A los 91 años sigue trabajando: Vando, el maestro de la nuevas generaciones
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Vando Santiago Righero cumplirá 92 años el 3 de mayo y trabaja desde hace más de 70 en Rectificaciones Gontero S.R.L.
El hombre, que es el primer empleado de la firma en llegar y el último en irse, es un ejemplo para las nuevas generaciones no solo por sus ganas de trabajar sino por su pasión por los motores.
Camisa, pantalón de jeans y zapatillas. Nos estrecha la mano y una sonrisa se dibuja en su rostro. Se entrega a la entrevista. Está orgulloso, no de él -su humildad no se lo permitiría- sino de la empresa en la que está desde siempre, desde toda una vida.
Nelso y Juan Carlos Gontero -la actual generación de una familia de emprendedores al frente de la firma-, observan sus gestos pausados y su hablar tranquilo, lo quieren como a un padre. Vando fue el gran compañero de su padre, de Carlos Gontero, el que empezó con la pasión de los motores. Sus compañeros, tanto los de 20 hasta los de 50 años, contemplan la charla con el mismo cariño por Vando.
"Nuestro padre murió cuando teníamos 18 años y desde aquel momento, él es como una figura paternal para nosotros", reflexionó Nelso.
"No puedo decir nada malo de esta familia. Siempre me ayudaron y estoy agradecido", confió el nonagenario.
En Vando caben el respeto, la sabiduría y la experiencia en el taller de avenida Libertador (N) 56. "Estoy acá ayudando. Si un motor tiene un problema, ayudo, opino, lo miro y trato de darle una solución", contó sobre su permanencia en el trabajo, aún después de la jubilación.
"No soy de los que se jubilan y se sientan todo el día frente al televisor o en la vereda. A mí me gusta estar todo el tiempo haciendo cosas. Muchos me preguntan para qué vengo y yo les digo, para estar activo, porque este negocio es mi vida", confesó.
"Si no trabajamos, el país no funciona. Si fuera que tengo que vivir con la jubilación, hay que hacerlo apretado y no quiero, siempre hay que hacer algo".
"Tenemos que buscar la forma de vivir pero trabajando. No soy político pero no se puede dar dinero y dejar de trabajar. Somos muchos para vivir de esa manera y no hay país que aguante", opinó.
Vando vive con Mirna, su señora diez años menor que él; su hija y tiene dos nietos. ¿El secreto de su vitalidad?: "No tomo alcohol ni fumo; aunque por ahí tomo una copita con una comida rica y sana. Me gustaba ir a cazar y viajar, eso me llenaba de energías", dijo.
"No creemos que haya otra persona que sepa más de motores en el mundo que él"

Nelso y Juan Carlos Gontero lo aprecian mucho. "Vando tiene dos años más que nuestro taller aquí en Libertador Norte", compararon.
"El taller es su vida. Siempre está. Cuando faltó papá, fue como un padre para nosotros y lo respetamos como tal", expresó Nelso.
Los hermanos siempre le dicen que se cuide, que vaya más tarde, que lo tome como una distracción, pero el taller de rectificación es todo para Vando. "No creemos que haya otra persona que sepa más de motores en el mundo que él", dijo Nelso.
Muchas de las máquinas que hoy se utilizan en la firma fueron construidas por Vando y hoy son la herramienta que pasa por las manos de las generaciones jóvenes. "Los nuevos empleados tienen que aprender de él. Nosotros tenemos el desafío de dejar como nuevo motores usados y él nos enseña día a día", añadieron los Gontero.
A Vando los nuevos y potentes autos no lo asustan. Él tiene la técnica infalible para hacer el mejor de los trabajos. "Cada cosa que se hace acá, se hace con amor, porque todo es artesanal. Hay manuales hoy, algo que no existía antes".
El hombre de las rodillas "biónicas"

Vando nació en la localidad santafesina de Sastre el 3 de mayo de 1926. Su padre falleció cuando él tenía apenas cuatro años y por eso, su madre decidió mudarse a San Francisco con él y su hermano menor.
El hombre que se convirtió en su padrastro fue el primero que lo acercó a las máquinas. "Mi padrastro tenía cosechadoras, máquinas a vapor, un lujo que me di fue conducirlos. También tenía desgranadora de maíz pero esto afectó su salud", recordó.
Vando, ya adolescente, tuvo que hacer el duro trabajo del campo, luego en lo de Florentino Puzzi hasta que llegó el momento del Servicio Militar Obligatorio. "Tuve la suerte de estar de vuelta a los ocho días", expresó con el mismo alivio que seguramente sintió cunado en su juventud le dieron la noticia que volvía a casa.
La relación de Vando con los Gontero se remonta a la cálida amistad entre su padrastro y José Gontero, el padre de Carlos y Víctor, con quienes luego trabajaría desde 1946. "Ellos se fueron del taller paterno que estaba en Libertad y Liniers y abrieron su propio negocio en bulevar 9 de Julio 1220. Pero para 1948, se dividieron y me fui con Carlos".
Desde ese año, "estoy aquí y ¡me aguantan!". Vando fue socio del padre de los actuales propietarios del negocio, Nelso y Juan Carlos, pero hace unos años, el trabajador les vendió su parte.
La salud nunca interrumpió su vida laboral, salvo el desgaste de sus dos rodillas que lo sometieron intervenciones quirúrgicas. "Me operé hace tres años, con 88. Nadie quería operarme porque era mayor, pero un médico de la ciudad de Córdoba se animó y lo hizo. Ahora me llaman 'el de las rodillas biónicas', porque no paro", bromeó Vando.
Al finalizar la entrevista, Vando saludó y se retiró a su querido escritorio, desde el que observa a todos los muchachos en el taller, a las máquinas que él mismo construyó y desde donde la vida le dio la oportunidad de disfrutar de lo que más lo colma de orgullo: trabajar a los 91 "prirulos".