado por la artista local Maron Barberis.
"Mi sueño son poemas cayendo de todos los bolsillos", escribe Alberto Curutchet en "Forma", el poema que da nombre a la publicación homónima que presentó ayer en la Feria del Libro, junto a"Vehículo fundido". Ambas ediciones, artesanales y autogestionadas, tuvieron origen en un viaje que realizó por las rutas norteamericanas. Ya de regreso en esta ciudad, el que para nosotros será siempre el poeta más joven de nuestra generación, una de las voces más rítmicas y lúcidas para los versos creados en este pozo del mundo, terminó de darles apariencia junto a la también artista sanfrancisqueña Maron Barberis, dándoles así para con su anterior publicación, "No pongas límites a tus palabras". En una entrevista, el escritor analizó sus dos creaciones, repasando además sus inicios, las influencias continuidad que van desde su descubrimiento del poeta sanfrancisqueño Rodolfo Godino hasta la Generación Beat, y su estilo tan particular, que se nutre de todo tipo de fuentes, incluyendo el rap norteamericano.
-¿Cuál es el origen o motivo de los nuevos poemarios?
"Vehículo fundido" surgió a partir de un viaje accidentado por las rutas de Estados Unidos, que hice en solitario, y durante el cual comencé a darle forma a los poemas que lo integran. Escribir me mantuvo sano durante momentos duros. Y "Forma" nace al mismo tiempo pero con otra urgencia. Estaba en una especie de "delirio místico estético". El vehículo es la forma de un viaje. "Vehículo fundido" es entonces la práctica, lo que fue ese viaje, sus anécdotas y personajes. "Forma" es la teoría. Yo lo veo de esa manera. Reflexiono sobre lo que es la forma, lo que significa para mí. Está relacionado con el "Tao", que descubrí en una cajita abandonada, tirada en una pieza donde estaba trabajando, y me agarré un poco de eso para sobrellevar situaciones límites que estaba viviendo.
-¿Cómo comenzó tu primer viaje, el de la escritura?
Escribo desde antes de saber qué es lo que estaba haciendo. Recuerdo como estímulos tempranos la Biblia, la revista Anteojito y una Olivetti Lettera 32 que era de mi madre. Escribí siempre, pero tuvo que pasar mucho tiempo y alguna crisis hasta que me inscribiera en la Escuela De Arte Poético de Mario Valdés, que me enseñó lo básico pero también, lamentablemente, lo anacrónico. Ahí conocí a Nelly Antokoletz, una poeta octogenaria que me incentivó a recitar. Empecé a tratar de colar poemas en publicaciones varias, sin ninguna intención más que la de salir de mis cuadernos y comprobar si lo que hacía era bueno o no. Antologías, revistas de poesía, premios de editoriales de dudosa reputación. Pero mi primera publicación "posta" consistió de diez cuadernos manuscritos con una docena de poemas y prólogo de una amiga, que tiré desde el balcón mientras tomaba whisky (creo que tiré la botella, también). En 2015 colaboré por primera vez con Maron para la edición de "No Pongas Límites A Las Palabras", un librito/objeto de 7 poemas como homenaje personal y en tono de elegía a Rodolfo Godino, el mejor poeta por lejos que salió de la ciudad (no me canso de decirlo porque muchos todavía no lo saben). Nunca publiqué de nuevo porque no aparecía un concepto que justificara un libro, sólo estuve coleccionando poemas. Hasta 2019, que el concepto apareció.
-¿Quiénes son tus referentes en materia literaria y particularmente poética?
Me nutrí de todo, desde Nietzsche a los Elige Tu Propia Aventura. Pero sin duda mi referente más presente es la Generación Beat, aunque la descubrí de grande. Son un movimiento muy rico, su literatura es casi una anécdota; por ejemplo, la vida de Burroughs es una obra de arte mayor que cualquier cosa escrita por cualquier beatnik. Lo fascinante para mí son ellos y su forma enferma y hermosa de inyectarse ideas y estímulos, procesarlos y salir del otro lado con una confusión tremenda, pero una confusión bien propia. Esa es una interesante forma de vivir, y también de escribir. Así que en materia poética admiro a Ferlinghetti y Corso. Pero también a Vicente Huidobro, un buscador incansable, o Rodolfo Godino. Mi referente más reciente está en el rap, aunque a alguno le resulte exasperante. Y es que en cuestiones de poesía y de las posibilidades de la palabra nadie explora más sus posibilidades que los MC; JID, Kendrick Lamar o incluso Sleaford Mods (que son otro género) me encantan.
