Necesaria emergencia agropecuaria
Los vaivenes climáticos están deteriorando los números del campo y, por ello, se impone que los gobiernos nacional y provincial echen mano a las herramientas previstas por la ley para paliar los efectos negativos de estos fenómenos. Nuestra editorial de hoy.
A principios de marzo, se publicó un informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba en donde se señala que, al menos la última década, no hay antecedentes de un registro tan bajo de lluvias para los dos primeros meses del año, momento clave para que los cultivos estivales definan sus rendimientos. "Durante la segunda quincena de febrero, se agravó el estado general de los cultivos debido a las escasas y/o nulas precipitaciones registradas en toda la provincia. El acumulado para los dos primeros meses del año es el más bajo de los últimos 11 años", precisó el Departamento de Información Agroeconómica de la Bolsa.
El departamento San Justo es uno de los más afectados por esta sequía, de acuerdo al referido trabajo. Harían falta unos 150 milímetros de lluvia para alcanzar el promedio de los últimos 11 años, de acuerdo a los datos difundidos. No hace falta ser erudito en la materia para comprender que este déficit hídrico complica seriamente los rindes esperables en la cosecha gruesa.
Para más, la temporada seca de este verano aparece luego de años de intensas precipitaciones e inundaciones que generaron severas pérdidas en el agro regional, aun cuando los productores siguieron apostando a la producción en las tierras que aún poseían condiciones aptas para ser cultivadas. Queda claro que los vaivenes climáticos están deteriorando los números del campo y, por ello, se impone que los gobiernos nacional y provincial echen mano a las herramientas previstas por la ley para paliar los efectos negativos de estos fenómenos.
Por cierto que la declaración de emergencia agropecuaria no resuelve los problemas climáticos ni tampoco los derivados de la carencia de una política agropecuaria que atienda el verdadero sentir de los hombres del campo argentino. Pero es un paliativo necesario para afrontar estas circunstancias y avizorar lo que deparará el futuro. En este marco, será fundamental establecer la dimensión de las pérdidas sufridas por los productores en las distintas regiones de la provincia, cuantificarlas y, si es posible, determinar caminos de acción que permitan superarlas rápidamente.
Mientras las nubes no descarguen por esta zona, los cultivos, la lechería y la cría de ganado seguirán sufriendo y los perjuicios se harán sentir en cada una de las poblaciones de la región, la gran mayoría directamente emparentada con un sector rural que padece hoy un momento climático muy complicado y cuyas consecuencias económicas y sociales tendrán fuerte impacto.
Atender la problemática suscitada y prever las medidas de apoyo especialmente a los pequeños y medianos productores es una obligación que la ley exige al Estado, máxime teniendo en cuenta la afirmación que se extrae del informe de la Bolsa de Comercio de Córdoba: "El 45 por ciento del total de la superficie sembrada de cultivos estivales en toda la provincia se encuentra en situación de déficit hídrico en su período de mayor susceptibilidad. A ésta superficie, se suman las 778.600 hectáreas de maíz temprano (sembradas antes del 1º de noviembre) que atravesaron su período crítico en las mismas condiciones de estrés".