A horas de la final, las sensaciones de un croata casado con una sanfrancisqueña
Bruno Razum y Celeste Yonamine alientan a sus selecciones con la misma pasión, aunque será el país del primero el que mañana pueda seguir haciendo historia en el fútbol.
Bruno Razum García, de 34 años, nació en Croacia pero vive en Inglaterra desde hace 4 junto a su esposa, la sanfrancisqueña Celeste Yonamine.
Su selección jugará mañana por primera vez la final de una Copa del Mundo y el país, escribiendo así un capítulo histórico para un pueblo marcado por el dolor de la guerra de Yugoslavia en 1991 y el exilio de muchos.
Dicen que los bebés traen "el pan bajo el brazo" y quién dice que ese pan no sea la Copa. Celeste y Bruno esperan su primer hijo, que nacerá en tres meses.
"Cuando nos enteramos que iba a ser varón, lo primero que pensamos es en el potencial que iba a tener el niño con sangre argentina por parte de la madre y española y croata, por parte de padre. Sí o sí tiene que ser futbolista de Premier Ligue", bromeó Bruno.
El dolor convertido en alegría
Extasiado de emoción por la paternidad y el desempeño del sorprendente equipo croata, Bruno prefiere ser cauto al arriesgar un resultado en la final ante Francia. "El resultado que espero es 1-1 y penales. No es muy atractivo, pero tengo esa sensación", pronostica.
Y analiza el partido de mañana como buen futbolero que es: "Nosotros venimos de tres partidos de 120 minutos, estamos muy cansados y Francia consolidó su fortaleza, tiene muchos jugadores de calidad y muy rápidos que nos van a dar dolores de cabeza, pero aunque les tengamos respeto no les tenemos miedo".
El miedo nunca fue una debilidad para Croacia, al contrario, en ese sentimiento el pueblo encontró el coraje para luchar por su independencia y sobrevivir al dolor. "Vengo de un país muy joven, con 25 años de vida y 4 millones de habitantes que está cumpliendo un sueño que no se puede superar", detalla Bruno.
"Todo el mundo está revolucionado en Croacia y la semifinal con Inglaterra nos enloqueció a todos. De hecho, gente que no gustaba del fútbol, hoy está alentando a nuestra selección".
"En estos momentos, mi país está pasando por una crisis económica importante, con un alto nivel de desempleo, el mayor de toda la Unión Europea. Con muchos croatas que abandonaron el país yéndose a Alemania o Irlanda, en especial los jóvenes, esto traerá beneficios económicos ya que mejor promoción para Croacia no existe. Siendo un país que vive del turismo, esto es buenísimo para nosotros", agrega.
Argentina y Croacia alentando juntos
El fútbol es parte de la vida del matrimonio croata/argentino y el amor por sus selecciones siempre está presente. "Esto es algo sin precedentes. El país debe estar ardiendo de los festejos. Es una locura de pasión como en la Argentina. En el último Mundial, Brasil 2014, Croacia fue eliminada enseguida y apoyé con Celeste a la Argentina todo el evento, a muerte y vida", relata entusiasmado Bruno.
Argentina y Croacia se encontraron en la primera ronda en Rusia y fueron los segundos los que ganaron la pulseada 3 por 0. De aquel partido, la pareja tiene una anécdota: "Hay alrededor de 250 argentinos viviendo en Bristol y Bruno vió el primer partido argentino contra Islandia con toda la comunidad albiceleste. Cuando fue el turno del encuentro con Croacia, él no quiso participar y se fue solo con un amigo nuestro a verlo a un bar. Todos los chicos decían que Bruno era el mala onda porque nos `mufó´ desde el primer momento que jugó la Argentina, por ser rival nuestro".
Con la Argentina eliminada en cuartos, Celeste mañana alentará a los croatas. "Se puso la camiseta, la bandera y siente tanta alegría como yo", concluye feliz Bruno, aunque a la celeste y blanca, su esposa no se la quita.
La historia de amor
Bruno y Celeste se conocieron en 2007 en un viaje de intercambio de ambos en Guadalajara, México. Allí nació el amor pero no fue hasta 2011 en que Bruno finalizó su carrera y se animó a venir a la Argentina y probar suerte en el trabajo... y el amor.
Aunque no se estabilizó laboralmente en nuestro país, en 2012 consiguió trabajo en el Reino Unido y fue Celeste en ir tras su amado.
En junio de 2014 se casaron en Asturias, España, de donde es oriunda la familia materna de Bruno y así, Celeste pudo ingresar al Reino Unido como cónyuge de un ciudadano de la UE.
Desde 2015 están asentados en Bristol donde esperan a su bebé que, aunque sus papás aún no decidieron nombre para él, ya está pateando en la panza de mamá haciendo jueguitos al mejor estilo Diego Maradona o Luca Modric.