Análisis
Acciones incompatibles

La distracción al volante es habitual en las calles. Existen controles y sanciones. Pero la toma de conciencia no parece llegar. Síntomas preocupantes de desapego personal y social.
El pasado 10 de junio se conmemoró el Día Nacional de la Seguridad Vial. Una fecha que invita a la reflexión sobre el caótico modo de conducir que tenemos en este país y sobre las brutales estadísticas de accidentes que nos enlutan a diario. El hecho de que mueran entre 12 y 15 personas por día en siniestros viales es una realidad que abruma y que impone profundas reflexiones, así como la necesidad de que la toma de conciencia sea general.
Se publicó en estos días que una de las principales causas de accidentes es la distracción al volante. En este punto, el uso del celular ocupa el primer lugar. El dispositivo telefónico es hoy una extensión de nuestro cuerpo, ha modificado conductas y los parámetros tradicionales de análisis se derrumbaron frente a su omnipresencia, muchas veces adictiva. Sin embargo, es profusa la información que alerta sobre el peligro de usar el móvil mientras se maneja un vehículo.
Según la OMS, el uso del teléfono celular hace que el conductor desvíe la mirada de la carretera, quite las manos del volante y aparte su mente de la carretera y de la situación existente. Es precisamente ese tipo de distracción, conocida como distracción cognitiva, la que tiene mayores consecuencias en el comportamiento del conductor. Serias investigaciones han comprobado esto hace años. Por ejemplo, en 2012 el British Medical Journal, con sede en Londres, concluyó que "usar un teléfono sin manos no es para nada seguro".
El trabajo estableció que casi la mitad de los conductores que protagonizaron colisiones en distintos países europeos y en Australia reconoció haber tenido utilizado el aparato en el trayecto en el que sufrieron los accidentes. Hace más de una década, el uso de los dispositivos móviles era habitual, pero no había todavía alcanzado la magnitud que se observa en la actualidad.
Bajar la vista por apenas un par de segundos cuando se circula a 60 kilómetros por hora implica recorrer más de 50 metros sin atender lo que sucede alrededor. Además, el proceso de enviar un mensaje corto mediante WhatsApp podría tomar aproximadamente un segundo por paso, lo que supone un total mínimo de 6 segundos. Es un instante, pero puede significar el comienzo de un drama. Porque, aunque la persona sea hábil para usar su teléfono, por cada minuto y medio de hablar por el móvil, el conductor no percibe el 40% de las señales, su velocidad media baja un 12% y el ritmo cardíaco se acelera bruscamente durante la llamada.
El fenómeno es habitual en las calles de nuestra ciudad y en prácticamente todas las poblaciones de la región. Existen controles y sanciones. Pero la toma de conciencia no parece llegar. Tampoco alcanza, por lo visto, la profusión de mensajes de advertencia. Síntomas preocupantes de desapego personal y social. De indiferencia y negligencia.
A la luz de las estadísticas trágicas es urgente comprender que manejar un vehículo y usar el celular son acciones incompatibles.