Robos cada vez más violentos
En medio de una ola delictiva creciente y con características en San Francisco que acrecientan la sensación de inseguridad, nuevos hechos se insertan en ese contexto, mostrando una faceta demasiado alarmante.
La noticia da cuenta de que un hombre de 54 años fue brutalmente golpeado luego de sufrir un asalto en horas de la madrugada mientras se desempeñaba como cuidador de una obra en construcción en avenida de la Universidad y Juan de Garay. La víctima habría sido golpeada con una maza tan solo para robarle su teléfono celular y se encuentra en estado muy delicado internado en un nosocomio privado de la ciudad.
Según la crónica policial, el grave hecho se registró alrededor de las 4 del último sábado, cuando el trabajador fue sorprendido por un delincuente que lo golpeó bestialmente, para robarle y después darse a la fuga con rumbo desconocido. En un principio, la víctima fue trasladada en una ambulancia al Hospital Iturraspe donde le diagnosticaron lesiones graves: fractura y hundimiento de cráneo, pero luego fue derivado a una clínica privada.
En medio de una ola delictiva creciente y con características en la ciudad que acrecientan la sensación de inseguridad, este robo se inserta en ese contexto, mostrando una faceta demasiado alarmante. La violencia que ejerce un delincuente para hacerse tan solo de un teléfono y pocos elementos más es una muestra de que el problema va llegando a extremos que, necesariamente, tienen que ser analizados y abordados por las autoridades y también conocidos por la ciudadanía.
La preocupación se extiende frente a personas que trabajan de manera solitaria en horas de la noche o son vulnerables desde lo físico como ancianos que viven solos, por ejemplo. Porque en estos casos la violencia deja al desnudo problemáticas mucho más profundas que la sociedad, por momentos, parece esconder en medio de los innumerables problemas que hoy se viven.
El episodio que dio inicio a estas reflexiones se parangona con los robos frecuentes a personas ancianas o que viven solas, quienes además de sufrir el robo de sus bienes, padecen golpizas que repugnan. Tanto es así que la violencia física y hasta los intentos de asesinato de personas indefensas se han constituido en un flagelo social más que preocupante, que merece toda la atención y requiere de una estrategia particular para combatirlo y castigar a quienes los cometen.
La marginación y la exclusión, sumada a las adicciones y a la pérdida de valores fundacionales de la vida en convivencia están determinando que las formas del delito adquieran ribetes dramáticos. El uso de la fuerza desmedida contra las víctimas de robos es un problema que avanza con una velocidad inusitada y tiene en casos como éste ejemplos palpables de conductas que no pueden ser toleradas. Mientras se investiga y se procura dar con el sujeto que robó y agredió de manera brutal, es preciso insistir en que estamos frente a un fenómeno que nos interpela como comunidad y en el que permanecer ajenos no es la mejor conducta.