Agresividad y falta de respeto: un mal actual

En la sociedad vivimos actualmente pequeños actos de violencia cotidiana. No respetar una fila para pagar un impuesto, no frenar en una esquina para dejar pasar a un peatón, no ofrecerle el asiento del colectivo a una mujer embarazada, agredir a un inspector de tránsito que hace una multa, insultar en las redes sociales, son situaciones habituales que lamentablemente se están naturalizando y pueden llevar a situaciones más graves.
¿Por qué una persona es capaz de
faltarle al respeto o agredir a otra, sin sentir ni un poco de
culpa?. El respeto es uno de los valores morales más importante del
ser humano, significa tener reconocimiento por una persona o cosa y
es fundamental para una armoniosa interacción con los demás.
La palabra del latín "respectus", que traduce "atención", "consideración", y originalmente significaba "mirar de nuevo", de allí que algo que merezca una segunda mirada sea algo digno de respeto.
"Si damos respeto, recibimos respeto". Es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades, por eso el respeto debe ser mutuo.
La agresividad va de la mano de esa falta de respeto por uno mismo y por los demás, ambos son un combo que dañan las relaciones sociales. Recuperar el valor del respeto, de pensar en el otro, es fundamental para lograr una mejor sociedad.
La licenciada en Psicología, María Emilia Gobbo (MP-6876) analizó esta situación en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO y destacó la importancia de recuperar los valores de la cooperación, el respeto, la solidaridad y el diálogo.
- El valor del respeto parece haber desaparecido ¿Qué importancia tiene el hecho de recuperar valores como sociedad?
El colegio y la familia son dos instituciones sumamente importantes donde se deben fomentar y transmitir valores como la cooperación, el respeto, la solidaridad y el diálogo. Está científicamente comprobado que niños muy pequeños, desde los 15 meses, tienden a compartir voluntariamente y a ser solidarios con sus compañeros sin la indicación de un adulto (según el experimento comparte). A medida que crecen, y producto de mensajes individualistas y materialistas que se transmiten socialmente, esta situación en muchos casos se revierte y se observan conductas de egoísmo.
Considero que debemos ser optimistas en este sentido, si como miembros de una sociedad nos proponemos educar en valores, tanto en el aula como en la familia, tendremos un mundo más sano y tolerante. Como adultos debemos educar con el ejemplo, ser coherentes y demostrar con nuestras acciones lo mismo que transmitimos con nuestras palabras.
- ¿Qué deberíamos cambiar cada uno, para luego contribuir a la sociedad?
Debemos ponernos en el lugar del otro, pensar no sólo por nosotros sino también por quienes nos rodean, muchas veces estamos enfocados en nuestras tareas cotidianas, en nuestros objetivos laborales y materiales, y perdemos de vista los pequeños detalles que nos dan felicidad y que pueden contribuir al bienestar de nuestros familiares o amigos.
Perdemos de vista las necesidades de quienes nos rodean y la importancia de un gesto tan simple como un abrazo a un amigo o un te quiero a un hijo. Considero muy necesario, además, recuperar el valor de la reflexión.
Lamentablemente, la inmediatez de las redes sociales lleva a generar mecanismos de expresión catártica de ideas, opiniones, pensamientos y sentimientos, sin mediar la reflexión. Debemos salir de ese piloto automático, pensar antes de actuar.
- ¿Cuál es la causa de la agresividad ante una situación determinada?. ¿Se debe a la falta de control emocional, individualismo o a la resistencia a cumplir las normas?
La agresividad es una emoción muy primitiva, de hecho, es una de las primeras emociones básicas que aparece en animales y seres humanos en la historia de la humanidad. En principio, cumplía funciones de adaptación y supervivencia de la especie ante situaciones de amenaza y como una respuesta defensiva, posteriormente, con la evolución y el desarrollo de funciones más complejas del ser humano, la agresividad se convierte además en una herramienta de poder, control y dominación sobre otra persona o situación.
Las causas que llevan a una persona a actuar de manera agresiva son múltiples, podemos hablar de factores subjetivos propios del individuo, como la dificultad de regular las emociones, de controlar impulsos, el miedo y una gran inseguridad personal y también de factores sociales donde la cultura de la inmediatez y el individualismo nos lleva a actuar de manera compulsiva sin pensar en las consecuencias de nuestros actos y en cómo nuestras conductas afectan a otras personas.
- ¿Si vemos una situación de agresividad cómo debemos reaccionar sin provocar más violencia?
Debemos detener el círculo de la violencia. Reaccionar con agresividad ante una situación violenta sólo contribuye a generar más violencia. La palabra es la herramienta más poderosa para prevenir la violencia. Creo que una buena estrategia es empatizar con la persona que está siendo agresiva, no confrontarla, responder de manera serena. Aquí vale citar una frase de Dalai Lama:
"El medio para hacer cambiar de opinión es el afecto, no la ira". No debemos naturalizar la violencia cotidiana.
En esos actos violentos, por ejemplo, cuando observamos a un vecino tirar basura en un lugar público o situaciones de maltrato entre personas en la vía pública, es importante hacerle notar a la persona el daño que produce, de manera cordial y diplomática, sin herirlo ni atacarlo personalmente, es necesario poner a esa persona en una situación de reflexión.
Si lo atacamos y respondemos con violencia esa persona no nos va a escuchar, en cambio si generamos una situación de reflexión hay más probabilidades de generar algún cambio en el otro.
Si el grado de violencia es extremo, en muchas ocasiones es mejor no intervenir y notificar a las instituciones encargadas del control social.
Es necesario recuperar el valor del respeto, tolerar al otro y dejar de lado la agresividad y los insultos