El mejor vuelo de Aníbal
Aníbal Debernardo es de Devoto. Comandó el avión que repatrió a 270 argentinos desde España. Cruzó el cielo sin preguntarse nada ni cuestionar porqué priorizó que todos volvieran a casa. Estar juntos bajo el abrigo de la misma patria se volvió lo más importante para todos.
Por Stefania Musso | LVSJ
"Estamos en una guerra contra un enemigo invisible", apuntó el presidente Alberto Fernández el pasado jueves 19 cuando le pedía a todos los ciudadanos argentinos que se queden en su casa para frenar la propagación del coronavirus.
En esta lucha donde hay víctimas, también hay muchas personas que dan los mejor de sí misma en sus puestos de trabajos. Entre tantas historias que se empiezan a conocer hay la de un devótense que vamos a destacar. Se trata de Aníbal Debernardo de 52 años quien como copiloto de Airbus 330 de Aerolíneas Argentinas fue parte de la tripulación del primer vuelo de repatriación de 270 argentinos varados en España, uno de los países más afectados por el Covid -19.
Dedicado de lleno a la labor y lejos de la familia por aislamiento social para mantener su status sanitario desde hace 15 días; el devotense tiene claro su rol fundamental y la importancia que tiene para su trabajo para todo un país. "Ya estoy listo para salir de nuevo. Hasta que no quede nadie afuera", dijo Aníbal convencido de su trabajo para quien vive con anhelo poder rescatar a los que están lejos.
Para este hombre, fue muy emocionante lo que vivió en su último vuelo por el momento histórico que está atravesando el mundo y en especial nuestro país. "La sensación de `estamos en casa´ y con más alegría que nunca es lo que me emociona. Es el momento en que para muchos se acaban largas jornadas de incertidumbre", afirmó el piloto.
El piloto Aníbal Debernardo (derecha) junto a colegas de Aerolíneas Argentinas.
Algo más que una orden
Para cumplir con la orden de repatriación, este copiloto y 17 miembros de tripulación despegaron de suelo argentino sin pasajeros el 18 de marzo a las 23.50 con destino al Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. La tripulación tenía la misión de volver con 270 compatriotas desde Madrid a Buenos Aires, despegando el día siguiente desde el viejo continente a las 20.10 y llegando a nuestro país a las 4.10 del viernes 20 de marzo. Todo un esfuerzo de casi 30 horas de trabajo ininterrumpido para traer a casa a los nuestros.
Más que una orden era un anhelo. Pensar que había argentinos lejos de casa que la estaban pasando mal, que habían sido abandonados por otras líneas aéreas extranjeras, me motivaba que me ordenaran el repatriamiento. Que confíen en uno como parte de un equipo para una tarea así es un profundo orgullo, contó Debernardo".
A la emoción personal, se sumó la de los pasajeros que sin poder agradecerles con un abrazo, las miradas de miedo que tenían al embarcar se convirtieron en nostalgia y agradecimiento cuando pisaron suelo argentino. "Muchos nos agradecieron el hecho de ser voluntarios en esta tarea. Algunos hasta se sentían casi en deuda con uno que no es más ni menos que un eslabón de una inmensa cadena que sigue trabajando para que no quede nadie afuera", agregó.
"En ese eslabón -siguió el piloto- está desde quien atiende el teléfono, los que reciben a los pasajeros en el mostrador, el que carga las valijas o decide que cumplamos este objetivo. Uno siente que en cada vuelo, es el último segundo de largas horas de trabajo. Aterrizar en Madrid y que sea el Personal de Aerolíneas despachando pasajeros en una terminal completamente cerrada es muy difícil de poner en palabras".
"Uno confía en el profesionalismo de cada uno de los compañeros y sintiendo que continuamente estás respaldado y cuidado por un excelente grupo de trabajo", destacó Debernardo.
Pero no para todos los pilotos y trabajadores de Aerolíneas fue agradecimiento en estos tiempos de coronavirus. Sus colegas de la misma aerolínea que repatriaron argentinos desde Miami sufrieron insultos por parte de pasajeros que querían desembarcar en Ezeiza de inmediato. Al respecto, el devótense expresó que "esos hechos no son atípicos en nuestro trabajo. Por eso la industria aeronáutica invierte mucho dinero y tiempo en la capacitación del personal en el tratamiento de estas situaciones. Cada uno tiene una función específica en el evento para controlar el hecho y mitigar posibles consecuencias".
Lejos de la familia
Desde hace 15 días, Aníbal está aislado y solo en su casa de Vicente López, en Buenos Aires mientras su compañera e hijos están repartidos entre Olivos y Florida. Su trabajo, que lo puede volver a requerir, lo mantiene sin contacto físico con familiares. "Desde hace un mes aproximadamente empezamos a ver que en cualquier momento pasaría en Europa lo que está ocurriendo en estos momentos. Entonces, disminuimos el contacto en nuestras postas y nos mantenernos lejos de los focos posibles de infección", relató piloto.
"Muchos compañeros pilotos del interior del país aún no han regresado a sus casas para mantenerse aptos y salir a volar cuando lo necesiten", explicó.
Este piloto tiene familia, esposa, padres e hijos; pero sabe que tiene que cuidarlos y cuidarse también él. "La mayor parte de la comunicación es a través de las redes sociales. El apoyo de la familia es fundamental. Esto solo es posible gracias a mi compañera Ornella Moreno, mis hijos Virginia y Santiago, mis padres Héctor y Yoly a quienes entienden que no puedo perder mi status sanitarios para volver a volar", comentó.