Sociedad
Adolescencia: un espejo de los desafíos actuales
La psicóloga María Victoria Mazzola, la psicopedagoga Ana Aimar y la socióloga Noelia García analizaron la miniserie de Netflix y las complejidades de la juventud actual en un debate organizado por LVSJ, planteando interrogantes clave sobre los roles de la familia, la escuela y la tecnología.
La forma en que los adolescentes construyen su identidad, se vinculan y navegan el mundo ha sufrido una transformación profunda, marcada por la omnipresencia de la tecnología y un cambio en las estructuras sociales tradicionales. Esta fue una de las conclusiones centrales del panel de debate “Reflexiones sobre la Adolescencia Actual”, organizado por LA VOZ DE SAN JUSTO, donde tres profesionales locales diseccionaron las temáticas abordadas por la miniserie “Adolescencia”, utilizándola como disparador para analizar la realidad juvenil contemporánea.
La psicóloga clínica María Victoria Mazzola (M.P: 2743), la Lic. en Psicopedagogía Ana Aimar (MPP:12-4210) y la licenciada en Sociología y doctora en ciencias sociales, Noelia García, compartieron sus perspectivas sobre los factores psicológicos, sociales, culturales y educativos que moldean a los jóvenes de hoy.
Un punto de inflexión en el debate fue el rol cambiante de las instituciones tradicionales. La socióloga Noelia García observó que si bien la socialización primaria (familia) y secundaria (escuela) siguen existiendo, su peso ha variado. “Hoy por hoy los adolescentes ya no se socializan con familias solamente y en las escuelas (…) ha suplido esa estructura social las redes sociales, la utilización de los medios tecnológicos como los celulares, la tablet, la computadora y en mucha menor medida la televisión (…) por sobre todo lo que tiene que ver con la construcción de la subjetividad y Tik Tok” como red social predominante entre los adolecentes, afirmó García. Aclaró, no obstante, que no se trata de una ausencia de socialización, sino de un “corrimiento del eje” hacia las redes, basado en estudios sociológicos sobre nuevas estructuras y lazos sociales.
María Victoria Mazzola coincidió en la permanencia de la familia como eje, pero destacó su redefinición: “Hoy quizás antes teníamos la referente mamá, papá y hoy tenemos como muchas otras cosas, diversidad, se ha modificado”. Subrayó que el vínculo sigue siendo esencial para la constitución del sujeto, pero que “las redes han tomado como un lugar prioritario”.
La brecha generacional y el desafío adulto
La dificultad de los adultos para comprender los códigos y lenguajes digitales de los jóvenes fue un tema recurrente. Mazzola compartió una reflexión personal, sintiéndose identificada con el padre policía de la serie, descripto como un “analfabeto digital” frente a su hijo. “Lo que tenemos que aprender los adultos es a traducir un lenguaje distinto”, sostuvo.
Ana Aimar, psicopedagoga, reforzó esta idea, señalando que los padres a menudo se sienten “como aprendientes por parte del adolescente. “Tenés que empezar a escucharlos e interpretar lo que dicen”, indicó, enfatizando la necesidad de comprender los códigos que son parte de la construcción de la identidad adolescente.
Esta dinámica, según García, lleva a una “cierta horizontalidad” en los vínculos familiares, donde la autoridad tradicional se cuestiona naturalmente “porque el otro sabe igual o menos que yo”. Sin embargo, Mazzola advirtió sobre el peligro de ceder completamente el rol adulto: “Hay roles y los roles tienen que estar establecidos”, recordando la importancia de los límites y la figura adulta como referente.
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La institución educativa también se encuentra en una encrucijada. Aimar describió una escuela que “se siente desbordada de alguna manera” y que a menudo carece de herramientas para afrontar las nuevas problemáticas. “Los docentes están de alguna manera atravesados, que dicen no sé qué hacer”, comentó.
No obstante, las profesionales coincidieron en la responsabilidad y potencialidad de la escuela. Mazzola fue enfática: “La escuela tiene un gran protagonismo, y tiene una gran responsabilidad en esto (…) no podemos los docentes mirar para otro lado o decir lo que siempre escucho, yo no estoy preparado. Si no estás preparado, prepárate”. Insistió en que “el conocimiento se aprende si hay vínculos” y llamó a generar espacios de escucha y conexión genuina en las aulas. Aimar complementó sugiriendo la transversalización de la Educación Sexual Integral (ESI) y la inteligencia emocional como caminos para “formar vínculos” y “acompañarlos en un diálogo”.
Más allá de la culpa: responsabilidad compartida
Al analizar la trama de la miniserie, las expertas destacaron cómo esta evita caer en una dicotomía simple de víctima y victimario. Mazzola resaltó el proceso de toma de conciencia de todos los involucrados: “Fíjate que el padre, cuando termina que abraza al osito, es también los padres se hacen cargo de lo que no hicieron (…) yo creo que ese tiempo que vos marcas, marca también el proceso de cada estamento (…) no hay una víctima y un victimario, sino que cada uno se va mostrando que todos somos responsables de una parte de esto. Cada institución”.
García vinculó esta complejidad a las violencias estructurales presentes en la sociedad: “De cómo la violencia se estructura a lo largo de los cuatro capítulos, distintos tipos de violencia, distintas formas, distintas modalidades, donde realmente tenemos que ver todos juntos”.
Reflexiones finales: preguntas para la sociedad
El debate concluyó sin respuestas definitivas, pero con una serie de interrogantes cruciales que las profesionales dejaron flotando en el aire, invitando a la reflexión colectiva. Noelia García interpeló sobre el ritmo de vida actual: “¿Qué tipo de vida cotidiana están viviendo estas personas [adultas]? Aceleradísimas (…) ¿Qué tiempo tenemos para hacerlo [socializar a nuestros niños]? (…) Es una forma de reproducir un estado de violencia con el otro. Porque no hay un tiempo de escucha”. Cuestionó también las lógicas de consumo que objetualizan las relaciones.
Mazzola planteó una pregunta fundamental sobre el espacio cedido a la tecnología: “Si este celular tomó tanto lugar, ¿quién se corrió del lugar? Esa es mi pregunta, ¿qué pasaba?, a eso me refiero con el desorden”.
El panel dejó claro que entender la adolescencia actual requiere mirar más allá del joven individual y analizar críticamente el rol de los adultos, las instituciones y el entramado social en el que todos estamos inmersos. Las preguntas resuenan: ¿Estamos dispuestos como adultos a escuchar y aprender de las adolescencias? ¿Cómo podemos generar vínculos significativos en un mundo acelerado y mediado por pantallas? ¿Qué responsabilidad tenemos como sociedad en la construcción de entornos más saludables para nuestros jóvenes?