A 44 años de la tragedia en Sa Pereira un testigo del choque recuerda ese día

El Tren "Estrella del Norte" iba a toda velocidad, a pesar de la advertencia un colectivo lleno de estudiantes se decidió a avanzar, un camión quiso imitarlo pero el acoplado chocó con el tren que descarriló con sus 11 vagones. Marino Batistelli, jefe de la estación vecina de Mariano Saavedra, contó a LA VOZ DE SAN JUSTO los detalles de la mayor tragedia ferroviaria del interior del país.
Por Manuel Montali | LVSJ
El "Estrella del Norte" pertenecía al ferrocarril Mitre. Había salido de Tucumán, con tres horas de retraso, medio día antes. Y se dirigía a Retiro, Buenos Aires. Tenía 11 vagones, capacidad para unos 1200 pasajeros sentados, pero viajaban 2100, más que la población completa de Sa Pereyra, muchos parados. Estaba dirigido por el maquinista Antonio Cori.
El camión Ford con acoplado era conducido por Arnaldo Bianchini, de 28 años. Padre de una niña y a la espera del segundo hijo, provenía de Santa Elena (Entre Ríos), transportando grasa de chancho y picadillos. Cuando se decidió a cruzar el paso a nivel contra los destellos y la alarma de advertencia, su conductor lejos estaba de imaginarse que sería tapa de medios y revistas, como el enemigo público número 1. El camión pudo superar las vías, pero no así el acoplado, que fue embestido por el tren. La locomotora saltó de las vías, se desprendió y terminó unos 50 metros campo adentro con sus ocupantes heridos levemente. Los vagones siguieron adelante varios metros más por la fuerza del arrastre, hasta que volcaron y uno de ellos se incrustó dentro de su antecesor, de clase turista y que llevaba mucha gente parada, aplastando a casi todos sus ocupantes. Fallecieron 53 personas ese día, sumándose dos nuevas víctimas con el correr de los días, lo que totalizó 55 muertos (con cerca del triple de heridos) y convirtió a ese accidente en el más trágico del interior nacional, solo superado por el choque de dos trenes entre las estaciones Benavidez y General Pacheco (Buenos Aires), el 1 de febrero de 1970, en el que perdieron la vida 250 personas. Para terminar de dimensionar la magnitud del desastre, en el accidente ferroviario de Once del 22 de febrero de 2012 murieron 52 personas.
En nuestra zona, se recordaba un accidente a unos siete kilómetros de La Francia, en los primeros minutos del 1 de octubre del año 1939, cuando una locomotora proveniente también de Tucumán había embestido a otra que se encontraba detenida. Se produjeron 5 muertes y medio centenar de heridos.
El camión que desató la tragedia al cruzar imprudentemente.
El llamado que nunca llegó
Ese 25 de febrero de 1978, Marino Batistelli se desempeñaba como jefe de la estación de Mariano Saavedra, entre Sa Pereyra y Gálvez. El "Estrella del Norte" había pasado Rafaela y le pedía vía libre para El Trébol. Pero el tren se demoraba y no le marcaba salida.
"Llamé varias veces hasta que al fin me contestaron, diciendo que el tren había tumbado y la máquina había ido al campo", recordó. Precisó incluso que el convoy llevaba, delante de los vagones con pasajeros, 2 coches bandeja, donde la gente ubicaba sus autos.
"Había pasado hacía tres minutos Sa Pereyra. El paso a nivel debe estar a 120 metros del cruce. Venía rápido, a 80 o 95 kilómetros por hora. Había una cola bárbara de gente esperando que pase el tren, porque había semáforo. Pero cruzó un colectivo lleno de pibes, y detrás se metió un camión de Santa Elena cargado de grasa y picadillo, que como estaba tapado no vio el tren. La máquina no agarró el colectivo por 20 centímetros. Pero sí agarró el acoplado", añadió.
Entonces, el espectáculo del desastre: "La máquina saltó varios metros por el campo y quedó tirada a unos 50 metros. El tren siguió corriendo. La rueda de adelante del coche bandeja estaba descarrilada, pero por la fuerza seguía corriendo. A unos metros había un puentecito, tipo alcantarilla, de unos 3 metros, todo con reja. Y el coche bandeja se metió dentro, cayó, y dos vagones se incrustaron uno dentro de otro".
