Acoso sexual y adicción al sexo, en qué se diferencian
El escándalo sexual que explotó en Hollywood entre productores de cine, actores y actrices pone en el centro del debate la cuestión de la sexualidad, el acoso y la adicción al sexo. Ante esto surgen interrogantes: ¿Qué diferencia existe entre acoso sexual y adicción al sexo?. ¿Por qué se producen?. ¿Tienen tratamiento?.
Para poner en claro de qué se trata es importante separar conceptos, por eso LA VOZ DE SAN JUSTO consultó al médico sexólogo Juan Carlos Di Bert (MP-13425; ME-4318), de nuestra ciudad, quien planteó diferencias entre el obsesivo sexual o adicto al sexo y el acosador sexual.
Compulsivos o acosadores
Di Bert informó que "el Manual de Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales (DSM-5) propone como nuevo diagnóstico el trastorno hipersexual, caracterizado por un aumento en la frecuencia, intensidad de fantasías, impulsos y conductas sexuales no parafìlicas, asociadas con impulsividad que provocan malestar significativo, deterioro social y ocupacional".
"Dentro de eso podríamos encasillar distintos trastornos como el obsesivo sexual o adicción al sexo como alguien que tiene necesidad compulsiva de tener sexo, sin importarle si la otra persona lo desea y se convierte en algo irrefrenable, interfiriendo en la vida diaria, inclusive con conductas antisociales, obsesivas, casi como una adicción", definió el especialista.
Y agregó que en ese caso, "el sexo se convierte en algo compulsivo, incluso en ocasiones con la masturbación se realiza de manera imperiosa, mecánica y ritualista".
Algunos nuevos trabajos científicos relacionan esta patología con núcleos o zonas cerebrales que se ponen en funcionamiento con las drogas, por lo que se lo nombra como adicción".
"Por otro lado -diferenció- el acoso sexual se considera una forma de discriminación de sexo en el marco de los derechos civiles. Los avances sexuales indeseados, la solicitud de favores sexuales y otro tipo de conducta verbal o física de naturaleza sexual, representan un caso de acoso sexual cuando la ocurrencia o el rechazo de esta conducta afecta de forma implícita o explícita el desempeño laboral del individuo o genera un entorno de trabajo intimidante, hostil u ofensivo. Desde el punto de vista patológico no tiene que ver con el violador sexual".
Una cuestión de poder
El doctor Di Bert aseguró que en el acoso sexual, "generalmente nos encontramos con individuos -hombres y mujeres, aunque es más frecuente hacia las mujeres debido a la sociedad patriarcal en la que vivimos- que lamentablemente hacen uso de su poder, ya sea económico, político, o laboral para someter a la otra persona a sus caprichos o deseos. También puede ocurrir dentro del ámbito de pareja".
"Aunque en la actualidad algunos trabajos lo relacionen bajo la denominación de adicto, el que lo ejerce simplemente quiere satisfacer sus deseos utilizando el 'poder' que tiene, porque de otra manera no es capaz de hacerlo, la persona adicta lo es en todo momento y no necesita un lugar de poder para serlo", explic.
Aclaró: "Debemos entender que esta conducta es totalmente reprobable, que el individuo que lo ejerce no está enfermo y que dichas acciones pueden traer consecuencias impredecibles al que la sufre".
Otras patologías
Finalmente, Di Bert dijo que en todo esto "se deben descartar las llamadas parafilias (desviaciones sexuales), que se pueden definir como recurrente e intensa aparición de fantasías sexuales o conductas que engloban a objetos o animales, niños o adultos que no dan su consentimiento, o de producir dolor y sufrimiento a las parejas o a sí mismos, o sea la imaginación o los actos inusuales o extravagantes son necesarios reiterarlos y a veces excluyentes para conseguir la excitación sexual. Es totalmente patológica de la cual no se vuelve atrás, en cambio hay otras que pueden ser tratadas con psico y farmacoterapia".