Legado de enseñanza: “Había que aprender y pensar, que serían futuros profesionales”
Graciela Martha Paolasso de Quaglia fue la primera directora de la Escuela Superior de Bellas Artes "Dr. Raúl G. Villafañe", que transita su 35º aniversario. Una artista prolífica en obra y legado de enseñanza.
Graciela Martha Paolasso de Quaglia fue la primera directora de la Escuela Superior de Bellas Artes "Dr. Raúl G. Villafañe" de nuestra ciudad.
A 35 años de su fundación, ella recuerda los primeros pasos de una institución que formó grandes artistas y docentes del arte.
En barrio Vélez Sarsfield, una vieja casona que respira arte. Una colección de pinturas y obras de yeso se entremezclan con fotos familiares y álbumes de recortes de diario de LA VOZ DE SAN JUSTO, un tesoro familiar. Una prolífera carrera con la pintura y las artes plásticas está contenida allí.
"Nací en esta casa; en ella viví con mi familia y aquí estoy. Este barrio es todo para mí porque aquí fui mamá y docente", asegura Graciela.
Cerca de su casa, en la plaza Vélez Sarsfield, está la Academia Municipal de Bellas Artes de San Francisco y a pocas cuadras, también el abandonado edificio del excolegio Nacional San Martín.
- Pasaron 35 años de aquel 15 de junio cuando usted, junto a otras docentes soñadoras, abrían la puerta al estudio formal de las artes...
Sí. Y volvería a ser docente de aquellos alumnos y con aquellos padres, porque hoy hay libertades que no corresponden en las escuelas.
- ¿Cómo ve a la Esba hoy?
Ya soy visitante, porque mi escuela estaba en la esquina de Bv. 25 de Mayo e Irigoyen, pero me invitan a todos los eventos. Me tienen mucho cariño y eso me lo dio la docencia.
- ¿Cómo llegó a la dirección?
Allá por 1983, el intendente Antonio Lamberghini y Jorge Giaveno como director de Cultura, citan a profesores y arquitectos con el objetivo de crear la escuela con las formaciones de maestro en Bellas Artes y Decoración de Interiores. En la reunión iban definiendo los roles y a mí nadie me decía nada. En ese momento, pregunté para qué me citaron y ahí me dijeron que estaban reservándome el lugar de directora de la institución. Fue todo un desafío
- ¿Cómo fue empezar?
La municipalidad nos facilitó todos los elementos y el espacio para comenzar a dictar las clases hasta que nos mudamos a la esquina de Bv. 25 de Mayo e Irigoyen. Dar clases era una carrera contrarreloj, porque teníamos que ponernos al día con la currícula ya que empezamos medio año tarde.
- ¿Costaba la educación en aquel momento?
Sí porque había que poner límites a los estudiantes, ya estábamos formando docentes y profesionales porque teníamos que ser ejemplo. Ser artistas no significaba que podíamos hacer lo que queríamos. Teníamos que tener una actitud y demostrar que también podíamos ser "normales" (risas).
- ¿Cómo eran los estudiantes de aquellos días?
Y... muchos se creían Pablo Picasso... pero tenían que entender que había que aprender y pensar que serían futuros profesionales.
- Tuvo una dirección extensa...
Cinco años hasta que me llegó la jubilación. Y hubiera seguido por mucho tiempo más.
- Muchos de los egresados hoy son docentes...
Muchos chicos que se recibieron en aquel momento, hoy son docentes en la Escuela de Bellas Artes. Eso me llena de orgullo.
Creadora pionera
- ¿Cuáles fueron sus primeros pasos en la docencia?
Luego de estudiar en la ciudad de Santa Fe el profesorado en Bellas Artes, regresé a San Francisco para comenzar a ejercer la docencia. Poco a poco comencé a hacer mi lugar en el nivel primario dando plástica y en 1972, llaman a concurso para ocupar la dirección de la Academia Municipal de Bellas Artes y gané el puesto. Estuve durante cinco años.
- ¿Cómo eran aquellos tiempos?
Había mucho por hacer. Ya fuera de la Dirección, en 1979 durante la Intendencia de Carlos Dietrich, logré conseguir el primer horno para cerámica para la Academia. Me enteré que había varios que se estaban donando en todo el país y había uno que no tenía destino. Hice las gestiones con el intendente y él solicitó que San Francisco sea su destino. Así recibimos mesas, sillas y armarios para equipar el primer taller de cerámica en la Academia. Me pidieron que me haga cargo del taller pero sin goce de sueldo porque no entraba en presupuesto y no me importó, era otro desafío. Me encanta iniciar cosas.
- ¿Cómo fue iniciar el primer taller de cerámica en San Francisco?
Difícil y de mucho esfuerzo. Durante la semana daba clase en las escuelas y los días sábado viajaba a la ciudad de Rosario a capacitarme en cerámica para traerles la información a las alumnas. Recuero la primera exposición que hicimos. Era un trabajo que hacía con mucha intención.
- También fue vicedirectora del Colegio Nacional...
Sí, en tiempos en que daba el taller de cerámica el cual dejé al poco tiempo. Tuve mi taller de cerámica, El Alfar, hasta que llegó el momento de la Escuela.
-¿Qué análisis hace hoy de los desafío que le puso su carrera con el arte?
Tanto la dirección de la Academia Municipal como la de la Escuela de Bellas Artes fueron muy importantes, cada una en su momento. Lo importante era animarse y eso le digo a los chicos, tienen que animarse a hacer y marcar la diferencia.