Día del Maestro
Adriana, la “seño” que educa a niños y adultos
“A los que quieren ser docentes, les diría que hoy es una gran lucha, pero es un trabajo tan humano que lo hacés porque te nace”, afirmó.
Adriana María Fasano es maestra de enseñanza primaria, de adultos y también docente hospitalaria y domiciliaria. Su auto particular -o “tractorcito” como ella lo llama-, con GNC, es una suerte de escuela rodante en el que se traslada diariamente con libros, marcadores y muchas hojas hacia Colonia El Milagro, en la zona rural de Devoto, para trabajar en la escuela “Remedios Escalada de San Martín” y luego, por la noche, a la nocturna de adultos Cenpa “Julio A. Roca” que funciona en el edificio del Ipem 315 “José Hernández”, en San Francisco.
Su fuerte vocación la lleva a traspasar las cuestiones pedagógicas y conocer la historia de vida de sus alumnos. En cada lugar donde da clases los alumnos son pocos y de diferentes edades y realidades. “Para mí, un estudiante rural es un niño adulto con muchísimos saberes sobre formación para el trabajo y en la escuela aplica todo ese bagaje de conocimiento de una manera increíble”, contó la “seño” a LA VOZ DE SAN JUSTO.
“Y lo mismo sucede con los adultos que transitan el aula para terminar los estudios. Vienen con miedos, prejuicios”, siguió.
Adriana sostuvo que muchas veces la gente desconoce el mundo en el que ella trabaja. “La sociedad desconoce que hay escuelas primarias para adultos. Muchas personas se asombran cuando les digo que mis alumnos trabajan y después van a la escuela para terminar la primaria”.
Una oportunidad
Para ella, la docencia siempre fue algo que le apasionó. “Cuando iba al secundario, sabía que me gustaba educar”. Pero nunca imaginó que su formación la llevaría a las aulas rurales y a pararse frente a un pizarrón para enseñarles a los adultos.
“Después de transitar por varias escuelas y dar clase siendo suplente, apareció la oportunidad de trabajar una escuela de adultos y me gustó ese desafío porque no sabía cómo era pero decidí hacerlo con mucho entusiasmo. Es muy gratificante”, indicó.
Su incursión en la educación rural implicó que tuviera que “viajar y poner todos los días el auto en la ruta, pero es tan lindo ir a la escuela de campo –exclamó-. Me siento muy acompañada por la comunidad y los niños”.
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“Mis objetivos como docente están siendo cumplidos porque lo hago con mucho gusto y me siento orgullosa de haber aceptado ambos desafíos”, acotó.
Hoy, en el Día del Maestro, luego de tomar un mate antes de salir a la ruta con su “tractorcito” y luego regresar y partir de nuevo a la escuela nocturna, Adriana hará honor, como cada día, de su profesión.
“A los que quieren ser docentes, les diría que hoy es una gran lucha. Los sueldos están olvidados, la situación es difícil, pero es un trabajo tan humano que uno lo hace porque te nace”, señaló a modo de mensaje para las nuevas generaciones.