-Es más que llamativo que uno de tus primeros movilizadores sea un sanfrancisqueño casi (o del todo) ignorado en nuestra ciudad. ¿Qué representó Godino en tu lectura/escritura?
En algún momento de zozobra existencial durante mis años de estudiante se me ocurrió meterme en la biblioteca Córdoba (sobre calle 27 de Abril, en la capital provincial) y pedir indicaciones para ser escritor. Ahí un tipo del que no recuerdo el nombre, muy macanudo, al saber que yo era de San Francisco me regaló (entre otros) un libro de Godino llamado "Beber En Lo Obscuro". Me dijo: "Empezá por acá". Y todavía sigo ahí. Al leerlo sentí que él era el escritor que yo quería ser, lo cual es deprimente porque invita a abandonar la carrera ahí mismo. Hasta palabras e imágenes que yo usaba y a las que les daba un peso importante él ya las había escrito, y mucho mejor. Lejos de quedarme en el mecenazgo o en el rol de "grupi", empecé a jugar con la idea de que mi papel en todo esto era el de convertirme en un amplificador de frecuencia de las ideas que él había bajado en su momento. Empecé a entender a la poesía como una especie de hilo que atraviesa la realidad. Y que la importancia del poeta no pasa tanto por la originalidad, por despegarse del resto, sino en reunirse con los demás poetas en las grandes verdades, en la belleza. Es una idea que sigo masticando.
-¿Y Ferlinghetti, al que homenajeás puntualmente en "Vehículo Fundido"?
Ferlinghetti fue el más longevo de los beatniks y tuvo un rol fundamental como editor y librero en City Lights Books, que los publicó a todos. Ese rol de héroe silencioso se merece mi cariño. Pero además fue quizás el más revolucionario de todos, el más político, explícitamente anti-establishment. Me mostró que las palabras pueden ser armas, la poesía un criminal y sus víctimas todo lo que atente contra la libertad. Aunque no sea mi estilo, la suya es una poesía impactante. Mientras estuve de viaje él todavía estaba vivo, aunque ciego y recluido de la gente. Yo fantaseé con la idea de poder encontrarlo en las calles de San Francisco, en la librería, en su café favorito, pero no tenía ningún sentido. Murió el año pasado a los 101 años.
El beat, el rap y el final del viaje
Jack Kerouac observa desde un tatuaje en el antebrazo de Curutchet y "Vehículo fundido" puede generar una inmediata referencia con "En la carretera". En sus poemas hay diversas referencias a él y otros de sus protagonistas. No obstante, melómano empedernido -con pasado a su vez de compositor y cantante en bandas locales-, sus versos se enriquecen de innumerables fuentes, con un ritmo y un lenguaje que los emparenta también con la cultura del rap.
"Lo más importante cuando escribo es el ritmo -asegura-. Debe ser por toda la música que consumo, porque muchas veces sale por accidente, pero es lo que me guía al escoger cada palabra. Y otro elemento que tengo siempre presente es lo lúdico; la experimentación, el juego, el humor. No puedo evitar creer que la poesía es básicamente una especie de laboratorio o de patio de recreos, donde se experimenta y se juega con las palabras, un lugar con muchos más permisos que en otros géneros literarios que suelen ser más estructurados".
En sus poemas, de esa manera, el lector encuentra una poesía viva, imprescindible, que juega un rato con los dinosaurios, pero luego los enfrenta a ellos y a sus estructuras parándose de manos en cualquier esquina, que puede ser de nuestra San Francisco o de la "Frisco" californiana, invitando a un juego cuasi futbolero de tirar paredes: "Culito de Oro" paseando por el norte, la gata de Curutchet persiguiendo ardillas, venados en su patio, una pinta de Sierra Nevada en el bar de Gamo, o la barra de Horacio atendida por la hermosa Cassie... Contra el comentario común de que acá no pasa nada, Curutchet encuentra, desde afuera, un San Francisco que se puede contar con la épica de lo cotidiano.
"Me gusta lo coloquial porque es más humano, pero matizado con arcaísmos; me gusta sacar las palabras de su lugar de confort y que cobren nuevos significados. La poesía para mí es ante todo libertad y un poco de anarquía, más o menos como los sueños; una herramienta para descomprimir la realidad hiper racional y tecnificada donde vivimos", explicó.
