Una suave brisa de cordobesismo

Algunas definiciones de Schiaretti en la apertura de sesiones legislativas deben ser leídas más a fondo, y reflejan la decisión de tratar, en la medida de sus posibilidades, de mantener alambrada la provincia y despejar fantasmas.
Julio C. Perotti | LVSJ
Fue todo muy sutil, hasta el énfasis final. "¡Córdoba no para, ni por la pandemia ni por las crisis que vengan", clamó Juan Schiaretti al inaugurar el periodo de sesiones ordinarias de la Legislatura.
Schiaretti, que normalmente participa de actividades vía Zoom para cuidar su salud, esta vez concurrió al recinto legislativo, en el que estaban sólo autoridades de la cámara y los bloques, además de pocos legisladores. Todos los demás, desde sus casas u oficinas.
Quizá por eso, el aplausómetro habitual de este tipo de discursos estuvo apagado.
A lo largo de una media hora (tiempo inusualmente breve para estos mensajes), fue desarrollando la gestión de la pandemia, la compra de insumos médicos, las obras públicas, con algunas perspicacias para marcar diferencias con la Nación, pero sin ser combativo.
Más bien lo contrario: trazó una línea de buena relación institucional con el gobierno de Alberto Fernández, pero no se alejó demasiado, salvo decir que se puede pensar distinto, pero trabajar juntos.
Es que el peronismo de Córdoba está en la mira respecto de su relación con el kirchnerismo gobernante y la alternativa de una lista unificada para los comicios parlamentarios de octubre.
Tres definiciones de Schiaretti deben ser leídas más a fondo, y reflejan la decisión de tratar, en la medida de sus posibilidades, de mantener alambrada la provincia y despejar fantasmas:
• "(...) seguiremos con un plan de obras que continuará transformando la provincia de cara al futuro. ¡Ningún otro modelo de gestión llevó a cabo semejante cantidad de obras! Vamos a continuar cambiando nuestra provincia".
• "Córdoba, como es su tradición y su conducta, cumplirá con sus compromisos económicos sin caer en default. Por eso, todos los que trabajan e invierten en Córdoba tendrán certezas y reglas claras para creer en nuestra provincia".
• "Córdoba siempre está dispuesta a avanzar sobre las dificultades. Esa no es la decisión de un gobierno. Está en nuestro ADN, en nuestra idiosincrasia. ¡Por eso somos Córdoba! Y quienes ocupemos cualquier lugar de conducción debemos tener bien en claro esto".
Ciertamente, este ya no es el cordobesismo de cuna delasotista ni aquella isla que proclamaba el radical Eduardo Angeloz allá por los 90.
Pero también en estos tiempos, las relaciones siempre complejas con el kirchnerismo favorecieron el caudal electoral del peronismo local.
A sabiendas de que compartía preferencias con Mauricio Macri, en 2019 Schiaretti prefirió jugar sin candidato presidencial: "Cortá por Juan" fue el eslogan de su boleta corta.
Schiaretti llegó a esa instancia, seis meses después de un amplio triunfo que, en parte, se basó en un radicalismo quebrado entre Mario Negri y Ramón Mestre, y que le permitió al peronismo contar con una mayoría legislativa muy cómoda: 40 bancas sobre un total de 70.
Con Alberto Fernández en el poder, los cuatro legisladores schiarettistas jugaron muchas veces a favor del oficialismo, con quórum o con votos favorables.
Ese es uno de los puntos que cuestiona la oposición, pero en esa oportunidad prefirió poner el foco sobre los ajustes aplicados o sobre cuestiones como la inseguridad, quizá el peor problema que en los últimos tiempos jaquea a la administración provincial.
A poco que pase el tiempo, este discurso se diluirá. Habrá sido apenas una suave brisa de cordobesismo. Las relaciones entre el peronismo cordobés y el kirchnerismo estarán signadas por otros gestos y otras necesidades de ambas partes, desde la economía y la pandemia hasta la dualidad que vive el oficialismo con dos cabezas visibles, como Cristina y Alberto Fernández.