MINIBASURALES: PERSISTENCIA INADMISIBLE
MINIBASURALES: PERSISTENCIA INADMISIBLE
Los minibasurales que se diseminan por todo el ejido
urbano muestran una de las peores caras de la convivencia en San Francisco.
Evidencian la falta de conciencia ambiental y la despreocupación por los
efectos nocivos de una práctica que no puede tolerarse.
Los minibasurales que se diseminan por todo el ejido
urbano muestran una de las peores caras de la convivencia en San Francisco.
Evidencian la falta de conciencia ambiental y la despreocupación por los
efectos nocivos de una práctica que no puede tolerarse.
La
Secretaría de Servicios Púbicos de la municipalidad informó que en los últimos
días se erradicaron más de 35 minibasurales en distintos sectores de la ciudad,
en el marco de la tarea que lleva a cabo para mantener la higiene urbana. Se
trabaja también, según se indicó, en el mantenimiento de calles de tierra o los
cortes de malezas, entre otras actividades.
Sobre los
sectores en los que la gente arroja basura, el director general de Servicios
Públicos dijo que en barrio Parque se llevan erradicados más de 35
minibasurales en menos de una semana y que tiempo atrás se erradicaron sectores
similares el loteo Passamonte y en los barrios Bouchard y Corradi, totalizando
alrededor de 70 espacios en los que vecinos desaprensivos arrojan desperdicios.
En numerosas oportunidades se ha instado a la
corrección de una costumbre tan negativa como es la de tirar la basura en
cualquier lado y de la necesidad de tomar conciencia de los problemas que se
generan a partir de ella. Pero es triste comprobar que persista, obstinada, la práctica que
genera minibasurales y que quienes así actúan no prevean las consecuencias
perjudiciales de su accionar.
Esta mala
conducta de algunos habitantes de San Francisco es inadmisible. No alcanza con
los llamados a la conciencia de cada uno de ellos para que no arrojen residuos
sólidos urbanos o materiales inertes en cualquier lado. Los pedidos de
colaboración y compromiso no parecen surtir efecto, puesto que se cuentan por
decenas los sitios públicos en los que la basura se amontona. En algunos
sectores se hace por demás visible, como en canteros o algunas plazas,
convirtiéndose esos lugares en focos potenciales de problemas sanitarios que
pueden llegar a ser graves en esta época del año, caracterizada por olas de
intenso calor.
La utilización de cámaras de seguridad para
identificar a los desaprensivos arrojadores de basura, las sanciones que por
ordenanza están estipuladas y el compromiso requerido para que los vecinos
denuncien estas prácticas, entre otras medidas similares, parecen no alcanzar
para que los minibasurales dejen de existir. Es preciso comprender que el
sostenimiento de algunas medidas disuasorias y sancionatorias es esencial para
combatir este flagelo ciudadano, al menos hasta que la cultura ambiental se
generalice en nuestra comunidad.
Los minibasurales que se diseminan por todo el ejido
urbano muestran una de las peores caras de la convivencia en San Francisco.
Evidencian la falta de conciencia ambiental y la despreocupación por los
efectos nocivos de una práctica que no puede tolerarse y que exigiría acciones
más drásticas que los reiterados llamamientos a modificar una inconducta que
deja al descubierto falencias importantes en la educación ciudadana, altera la
convivencia, agrede la estética urbana y, fundamentalmente, convierte a muchos
sitios en verdaderos focos infecciosos.
La
Secretaría de Servicios Púbicos de la municipalidad informó que en los últimos
días se erradicaron más de 35 minibasurales en distintos sectores de la ciudad,
en el marco de la tarea que lleva a cabo para mantener la higiene urbana. Se
trabaja también, según se indicó, en el mantenimiento de calles de tierra o los
cortes de malezas, entre otras actividades.
Sobre los
sectores en los que la gente arroja basura, el director general de Servicios
Públicos dijo que en barrio Parque se llevan erradicados más de 35
minibasurales en menos de una semana y que tiempo atrás se erradicaron sectores
similares el loteo Passamonte y en los barrios Bouchard y Corradi, totalizando
alrededor de 70 espacios en los que vecinos desaprensivos arrojan desperdicios.
En numerosas oportunidades se ha instado a la
corrección de una costumbre tan negativa como es la de tirar la basura en
cualquier lado y de la necesidad de tomar conciencia de los problemas que se
generan a partir de ella. Pero es triste comprobar que persista, obstinada, la práctica que
genera minibasurales y que quienes así actúan no prevean las consecuencias
perjudiciales de su accionar.
Esta mala
conducta de algunos habitantes de San Francisco es inadmisible. No alcanza con
los llamados a la conciencia de cada uno de ellos para que no arrojen residuos
sólidos urbanos o materiales inertes en cualquier lado. Los pedidos de
colaboración y compromiso no parecen surtir efecto, puesto que se cuentan por
decenas los sitios públicos en los que la basura se amontona. En algunos
sectores se hace por demás visible, como en canteros o algunas plazas,
convirtiéndose esos lugares en focos potenciales de problemas sanitarios que
pueden llegar a ser graves en esta época del año, caracterizada por olas de
intenso calor.
La utilización de cámaras de seguridad para
identificar a los desaprensivos arrojadores de basura, las sanciones que por
ordenanza están estipuladas y el compromiso requerido para que los vecinos
denuncien estas prácticas, entre otras medidas similares, parecen no alcanzar
para que los minibasurales dejen de existir. Es preciso comprender que el
sostenimiento de algunas medidas disuasorias y sancionatorias es esencial para
combatir este flagelo ciudadano, al menos hasta que la cultura ambiental se
generalice en nuestra comunidad.
Los minibasurales que se diseminan por todo el ejido
urbano muestran una de las peores caras de la convivencia en San Francisco.
Evidencian la falta de conciencia ambiental y la despreocupación por los
efectos nocivos de una práctica que no puede tolerarse y que exigiría acciones
más drásticas que los reiterados llamamientos a modificar una inconducta que
deja al descubierto falencias importantes en la educación ciudadana, altera la
convivencia, agrede la estética urbana y, fundamentalmente, convierte a muchos
sitios en verdaderos focos infecciosos.