La concreción de un sueño digno
El comedor y cooperativa La Virgencita, una obra referente en la ciudad y en el país, tiene un nuevo hito: la inauguración de una máquina compactadora horizontal.
El comedor y cooperativa La Virgencita es, dese hace bastante tiempo, una obra referente en la ciudad y en el país. En ella se resumen los mejores valores de la comunidad, se dignifica a las personas y se sostiene una propuesta solidaria y laboral que tiene un nuevo hito: la inauguración de una máquina compactadora horizontal, capaz de prensar 2 mil kilos de cartón y otros materiales por hora.
La capacidad de prensado de la cooperativa era, hasta el momento, de 3 mil kilos por mes, por lo que se comprende la trascendencia de la incorporación de esta máquina para ampliar las actividades de este emprendimiento solidario que constituye un orgullo sanfrancisqueño y que merece ser conocido y valorado en su justa dimensión.
Hace 30 comenzó esta "aventura". En una casa de familia se comenzó a dar de comer a un puñado de niños de familias carenciadas del sector de barrio Parque, en jurisdicción de la parroquia San José Obrero. La obra comenzó tímida, pero a poco de andar creció de manera notable. Se debió alquilar un nuevo inmueble ante la cantidad de gente que requirió de la ayuda. Y luego de varios años el municipio donó el terreno que actualmente ocupa.
Con el transcurrir del tiempo, aquel plato caliente que permitía atenuar las necesidades alimenticias de algunas familias se convirtió en una cooperativa de trabajo ejemplar. Que no solo se dedica a recoger cartones. Contiene y ayuda a personas con adicciones y está a punto de terminar de construir un salón de usos múltiples y aulas para formación y capacitación, entre otros logros no menos trascendentes.
La nueva compactadora se construyó gracias al trabajo de profesionales de la ingeniería y el apoyo de la UTN San Francisco. De este modo, La Virgencita ha cumplido un sueño. Así quedó plasmado en la crónica publicada en este diario con motivo de la inauguración de la prensa. Las palabras de uno de los referentes de la obra que pertenece a Cáritas Diocesana lo reflejan cabalmente: "No un sueño individual sino comunitario, compartido entre muchos. Poder materializarlo, verlo y tocarlo, ver que funciona te deja sin palabras. Esto sigue siendo una excusa para que la gente venga a acá. Treinta años caminando primero solo con el comedor, con una asistencia pura, darnos cuenta después que el camino es la promoción humana y que la promoción humana es dignificar y dignificar es poder darles las herramientas a ellos para que su calidad de vida sea mejor y que el trabajo que tengan que hacer sea lo más sano posible", explicó Emilio Amé.
Las crisis en el país se suceden. Y las respuestas no siempre son adecuadas desde el Estado. Las ambiciones de poder llevan al clientelismo que termina denigrando la condición humana. Es notable el contraste de esa realidad con lo que ocurre en La Virgencita. La promoción de la persona, el respeto por su dignidad irrevocable y el trabajo cooperativo como premisas centrales han permitido que se concrete el sueño de la nueva prensa.