Análisis
Accidentes: urge un cambio cultural
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Con diez fallecidos en lo que va de 2025, los accidentes de tránsito en San Francisco muestran una preocupante duplicación respecto al año anterior. La crisis vial, que afecta a todas las edades pero golpea especialmente a los motociclistas jóvenes, reabre el debate sobre la seguridad y expone la necesidad de un cambio cultural profundo en la forma de transitar.
Diez son los fallecidos en accidentes de tránsito en lo que va de 2025. Una cifra que refleja una alarmante crisis que no conoce de treguas ni finales. La última víctima fue un anciano que resultó atropellado por un vehículo en una esquina céntrica. Esta tragedia se suma a otras similares desde febrero, que incluyen tanto a adultos como a jóvenes, principalmente víctimas de siniestros vinculados al uso de motocicletas.
Peor aún: las estadísticas en la ciudad reflejan una escalofriante duplicación de muertes por accidentes en comparación con el año anterior, lo que reabre el debate sobre la seguridad vial y la prevención.
El problema de los accidentes de tránsito es, por supuesto, de magnitud nacional. Según datos de la Policía de Córdoba, los siniestros de tránsito son la principal causa de muertes violentas en el país, superando incluso a los homicidios dolosos. En Córdoba, la tasa de fallecidos es especialmente alta y, aunque las víctimas son principalmente jóvenes conductores de motos, los accidentes afectan a todas las edades, independientemente del medio de transporte.
La preocupación por esta crisis no es solo por el número de muertos, sino por cómo esta problemática está estructuralmente enraizada en nuestra sociedad. En mayo de 2025, en las páginas de este medio, el ingeniero Hugo Gieco, experto en seguridad vial, ofreció su análisis sobre la situación. Desde su experiencia como profesional y conductor, destacó que muchos accidentes son evitables y que la clave para reducirlos radica no solo en mejorar la infraestructura o aumentar las sanciones, sino en una transformación educativa que cambie nuestra cultura vial desde la base.
Este especialista, fundamentalmente, habló de humanizar el transporte. Lo que se requiere es un cambio en la forma en que entendemos el tránsito, no solo como un conjunto de reglas a seguir, sino como un sistema colectivo que depende de la responsabilidad y empatía de todos los involucrados. "Si ves a una mamá cruzando, frena. No por miedo a la multa, sino por humanidad", dijo, resaltando que la ética vial debe prevalecer sobre el miedo a las sanciones.
En este contexto, es evidente que la creación de bicisendas todavía no ha “prendido” entre nosotros. La mayoría de los ciclistas siguen sin utilizarlas. Y su construcción se ha detenido, quizás por este motivo. Además, una parte importante de los que circulan en motocicletas mantienen su inconducta. El rojo de los semáforos casi no existe para algunos de ellos. Son muchos los vecinos que podrían relatar repetidas experiencias de esta actitud desaprensiva y riesgosa que les ha tocado vivir en las esquinas semaforizadas.
Por ello, por más que las sanciones sean duras y los controles se intensifiquen, no cabe duda de que la única solución efectiva pasará por la adopción de una ética vial colectiva, en la que la responsabilidad se observe en cada calle, en cada esquina. De lo contrario, cualquier avance en materia de tránsito será insuficiente.
Es vital comprender que esta crisis vial también tiene una dimensión humana profunda que no puede desatenderse. Las víctimas no son un número estadístico. Por lo tanto, no se puede seguir aceptando como una fatalidad lo que, en la mayoría de los casos, es el resultado de la imprudencia y la falta de educación vial. En nuestras calles el caos no debe imperar. No deben ser un campo de batalla. Las arterias que comunican los distintos puntos de San Francisco deben convertirse, alguna vez, en un espacio seguro para todos.
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