Acerca de vivos y bobos
Quizás sea pronto afirmarlo con contundencia, pero el coronavirus podría haber llegado para dejar en evidencia las conductas antisociales, la improvisación, la negligencia, la falsedad, la preeminencia del interés propio por sobre el general y la soberbia, entre otras actitudes rechazables.
Al anunciar las nuevas y drásticas medidas para controlar la extensión del Covid-19 en el país, el presidente de la Nación se explayó en varias referencias importantes. Aunque con un tono sereno que merece ser destacado, se mostró decidido a aplicar la ley a quienes no respeten la emergencia. En este sentido, hizo referencia a que la "soberbia" de algunos no puede poner en peligro al país. Y, frente a una consulta por supuestos aumentos abusivos de precios, volvió a señalar su convicción de que se terminó "el país de los vivos y los tontos".
Conviene detenerse, creemos, en reflexionar sobre las conductas sociales que estamos teniendo en medio de una psicosis generalizada por la extensión mundial de la pandemia. Y ahondar en las más cercanas. La soberbia de algunos grupos que pretenden ser privilegiados en este país, en especial en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, tuvo un botón de muestra impresentable luego de la difusión de un video en el que una persona agredió a un vigilador privado por el hecho de que éste le recriminó que no cumplía con el aislamiento al que debía someterse. Como cruel metáfora de la Argentina de hoy, el "bobo" intentaba hacer cumplir la ley y el "vivo" no solo la ignoraba sino que se violentaba ante quien pretendía hacerlo recapacitar.
Mientras tanto, en nuestra ciudad, dos vecinos fueron denunciados por no cumplir con esta especie de cuarentena que se ha decretado para quienes regresan de países afectados por la enfermedad producida por el coronavirus. Su conducta se encuadra también en esta distinción de supuestos vivos que no reparan en la responsabilidad social que supone ejercer la ciudadanía. Y tampoco muestran un mínimo de empatía para con sus propios familiares o vecinos cercanos.
Es en estos contextos complicados cuando las grandezas y las miserias del ser humano aparecen en toda su dimensión. El "bobo" en la Argentina -desde hace mucho tiempo- parece ser quien tiene conciencia cívica y cumple con todas las obligaciones. El "vivo", todo lo contrario. Aquello de la viveza criolla se ha mantenido casi inalterable a lo largo de los años. Es una de las razones de la decadencia social y cultural, la debacle económica y la crisis política de este país.
Se dirá, con alguna razón, que entre los "vivos" se cuentan los señores y señoras que se paran frente a un micrófono y pontifican respecto de lo que debemos hacer los argentinos para salir del pozo. Pero que a poco de andar demuestran su ineptitud para resolver los problemas y para manejar las riendas de un país. Que evidencian incoherencias tan manifiestas como graves entre el decir y el hacer.
Quizás sea pronto afirmarlo con contundencia, pero el coronavirus podría haber llegado para dejar en evidencia las conductas antisociales, la improvisación, la negligencia, la falsedad, la preeminencia del interés propio por sobre el general y la soberbia, entre otras actitudes rechazables. Mientras se transita la emergencia, es muy posible que los "vivos" queden expuestos socialmente y puestos definitivamente en cuarentena.