Asimismo, volviendo sobre su viaje y la Generación Beat, manifestó: "En California aparece por todas partes. Adonde fuera veía algo que me transportaba a las novelas de Kerouac: las cabañas de Big Sur, el puente Bixby, una estación de tren, la casa de Neal Cassady. Cuando me di cuenta de eso, y en la medida que pude, me acerqué a varios lugares más: la Catedral de San Patricio en Nueva York, la casa de Burroughs en Algiers, el último domicilio de Kerouac en Florida, etc. Esto es anecdótico, igual. Cuando se empezó a gestar este libro lo único que estaba haciendo era interpretar toda la novedad a través de la poesía, que era algo familiar. Fue una forma de protegerme, de encontrarme en un lugar seguro en medio de un no-lugar".
Y así llegamos a un hecho muy particular que fue el que lo hizo darse cuenta de que se estaba gestando un libro: "El auto que había comprado y por el que me moví por California se fundió, lo cual me trajo muchas complicaciones para moverme, para conocer lugares, encontrarme con gente, conseguir trabajos. Sin embargo, me quedé con la satisfacción de lo que al menos había logrado hacer. Un viaje que, truncado o no, había sido hecho, y la importancia de encontrar ese vehículo que te lleve hasta donde te tenga que llevar. El vehículo, o la forma del viaje, es lo único sobre lo que uno tiene control. Adónde terminamos, o hasta dónde llega el viaje, eso ya es otra historia".
El proceso de edición Cada libro es una pieza coleccionable desde su arte y
confección. La también artista local Maron Barberis detalló cómo fue este nuevo
trabajo en conjunto con Curutchet, luego de que colaboraran por primera vez en
"No pongas límites a tus palabras". Sobre ello puntualizó: "El proceso
consistió primero leer los poemas y charlar sobre los textos y la idea general
de cada libro. Luego nos pusimos a hablar sobre el arte, haciendo hincapié en
que pudiera acompañar la sensibilidad de los textos". Cada libro tuvo así un abordaje diferente. Sobre "Forma",
recordó que le sugirió a Curutchet trabajar con la obra "Cruz negra" de Kazimir
Malévich (1915): "Queríamos hacer un libro cuadrado y justo la obra es de ese
formato. Acompaña también un poco desde los postulados suprematistas que
manejaba este artista, movimiento de principios de siglo veinte que proponía la
abstracción geométrica como una forma de presentar la pura sensibilidad.
Pensamos en hacer una edición más artesana, especial. Experimentamos con
diferentes materiales: lienzos, papeles, cartón, macilla, acrílico...
Concluimos esa primera impresión de veinte ejemplares pintados a mano e hicimos
una segunda edición con tapa digital". "Vehículo fundido", al ser un poemario más "novelado",
apuntó a un formato "más tradicional o ligado a lo literario y editorial".
Barberis diseñó entonces esa tapa digitalmente, tomando una obra de David Lynch
que "casualmente tiene casi cien años más que la de Malévich, porque es de
2013, e ilustraba muy bien el poemario". Sobre el proceso de maquetado, costura y encuadernación,
dijo que en ambos casos fue similar: maquetado en computadora, impresión en
papel de calidad editorial en librería y compaginación, con el plegado de
hojas, perforación y costura, que hicieron ellos todo a mano. Finalmente, destacó: "Estos poemarios de Alber se podrían
pensar como continuidad de 'No pongas límites a tus palabras', porque fue una
publicación autogestionada que yo también había editado. Pero no tuvieron el
mismo proceso: en esa ocasión, Alber me dio los textos, la tapa la había hecho
un artista de Córdoba, Ángel Fundie Biela, y yo maqueté, imprimí, cosí. Estos
nuevos proyectos fueron mucho más en conjunto: cada paso lo hicimos entre los
dos, hasta el refilado, que fue el toque final, en la imprenta con guillotina,
para que los libros queden parejos". Dónde adquirir el libro Al tratarse de ediciones de autor, de carácter
independiente, los interesados pueden contactar a Curutchet o Barberis desde
sus perfiles en redes sociales para encargar ejemplares. De todas maneras, en
breve serán distribuidos en formatos digitales para descargar al teléfono,
tablet o lector de ebook.