Análisis
Acciones en torno a la nocturnidad
La nocturnidad sigue siendo un problema en varias ciudades, con alcohol, drogas, ruido y violencia. A pesar de medidas legales, persisten desbordes. Se requieren más controles.
Abuso de alcohol. Drogas en determinados sectores. Ruido en cualquier sitio. Exceso de velocidad de los vehículos, especialmente las motocicletas. Peleas. Alguna balacera. Centros asistenciales en alerta. Signos evidentes de cualquier noche de fin de semana, en la ciudad y en prácticamente todo el país.
El párrafo anterior se escribió en esta columna en el verano de 2008. Llega el verano 2025 y poco ha cambiado. La nocturnidad es un problema, aunque muchas de las variables relatadas líneas arriba se hayan naturalizado. Casi nadie se asombra al ver jóvenes deambulando alcoholizados. Vecinos se resignan frente a los ruidos excesivos y a las intempestivas apariciones de rodados a alta velocidad. Los combates callejeros no han dejado de ser frecuentes. Y basta escuchar a profesionales de los equipos de salud para tomar nota del descontrol existente.
Aunque mal de muchos es consuelo de tontos, lo cierto es que el panorama se repite en muchas otras ciudades. Con mayor o menor gravedad. Pero, en todas, con circunstancias similares. Ejemplos abundan. La prensa de Villa María alertó, días atrás, sobre la repetición de reuniones y fiestas masivas, “que incluyen cientos de motos y automóviles a lo largo de la costanera del río, desde Viste Verde a Barrancas del Río, y también del lado de Villa Nueva”. El Diario del Sur de Córdoba afirmó que estos eventos “son algo que surgió sobre todo después de la pandemia y parece conllevar un problema, sobre todo para los vecinos que padecen esta situación, de difícil solución. Las quejas por este tema son innumerables, y parecería que la autoridad municipal no le encuentra aún la vuelta”. Tanto escaló el asunto que un grupo de vecinos cerró una avenida como medida de protesta y ello causó la atención de los medios de prensa. Como ocurre generalmente, la reacción de las autoridades locales sucedió recién después de que los habitantes del sector ribereño villamariense expresasen su malestar.
Otro caso. En Rafaela se está analizando una nueva ordenanza sobre nocturnidad que contemple disposiciones para evitar desbordes ante las nuevas “costumbres” y refuerzos de controles a todos los actores de la noche. También se discuten medidas para garantizar la seguridad de los vecinos y de los jóvenes que se trasladan de un sitio a otro durante las noches de los fines de semana.
En nuestra ciudad las disposiciones legales existen y son claras. Pero los problemas existen y se potencian en algunos puntos del ejido urbano. Por ello, frente a esta nueva temporada estival se impone la adopción de medidas que garanticen el derecho a divertirse del que todas las generaciones han disfrutado, pero –al mismo tiempo- se extremen los controles para proteger a la juventud y brindar seguridad a los vecinos. En definitiva, para que la nocturnidad no se transforme en un problema sin solución.