Tras el acuerdo, el plan
La buena nueva del acuerdo por la deuda externa con los bonistas extranjeros no es el cierre de una etapa. Es el punto de partida para los intentos de reconstrucción de una economía devastada, estancada y maltrecha. La necesidad de que se fije un rumbo es ahora muy más perentoria.
El acuerdo alcanzado por el gobierno nacional con los bonistas por el canje de la deuda externa del país ha sido recibido de buena manera por la mayoría de los sectores productivos e incluso por los principales voceros de las agrupaciones políticas opositoras. Los acreedores concedieron más del 45 por ciento del valor inicial de los bonos emitidos por el Estado y, aunque la negociación duró varios meses más de lo previsto, el acuerdo abre una nueva etapa en la vida económica del país.
Una etapa que, por cierto, continúa siendo de incertidumbre en medio de la profundidad de una recesión que lleva años y que se agravó de manera contundente debido a la cuarentena impuesta como consecuencia de la pandemia del Covid-19. Con el horizonte externo más o menos aclarado, las autoridades tendrán ahora que explicitar un rumbo económico y productivo. Ya no son necesarias declaraciones altisonantes para afianzar la tropa propia, ni tampoco podrán expresarse frases que confundan aún más, como por ejemplo aquella del presidente de la Nación en el sentido de que no confía en un plan económico sino en medidas puntuales y concretas.
Ya se señaló en esta columna que la última expresión causó extrañeza al menos. Porque el tembladeral económico que se ha generado en el mundo entero necesita certidumbres y no más complicaciones salidas de la verborragia política. También se dijo que la frase encerraba una contradicción en su base. Porque si se cree en las "metas que podemos ponernos y cumplir", se ha establecido el primer paso de una planificación correcta. "A partir del diagnóstico de la situación y de los objetivos cumplibles que se propongan, es necesario establecer una correcta diagramación de las acciones a llevar adelante. Y si esto es preciso en cualquier ámbito, mucho más lo es en la economía de este país devastado por los sucesivos fracasos en la materia", se expresó.
En otro orden, el nuevo escenario permitirá a varias provincias enfrentar con renovados bríos las negociaciones por su propia deuda. En el caso de Córdoba, se asegura que el diálogo con los acreedores comenzará apenas la Nación termine de concretar los acuerdos anunciados. Se trata de una instancia ineludible y clave para resolver un problema de magnitud que se vio ahondado por la caída notable de la recaudación.
En definitiva, la buena nueva del acuerdo por la deuda externa con la mayoría de los grupos de bonistas extranjeros no es el cierre de una etapa. Es el punto de partida para los intentos de reconstrucción de una economía devastada, estancada y maltrecha. La necesidad de que se fije un rumbo es ahora muy más perentoria. Porque sin plan, el acuerdo serviría de poco.