A 18 años de La Renga en San Francisco
Este año se cumplieron 18 años del primer y hasta aquí único show que dio La Renga en nuestra ciudad. A días de una nueva negativa para que la banda toque en Capital Federal recordamos aquel "banquete" de enero.
La reciente noticia de la negativa del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de no permitirle a la banda de rock La Renga realizar una serie de seis recitales en el estadio del Club Atlético Huracán, en el porteño barrio de Parque Patricios, despedazó por mil partes la ilusión de los músicos, productores y fanáticos de poder ver a la banda en un lugar paradigmático. El dato, inmediatamente nos transporta al banquete con el que la banda convocó en el Oscar C. Boero.
Todo lo que se generó a partir del no oficial, puso de nuevo en la discusión el tema de la seguridad en los conciertos, pero sobre todo desempolvó algunos antecedentes importantes: la banda de Mataderos hace 10 años que no puede tocar en Capital Federal, en 2013 se le prohibió la realización un show en el Autódromo de la ciudad capital (mismo lugar donde La Renga había tocado en 2007) y la reciente prohibición del gobierno de la provincia de San Juan de permitirle hacer pie en aquella provincia, por lo que la banda debió trasladar todo al que termino siendo un multitudinario show pero en Jesús María.
En un lugar de la pampa piamontesa
Cursaba el año 1998 y La Renga acababa de lanzar "La Renga", su quinto álbum de estudio, ese del arte de tapa icónico y que se harían miles de remeras después con el fondo negro y la estrella blanca, bien grande en el centro.
Presentado en dos recitales consecutivos en la cancha de Atlanta, donde se juntaron 50 mil personas, el disco incluía la escena del o, a la banda ma los hoy himnos rengueros "El Terco", "Bien Alto", "Cuándo estés acá", pero sobre todo "El revelde", canción que lanzó a la masividad más absoluta a la banda, que los hizo sonar por radio que se imagine y se convirtió en un mantra sagrado para las juventudes rockeras de todo nuestro país.
Esa canción sonó tanto, pero tanto, que en San Francisco también empezó a sonar. Y tanto se hablaba de La Renga nivel país que un empresario local decidió que la ciudad debía tener a la banda del momento.
Y ese objetivo se haría realidad cuando el grupo puso rodar su gira "A los mismos de siempre", el 10 de octubre del '98 y que en uno de esos 28 conciertos que culminarían con shows en el estadio de Huracán, hubo una fecha guardada para nuestra ciudad: 9 de enero de 1999.
Cuando estén acá
Era sábado. Ese 9 de enero de 1999 era sábado. Las entradas costaban $10 y se conseguían en el recordado Plaza Norte. La expectativa de las tribus rockeras de una ciudad desacostumbrada a recibir a tamaña banda, era la misma que se generaba en la gente de la zona y varios puntos del país. Por motivos de seguridad, de una capacidad esperada y por el momento de suceso que atravesaba La Renga, el lugar deicidido para que se arme un nuevo banquete fue el estadio Oscar C. Boero, en Alberione. Sportivo Belgrano, como los grandes estadios de fútbol del mundo, tenía por primer vez, un mano a mano con el rock.
Estaba fresco ese 9 de enero. Demasiado fresco para un enero sanfrancisqueño. Esa noche también se inauguraba una nueva edición del Campeonato Nacional de Baby Fútbol, pero para los que empezaron a llegar temprano a Alberione, a colmar la plaza 1º de Mayo y las adyacencias del estadio, sólo importaba una cosa: Chizzo, Teté y Tanque y ser golpeados por el sonido aplanador del hard rock y la sensibilidad social de las letras del power trío bonaerense.
El pibe de la estrella
Pedro Navarro tenía por aquel entonces 21 años. Le gustaba el rock, se juntaba con pibes que le gustaba el rock y cuando se enteró de la noticia comenzó a correr ese impulso de ansiedad constante que se genera desde que tenés la entrada en la mano hasta que se la entregás al de control, pasos antes a entrar al estadio; hasta que suena el primer acorde del primer tema.
Esa sería la primera vez que Navarro vería a La Renga en vivo y además, la única. "Fue el recital más significativo de mi vida, era fanático de la banda. Por ese momento puntual de mi vida y porque recuerdo que quedé completamente sorprendido por la calidad musical y de sonido. No había diferencia entre la calidad del disco y lo que hicieron esa noche", recuerda.
En la edición del 10 de enero de 1999, LA VOZ DE SAN JUSTO informaba que alrededor de 3000 personas habían acudido al banquete del Boero, para presenciar el show y que durante todo el día se había visto llegar a grupos de amigos y fanáticos provenientes de toda la región.
Un día después, en una crónica escrita por Gabriel Moyano (ver: "Hablando de la libertad") y que se publicó en la edición del lunes 11 de enero de aquel año, se dijo que el show incluyó más de 20 canciones, donde sonaron todos los éxitos de la banda, los de los primeros cuatro discos y los del último, y duró más de dos horas abriendo con "Despedazado por mil partes" y cerrando la fiesta con "Veneno".
Como cada enero, la lluvia había acechado los eventos estivales de la ciudad, y este recital no fue la excepción. Porque si bien el escenario de más de 20 metros de largo y 12 metros de profundidad se había podido armar a tiempo, la organización local tuvo que montar en tan solo dos horas la parte técnica, solo cuando el cielo confirmó que el banquete no se iba a aguar. "Se vivió un momento de duda ante la realización del espectáculo", citó este diario.
Después del show, Pedro pudo acceder a la banda. Pudo intercambiar algunas palabras con Gustavo "Chizzo" Nápoli y logró que el vocalista y guitarrista le firmara un autógrafo.
Pedro, sin papel a mano, ofreció uno de sus omóplatos, un lienzo de espalda para que Chizzo firmara. Pero luego, ese garabato de tinta de lapicera se haría inmortal.
"No me acuerdo sino me bañé o si me bañé, pero no me mojé la espalda; el lunes fui a la casa de un amigo que tatuaba y le dije que me deje la firma de Chizzo tatuada en la piel. Y ahí sigue. Y es un lindo recuerdo, es parte de mi identidad. Esa firma dice algo de mí", rememora Pedro.
Marcas como las que Pedro lleva en la piel, resignifican lo que fue el show de La Renga en la ciudad. Y lo que en parte genera el fanatismo por una banda, por la música, por cualquier forma de arte o el deporte.
La Renga sabe que debe buscar ahora un nuevo lugar para sus shows. San Francisco no aparecerá entre las opciones. Solo queda el recuerdo de ese verano del `98, ese día en que La Renga se hizo canción en el Oscar C. Boero.