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Acción territorial en tiempos de ajuste: el Inta en nuestra región
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El responsable de extensión del INTA en San Francisco, Alejandro Centeno, reflexiona sobre el presente y futuro del organismo en un escenario nacional incierto. Reconoce la pérdida de protagonismo, destaca el trabajo territorial del equipo local y plantea la necesidad de una transformación profunda del instituto. “No funciona al 100% como debería. Podría , y debería, mejorar”.
Mientras el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) enfrenta recortes, despidos y cambios estructurales promovidos por el gobierno nacional, en las agencias locales el trabajo no se detiene. En San Francisco, un pequeño grupo de profesionales sigue llevando adelante tareas clave en la generación de información, la articulación con el sector privado y la formación continua de quienes sostienen la producción agropecuaria regional.
Alejandro Centeno, responsable de extensión local del INTA, traza un diagnóstico realista sobre el rol actual del organismo, sus vínculos con el territorio y los posibles efectos de las medidas de ajuste en marcha. Desde una mirada comprometida pero crítica, repasa el recorrido institucional y abre el debate sobre qué tipo de INTA necesita el país en esta etapa.
Centeno comienza por describir el trabajo que llevan adelante desde la agencia de San Francisco, situada en una zona de fuerte perfil agrícola-ganadero, con énfasis en la lechería. “Estamos de alguna manera cubriendo o satisfaciendo algunas necesidades que tienen que ver principalmente con lo que es la generación de información local a través de distintos ensayos en campos de productores, y con la formación continua de los profesionales que están en la actividad privada”, explica a LA VOZ DE SAN JUSTO. Y resume: “Si tuviese que explicarte brevemente qué es lo que hacemos, creo que esas dos son las principales actividades: capacitación de profesionales, productores y operarios o personal de campo, principalmente tamberos”.
Luego contextualiza históricamente: “Tengamos en cuenta que cuando se creó el INTA hace 70 años, la cantidad de productores profesionales que había en el territorio era mínima, prácticamente inexistente”. Recuerda que al inaugurarse la agencia local, hace más de medio siglo, “había solo cuatro colegas recibidos como ingenieros agrónomos trabajando”. Hoy, por el contrario, “hay un montón de profesionales vinculados al sector, que también generan información y apuntan al medio para lo que es la toma de decisiones”.
Centeno aclara que el INTA ya no tiene el monopolio en la producción de conocimiento técnico: “No todo es de INTA; alguna información también pertenece a empresas del medio, del sector”. Para él, esto no es negativo, sino parte de un proceso evolutivo. “El INTA ha perdido protagonismo, no por maldad del medio, sino porque todo ha evolucionado. La zona debe tener, en el departamento San Justo nada más, cerca de mil profesionales. Entonces, la importancia relativa de la institución en el territorio obviamente ha ido perdiendo peso”, reflexiona.
En este nuevo escenario, el vínculo con otras entidades es clave. “Tratamos permanentemente de generar alianzas con empresas privadas, multinacionales, colegas de la actividad privada, y otras instituciones locales como Sociedad Rural o la Asociación de Ingenieros Agrónomos”, enumera. Y destaca que muchas de las capacitaciones se realizan “codo a codo” con estas entidades, incluso en espacios compartidos como la sede de la Sociedad Rural.
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Respecto al alcance territorial, describe una zona extensa y diversa: “El área geográfica nuestra va hacia el oeste hasta Arroyito, al norte hasta Freyre y al sur hasta Las Varillas, que es una zona grandísima”. Reconoce las limitaciones operativas: “No llegamos a todos lados. Somos apenas cuatro profesionales, cada uno con una especialidad específica”.
Detalla que él se ocupa de los sistemas de producción forrajera; el equipo se completa con un médico veterinario especializado en reproducción, un becario de extensión que se forma en agricultura y una ingeniera agrónoma con amplia experiencia en huertas comunitarias y familiares, que inició su recorrido en el programa ProHuerta. “Ese programa ya no funciona más, hace un año que dejó de existir, pero la red de contactos que tiene Graciela (Gaspartti) hace que siga dando charlas, cursos y capacitaciones”, señala.
Recortes
Frente a los rumores sobre nuevos recortes, Centeno es claro: “Sinceramente, no tenemos ninguna información oficial. Son todas versiones que maneja la prensa. Internamente no hay nada”. Aun así, da crédito a lo que circula: “Lo que están comentando los medios tiene sus fuentes, y seguro algo de eso va a suceder. Con qué intensidad, no lo sabemos”. Menciona que “hay versiones de que el primero de agosto se va a generar un segundo retiro voluntario”. El primero, ocurrido el año pasado, tuvo “cerca de 300 profesionales que se retiraron, cuando el objetivo era 1.500”. Ahora se espera una salida mayor, motivada por la incertidumbre: “Muchos están viendo que este contexto no es favorable para trabajar cómodos dentro de la institución”.
Consultado por las consecuencias de una posible reducción drástica, incluso el cierre del organismo, responde con honestidad: “No sé qué podría ser de facto. Tampoco sé cuánta gente se puede llegar a ir, ni si los que se van a ir son altamente necesarios”. Reconoce limitaciones: “Como toda institución pública, tengo que ser crítico. El INTA no funciona al 100% como debería. Podría mejorar. Es más, creo que debería mejorar”.
Centeno sorprende con una mirada poco frecuente desde adentro del sistema: “Muchas de las medidas que se van a tomar apuntan hacia eso. Por más que muchos de nosotros quedemos afuera, creo que es una necesidad que se genere una especialización en todos los órganos públicos”. Plantea que “el INTA necesitaba hace tiempo hacer un análisis interno, crítico, responsable y comprometido. Analizar efectivamente qué se estaba haciendo, con qué nivel de eficiencia, y si lo que se investigaba era verdaderamente necesario para el territorio o para el país”.
La imagen final que propone es potente, aunque incómoda: “Aunque no nos guste, esto viene bien. Llevarlo al terreno médico: cuando tenés una pierna envenenada y hay que cortarla, no te queda otra. Parece un proceso de supervivencia y de superación de la propia institución”. Y cierra con una frase que resume toda su visión: “Yo me imagino eso, me imagino un mejor INTA, por más que tenga que quedar afuera yo”.