A 50 años de la hazaña: San Francisco no olvida la llegada del hombre a la Luna
Es uno de los acontecimientos grabados a fuego en la memoria colectiva. Cómo se recuerda en nuestra ciudad, donde aquella jornada del 20 de julio de 1969 estuvo dividida entre un partido de Sportivo Belgrano y ver por TV el alunizaje histórico.
Por Arturo Bienedell (*)
Las expectativas en torno a la llegada del hombre a la Luna eran mayúsculas, por lo menos desde un mes antes del lanzamiento. Prácticamente todos los jóvenes conocíamos los nombres de los tres astronautas: Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins y del diseñador del cohete Saturno V, el alemán Werner von Braun; además estábamos "familiarizados" con los nombre de la cápsula Apolo 11 y la nave Columbia y el módulo Águila.
Este acontecimiento se dio en medio de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética que, en la carrera espacial, siempre tuvo la delantera con las experiencias que se hacían.
Además, debemos ubicarnos en el contexto de la época en la que en gran parte de nuestra sociedad había calado fuerte el asesinato del presidente John F. Kennedy que fue quien había prometido a los estadounidenses que en breve se iría a la Luna "no porque fuera fácil, sino porque era difícil".
El domingo en que se produjo el alunizaje, en San Francisco las expectativas estuvieron divididas entre un partido de Sportivo Belgrano, a la tarde, y la posibilidad de ver por televisión la llegada del hombre a la Luna, en el filo de la medianoche.
Esa transmisión fue posible porque poco tiempo antes la Argentina se sumó a la televisión satelital, un gran avance para todas las comunicaciones de la época. Fue casi un privilegio, porque solo 33 países en el mundo pudieron verlo "en vivo y en directo". Aquí, en mi caso en particular, vi la transmisión en la casa de una familia amiga porque en la mía todavía no teníamos televisor y lo pudimos ver por Canal 13 de Santa Fe. Eran imágenes que hoy nos indignarían por su mala calidad, pero entonces era una maravilla. Una manchas blancas que se desplazaban en la pantalla que descifrábamos gracias a un relato que nos explicaba qué ocurría.
Los diarios de Buenos Aires hicieron ediciones especiales, de muchas páginas y prueba del fervor de la gente es que muchos de ellos, en San Francisco los conservaron por años, tan es así que algunos llegaron en años recientes al Archivo Gráfico y Museo Histórico, donados por los familiares de aquellas personas que entonces los habían guardado como tesoros de la odisea. La revista Selecciones, editó enseguida un disco 33 doble con las grabaciones de las comunicaciones entre Houston y los astronautas, con traducción escrita en las solapas del disco.
Parecía que era una noticia que nunca se diluiría, pero el diario "La Razón" de Buenos Aires, vaticinó que pronto el suceso no tendría más espacio en los medios, lo que era lógico pero "incomprensible" en la primera semana.
Otro recuerdo personal de la época, son los comentarios de un albañil santiagueño que en esos días le apostaba a quien quisiera aceptar el reto que "el alunizaje no había existido", lo que le valió las burlas de muchos; sin embargo lo recordé cuando varias décadas luego se difundieron informaciones (¿trol de entonces?) que negaban esos sucesos y "revelaban" cómo se habría montado todo en un estudio de la Nasa.
Antes de esto, a mis 15 años, el interés por el tema espacial me llevó a construir con un amigo de la adolescencia -César Juan Bogge-, un cohete de medio metro de altura, confeccionado con chapa galvanizada y cargado con dos kilos y medio de pólvora que nosotros mismos produjimos con carbón, potasio y azufre y lo lanzamos en un campo al norte de la actual avenida Maipú ¡y voló! hasta que las aletas se despegaron, perdió el rumbo y se estrelló luego de subir más de quince metros. En síntesis no era más que una gran "cañita voladora", pero fue nuestra experiencia allá por 1966 cuando éramos alumnos de la Escuela del Trabajo.
Hoy recordamos el "pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad". Pasaron 50 años de aquellos días en que la ciencia y tecnología espacial nos asombraban. Medio siglo de cuando la Argentina, Córdoba y San Francisco se debatían en una creciente incertidumbre socioeconómica. Lo peor estaba por venir pero no lo advertíamos en toda su magnitud, estábamos ocupados mirando la Luna.
(*) Presidente de la Fundación Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región