El horror
Batistelli contó que le pidieron urgente que fuera a cooperar, que gestionara mangueras, agua: "Fui enseguida en auto. A los 20 minutos estaba ahí. Recuerdo ver gente sin brazos, en shock, riéndose. Cuando vino el sol fuerte, a las 12, quemó a todos. Recuerdo ver un muchacho que viajaba con su novia y la madre porque se iban a casar en Buenos Aires. La señora muerta, la chica muerta, y él vivo".
El espectáculo era estremecedor. Desesperación, crisis de nervios, gente que agonizaba dentro de los vagones siniestrados mientras el auxilio no podía abrirse paso desde el exterior.
"Los vagones que quedaron metidos uno dentro del otro no se podían desarmar. Vinieron bomberos de Santa Fe y empezaron a cortar y cortar. Hasta entonces sacaban cuerpos por la ventanilla. Había cuerpos colgando, venían enfermeros con morfina. Los muertos los dejaban al costado de la vía. Pusieron cajones municipales. A la tarde vino en avión el general (Tomás) Caballero, presidente de Ferrocarriles Argentinos, a ver el accidente. El presidente de la comuna, un tal Bessone, le hizo el reclamo por los cajones. El general habló a Santa Fe y mandó un camión grande con cajones de primera línea, y los depositaron todos en el galpón del ferrocarril. Y la gente iba llegando desde todo el país para localizar a sus muertos. Pero era muy difícil por el estado de los mismos, todos negros por la asfixia. Se daba gente por muerta, y luego aparecía en algún Hospital".
Entre las imágenes que le quedaron grabadas, recordó también: "Abajo de los coches parecía que llovía. Mandaban mangueras porque la gente estaba desesperada por agua en el interior. Yo ayudaba en lo que pedían, hasta que no robaran, porque con el revuelo también había que cuidar mucho las valijas y todo lo que había, ya que venía gente que se dedicaba a saquear".
Cabe destacar que al lugar arribaron también bomberos de nuestra ciudad, dirigidos por el subjefe Raúl de los Santos, junto a una ambulancia y periodistas de este medio, que estuvieron entre los primeros en llegar. Se sumaron a la tarea asistencial de más de un centenar de personas de todas las localidades de la región.
Recién cerca de las 20 se pudieron terminar de desacoplar los vagones incrustados. En su interior solo quedaban los restos de las dos últimas víctimas fatales.
El camionero, ileso, fue detenido y puesto al resguardo de cualquier intento de linchamiento.
Los heridos fueron trasladados a centros de salud de Santa Fe y alrededores, incluyendo San Francisco. Mucha gente se desbandó a pie o como pudo, en tanto que, el resto de pasajeros que habían sobrevivido al accidente y no tenían heridas de gravedad, aguardaron la llegada de un nuevo tren, que terminaría dejándolos en Retiro casi 24 horas después del accidente.
Es la tragedia más grande en el interior del país y la segunda a nivel nacional.
La vida junto al tren
Batistelli, nacido en Casilda, trabajó de ferroviario por 43 años, 28 de ellos como jefe de estación. Llevaba casi una década de servicio en Mariano Saavedra cuando ocurrió el accidente. Hoy, con 91 años, vive en su ciudad natal, pero es asiduo visitante de San Francisco por estar radicado aquí uno de sus hijos.
Después del choque, estuvo otros 10 años en la misma estación, pasando luego a Arequito y retirándose a los 62 años. "Nos jubilaron de 'prepo' porque había llegado el gobierno de (Carlos) Menem, que tuvo esta política de 'Ramal que para, ramal que cierra'".
"Me gustaba mi trabajo, tuve varios premios por ser Mariano Saavedra la mejor estación de la zona. Es de las más largas junto a la de Migueletes en Buenos Aires. Mientras yo estuve, le hicimos plazoleta, un mástil con bandera grande y conseguimos servicio de luz eléctrica. La línea que pasaba por ahí conectaba Buenos Aires con Tucumán, pasando por Galvéz, Rafaela, Sunchales, Ceres... Trabajaba de 17 a 1. Tenía un auxiliar a la tarde y uno a la noche. Pasaban cuatro rápidos, entre ellos el Independencia que tenía el coche cine", detalló.
Añorando sus años como ferroviario, y considerando algunas reaperturas de trenes de pasajeros en los últimos años, concluyó: "Sueño con volver a ver en funcionamiento el tren de pasajeros... Es algo que me gustaría con locura".
LA VOZ DE SAN JUSTO llegó primero junto con los bomberos de San Francisco, el periodista jubilado Nito Bertorello había relatado esos hechos.